“Los hermanos sean unidos/ por que ésa es la ley primera/ tengan unión verdadera/ en cualquier tiempo que sea/ por que si entre ellos pelean/ los devoran los de afuera.” Es una importante enseñanza la que nos dejó Martín Fierro en los consejos a sus hijos.

No era casual que José Hernández hiciera hincapié en la unión entre hermanos. Cuando publicó La Vuelta de Martín Fierro (1.879), aún sufría nuestra Patria las luchas entre argentinos iniciada cuando los próceres de Mayo decidieron que dejásemos de ser un Virreinato de España. Cada bando sostenía su postura con la fuerza de las armas si fuese preciso. Nada nuevo ni que luego perdiera vigencia totalmente.

Desde 1.814 hubo guerras internas, llamadas guerras civiles. Estas guerras continuaron, en forma intermitente, abarcando distintas zonas del país y con distintos protagonistas, hasta 1.880. La Constitución de 1.853 era el documento consensuado para organizar la Nación Argentina.

El redactor de la Constitución fue uno de los constituyentes por Santiago del Estero, el Doctor José Benjamín Gorostiaga.

En esos tiempos especialmente turbulentos, era necesario que la población confiase en la Constitución como instrumento adecuado para lograr el progreso en paz. Hacía falta gente de prestigio que recomendase al pueblo el acatamiento a la nueva norma. En Catamarca, el gobierno provincial encomendó tal misión a Fray Mamerto Esquiú, conocido docente, predicador y, sobre todo, hombre humilde y honesto.

El 9 de Julio de 1.853, ante las autoridades provinciales, Esquiú pronunció un sermón por demás contundente, basado en los conocimientos y sentimientos del fraile viajero, que supo interpretar el espíritu de la nueva ley y lo defendió con magistral solidez. Al año siguiente su sermón, complemento del anterior, llamó la atención de las autoridades nacionales, que dispusieron su publicación.

Mamerto de la Ascensión Esquiú nació en Piedra Blanca, en plena zona serrana, al noroeste de la ciudad de Catamarca. Sería extenso referirnos a la misión, los viajes y los valores humanos de Fray Mamerto Esquiú. Hay abundante bibliografía al respecto. Recordaremos que, siendo Obispo de Córdoba, falleció en la humilde posta El Suncho, en el sur de su provincia natal, el 10 de Enero de 1.883, con 56 años de edad. Está tan arraigado en el sentimiento de los catamarqueños, que una expresión de asombro, a nivel popular, es: “¡Padrecito Esquiú!”.

Volviendo a la Constitución Nacional de 1.853, recordamos que, además del nombrado Dr. José Benjamín Gorostiaga, fue constituyente por Santiago del Estero el Pbro. Benjamín José Lavaisse, que falleció el 7 de Enero de 1.854.

Estos hombres contemporáneos entre sí, cada uno desde su lugar, hizo lo que estuvo a su alcance para que la gran familia argentina consiguiese convivir en paz. Son ejemplos a seguir.

06 de Enero de 2009.