Por Crístian Ramón Verduc
29/07/2008

“Sólo se ama lo que se conoce. La Patria comienza en la frontera.” Este enunciado está escrito en un muro de una esquina céntrica, al lado de un cartel que dice: “Las Malvinas son argentinas.” Estos pensamientos no son solo un adorno en la ciudad misionera Bernardo de Irigoyen. Son el reflejo de un sentimiento felizmente generalizado entre los argentinos.

Para llegar hasta este punto, extremo oriental de Argentina, por vía terrestre desde Santiago del Estero, hay que pasar por distintos pueblos, con los paisajes que van cambiando a medida que se recorre la región.

La salida de Santiago está marcada por el Río Dulce, en esta época con su caudal menguado por la gran cantidad de agua que aporta para el sistema de riego. Luego, mientras contemplamos varias poblaciones a la vera de la ruta, desde Vilmer hasta Taboada, nos acompaña en la mente el chamamé instrumental de Don Ramón Villarreal, Ruta 34. Luego nos dirigimos hacia Suncho Corral, que aparece luego de cruzar un Río Salado bastante caudaloso. Las acequias y canales que hemos visto hasta aquí, están todas bordeadas por ceibos. El ceibo, la Flor Nacional, tiene en su grueso tallo la posibilidad de perdurar en un bombo. Por suerte, el ceibo abunda en Santiago.

Desde Suncho hasta Quimilí, los paisajes son de grandes extensiones de campos trabajados alternados con montes. Los pueblos están distantes entre sí. Hasta el límite con el Chaco, hay montes, establecimientos para cría de vacunos, campos arados y caseríos que crecieron alrededor de una estación ferroviaria. Los paisajes y ciudades del Chaco presentan una regularidad agradable a la vista. Calles, plazas y casas bien cuidadas, campos laboreados y algunas zonas montuosas con una vegetación que va cambiando a medida que avanzamos, nos muestran lo particular del paisaje chaqueño. La cantidad de pistas y hangares para aviones fumigadores que se ven desde la ruta nos dan una idea de los miles de hectáreas de campos labrados que habrá allá lejos.

Nos llaman la atención ciudades como Charata, con su gran movimiento, y Las Breñas, con su homenaje permanente a los inmigrantes. Roque Saenz Peña y Resistencia son ciudades mas grandes. El inmenso puente colgante General Belgrano nos hace volar a gran altura sobre el Río Paraná. Mientras contemplamos los barcos y botes navegando en las inmensidades del gran río, pensamos en un hecho curioso: tanto la ciudad de São Paulo como la provincia de Santiago del Estero tienen ríos que desaguan en el Paraná. Son el Tietê y el Salado, respectivamente.

Describir el paisaje de Corrientes sería arduo, por tanta belleza difícil de encasillar en palabras. Junto a la ruta, tanto las ciudades como las casas solitarias, nos muestran el cariño con que las cuidan sus moradores. La flora sigue mudando de aspecto. Hay más humedad en el suelo y se evidencia en las plantas. Cuando encontramos las tierras rojas, la selva misionera nos muestra lo cerca que ya estamos del Brasil. Viajando desde Eldorado hacia Bernardo de Irigoyen, los paisajes de la meseta misionera son grandes, impresionantes. Estos paisajes continuarán muy parecidos en los estados brasileros de Santa Catarina y Paraná.

Las calles de las ciudades de esta parte de Misiones nos muestran a la flor nacional del Brasil: el ipé amarillo, que comparte el paisaje con su primo el lapacho rosado, el mismo que adorna las calles de Santiago.

Bernardo de Irigoyen, con una delgada frontera seca con Dionício Cerqueira, tiene por sus calles transitando gente bilingüe, que habla castellano y portugués. Gente que utiliza indistintamente pesos o reales para sus compras. Que tiene parientes y amigos en el país vecino, a pocas cuadras de su propia casa. Tanto en las actividades cotidianas como en algún festejo familiar, vecinal u oficial, se verá brasileños y argentinos compartiendo la mesa o las plateas.

Las fronteras que están pobladas de ambos lados tienen la particularidad de tornarse difusas para los habitantes. Llegan a formarse familias a partir de parejas binacionales. Visto desde lejos, todo esto parece traer una pérdida de identidad nacional. Estando en el lugar, uno ve que esta mezcla es la personalidad de la comunidad local. Es posible que el nacionalismo no esté tan exacerbado como en el interior de cada país, pero con esta convivencia que ignora fronteras, los pobladores ganaron en humanidad.

29 de Julio de 2.008.

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