Por Ana María Campos
29/09/2008

Dos Hermanos franceses en Santiago del Estero

Emilio y Duncan Wagner hicieron una revelación al mundo científico: Dieron a conocer que en las llanuras santiagueñas existen vestigios de una civilización americana trascendente, que puede competir con las más desarrolladas del viejo y nuevo continente. 

Esta civilización se habría desarrollado en la Mesopotamia y el Chaco santiagueño, y la componían pueblos de vida sedentaria, pastores y agricultores. Los hermanos Wagner, que había explorado ya regiones del Brasil antes de llegar a Santiago del Estero, eran dos muchachos a quienes el Museo y el Instituto de París había confiado las investigaciones de los orígenes de diversas culturas indo americanas. Un día explorando los ríos y atravesando los desiertos boscosos de la parte noroeste de Santiago del Estero llegaron hasta las poblaciones del centro de esta provincia. Nadie los conocía, nadie les hacia caso. Por su apariencia eran personas con dinero, de cuando en cuando se asomaban al correo con grandes paquetes que mandaban a lejanas tierras. Siempre silenciosos, pero no huraños, afables con la gente humilde, a las que ayudaban y les gustaba mantener largas conversaciones. Se establecieron en Icaño, la gente los miraba con curiosidad, pero no con temor, la única noticia que se tenía en Santiago era la que los lugareños decían con un lenguaje pintoresco: “Por ahí andan dos gringos meta cavar la tierra”, a los paisanos les gustaba ir a cavar la tierra con los gringos. Los Wagner para el trabajo habían establecido una técnica del trueque, por de más curiosa. No pagaban el trabajo de los paisanos con dinero, sino con objetos con frecuencia de mucho más valor que la suma que deberían abonar por la tarea. A uno le regalaban un apero a otro una máquina de coser, o herramientas de labranza. Es así como comenzó a notarse un bienestar en la población que antes desconocían. 

Los Wagner seguían trabajando en el campo que habían adquirido. Y la verdad era que estaban trabajando para el Museo de París, a donde habían enviado ya miles de piezas. El trabajo estaba bien distribuido entre ambos hermanos. Emilio era el que cavaba la tierra, el que dirigía la busqueda. Duncan con espíritu de poeta enamorado del color y la forma, era el que efectuaba las reconstrucciones y avivaba los dibujos de las piezas. Su pasión de investigador no se limitaba a las piezas de la cultura sino también a averiguaciones entomológicas. Y así fueron gastando toda su fortuna en estos trabajos sin que hubiera una remuneración de parte de nadie. Cuando se declaró la guerra de 14 los hermanos Wagner dejaron abandonado su campo de Icaño par ir a defender su Francia. Estuvieron allí largo tiempo, volvieron, Emilio había perdido la voz a raíz de una herida. Y siguieron trabajando. 

Cuando volvieron se encontraron con que el campo de Icaño estaba en poder de otros. No quisieron discutir ni pleitear y fueron tranquilamente a un lugar que se llama Llajta Mauca palabra quichua que significa Pueblo Viejo. Fue en este lugar en donde hicieron maravillosos descubrimientos que dieron lugar a su obra magna. 

Fue entonces cuando en Santiago del Estero se promovió un movimiento popular para que todas aquellas piezas valiosas no salieran del país. Fue entonces cuando La Brasa, institución de artistas y escritores, pidió y obtuvo del gobierno que controlara estas investigaciones y que declarara bien público a todos los elementos que fueran descubriéndose. Es así como se fundó el Museo Arqueológico de Santiago del Estero. 

Más de 30.000 piezas se encontraron en distintos puntos de Santiago del Estero, pero las más ricas y variadas fueron halladas en la zona denominada Llajta Mauca, lugar donde se cree estaba situado el corazón del viejo pueblo que sus descubridores llamaron con el altisonante y lírico nombre de Imperio de las Llanuras. 

Interesante relato. Ari manachu?

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