Si acaso otra vez naciera, que el mismo vientre me geste… y sea América Latina el lugar donde despierte.” Así decía Pablo Raúl Trullenque en su chacarera Nuestra Raíz. El poeta popular capta los sentimientos colectivos y los transforma en versos rimados, cuya métrica y cantidad de versos pueden inducir a un músico para que del poema surja una canción.

Pese a propagandas en contrario, hay en los pueblos latinoamericanos un fuerte sentimiento de pertenencia a la tierra y de solidaridad entre países hermanos. Esto lo hemos visto en la gente común, cada vez que una nación de nuestro continente ha pasado por algún sufrimiento.

Si de algún modo recorremos desde Tierra del Fuego hasta México, encontraremos más coincidencias que diferencias. Hallaremos en la gente más ansias de amistad que de rivalidad.

Los antepasados originarios de América nos han legado rasgos físicos comunes. Los pueblos ibéricos que ocuparon el continente nos han dejado como lenguas generales sus idiomas, que están evolucionando en cada región con características propias, por la influencia del sustrato lingüístico y los movimientos culturales de cada zona.

Si bien es cierto que la historia de una nación no es igual a la de otra, se puede percibir que en América Latina hay una serie de coincidencias llamativas en el devenir de los acontecimientos modificadores de la vida de nuestros pueblos.

Estamos en una época en que las comunicaciones se han popularizado como nunca antes. Es tiempo de usar la tecnología moderna para establecer una comunicación extraoficial entre los pueblos del continente. Es necesario descubrirnos a nosotros mismos, conocernos, saber de las coincidencias que, en muchos casos, nos sorprenderán.

El conocimiento mutuo nos fortalecerá como familia. Del intercambio de conocimientos podremos sacar conclusiones y acercarnos a las verdades históricas, desterrando distorsiones, falsedades y exageraciones.

25 de Septiembre de 2.008.