Por Crístian Ramón Verduc
28/04/2009

La Avenida Belgrano de Santiago del Estero parece ser la columna vertebral de la ciudad, pues la corta o la une, según se mire, de norte a sur. También corta por el medio al centro, el sector ciudadano comprendido entre “las cuatro avenidas”. Una de esas avenidas es “la Alsina”, aunque ahora es de mano única.

Yendo desde el centro hacia el sur, por la vereda de la mano izquierda y en el penúltimo local antes de la Alsina, había una peluquería donde se tocaba la música folclórica, se cantaba, se conversaba, se podía aprender muchas cosas del sentimiento sachero, se hacían reuniones creativas... además, el dueño de la peluquería hacía cortes de cabello.

Como hombre mayor, con la formación “de antes”, acostumbraba aconsejar a “los changos”, especialmente estando a solas. Por ejemplo, aconsejaba buscar la nota adecuada para cantar cómodo, sin esforzarse. A los afanosos por aparecer en radio o los escenarios, sugería prepararse bien, para impresionar como buenos, pues esa primera impresión se convertiría en un sello ante el público. Hablaba de la imagen del cantor: ir a cada actuación con la mejor ropa que tuviese, bien peinados y afeitados, sobrios, cumplir con el horario de presentación y tiempo de actuación. Decía que era mejor dejar al público con deseos de escuchar más que hartarlo.

Todo esto puede parecer demasiado obvio, pero para changos inexpertos y ansiosos por hacer escuchar su canto en grandes escenarios, los consejos de Don Sixto eran un legado para toda la vida. De esos legados que a menudo son “olvidados”, pero que el subconsciente incorpora como marca a fuego. Además, los buenos consejos, al igual que el canto folclórico, perduran aunque uno olvide de quién aprendió. No es ingratitud, es parte de la naturaleza humana.

Eran consejos y comentarios valiosos, venidos de quien, cuando era chico, allá en Barrancas, solía deslumbrarse ante los músicos, especialmente los que tocaban violín.

Contaba Don Sixto que sus hermanos eran músicos, y que su abuelo Martín (Tata Martin, con acentuación grave) era muy viejito y cantaba acompañándose con la guitarra que los nietos ponían en su regazo. Tata Martin era delgado y menudito. Falleció a los 120 años de edad.

Los relatos de Don Sixto sobre sus andanzas juveniles en el monte eran no menos interesantes. Por ejemplo, cuando casi fué aplastado por un cardón mientras meleaba, o cuando fué herido en una mano mientras “visteaba” con un amigo. Y siendo ya un hombre mayor, nos demostró su habilidad para el visteo, al enfrentarse con otro hombre sachero en un duelo simulado, usando palillos de bombo en lugar de cuchillos. Esto fué en un viaje del Alero Quichua para actuar en Átoj Pozo.

La peluquería de Don Sixto era punto de partida para los viajes de la agrupación nativista, tanto por alguna presentación en lugares alejados de la ciudad, como por el viaje anual a la Fiesta del Señor de Mailín.

En la peluquería se reunía la gente del Alero los días Lunes para analizar la audición del día anterior e idear la del siguiente Domingo. Se debatía también sobre el funcionamiento de la Escuela de Quichua, dirigida por Don Domingo Bravo. Felipe Corpos llamaba a la peluquería “la jabonería de Vieytes”, en alusión al lugar de reuniones secretas de patriotas porteños gestantes de la revolución de Mayo de 1.810.

Luego de una reunión de Don Sixto y otros representantes del Alero con el Gobernador Gral. Ochoa, se tomó la decisión de tramitar la personería jurídica. Fué en la peluquería donde celebramos la Asamblea fundacional y varias Asambleas Anuales.

Durante muchos años, cada vez que la gente del Alero Quichua decidió algo relacionado con la audición radial, las salidas a la campaña, la escuela de quichua e incluso la posible solución de problemas de un integrante de la agrupación, tal decisión se tomó en la peluquería.

Con los años, llegó el momento en que Don Sixto debía jubilarse y cerrar la peluquería. Las reuniones se hacían en domicilios particulares o en la sede social construída en el Barrio Sarmiento. Pero habíamos perdido el punto de encuentro diario, tan cercano para todos.

Los años han pasado. El movimiento en la esquina de Belgrano y Alsina es intenso. Donde estaba la peluquería funciona un negocio. Pero cuando uno se para en la vereda opuesta, imagina que en cualquier momento llegará el “autitu” de color claro al que Don Sixto llamaba “el burritu”.

El auto no llega. No baja Don Sixto para abrir la peluquería. La nostalgia se adueña del corazón...

El Domingo tenemos Alero Quichua Santiagueño en Radio Nacional... gracias a Dios.

28 de Abril de 2.009.

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La audición radial se caracteriza por su espontaneidad, no se elabora un libreto en razón de que el programa se hace en vivo con la participación del público que se hace presente en el Salón Auditorium.
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