Por Crístian Ramón Verduc
22/02/2011
Si te postran diez veces, te levantas otras diez...

"Si te postran diez veces, te levantas otras diez, otras cien, otras quinientas..." La rebelde y firme poesía de Almafuerte era coherente con su prosa y su modo de vivir.

Hay quienes optan por escribir temas que pueden ser agradables y acariciantes para el lector. Algunos llegan a ser leídos por millones de personas; incluso puede ser que esos escritores exitosos reciban una buena retribución económica. Eso está muy bien si el escritor ha hecho pasar un buen momento al lector y éste lo ha recomendado ante otros posibles compradores de libros.

Existen poetas y escritores de diferentes estilos, ideologías y tendencias. Cada uno tiene una manera para su búsqueda o su modo de transmitir su saber y sentimientos. Pedro Bonifacio Palacios optó por transmitir con toda su fuerza lo que sentía en el alma. Decidió enfrentar y mostrar la vida con toda dureza y luchando de pie, aunque no siempre encontrase adhesiones y simpatías.

A los dieciséis años tuvo su primera experiencia como educador en una escuela de la provincia de Buenos Aires. Tiempo después, enseñaba en otra escuela bonaerense. Más allá de la instrucción formal, enseñaba a los alumnos valores humanos, los valores que harían obrar a la persona para buscar soluciones en vez de quedarse en lamentaciones. "No te des por vencido ni aún vencido. No te sientas esclavo ni aún esclavo…"

Procuró infundir en alumnos y lectores la idea de que hay que liberarse para estar en condiciones de luchar por la liberación del prójimo, sean cuales fueren las ataduras, por eso desde sus versos advirtió sobre lo estéril de los esfuerzos de "los que olvidan el son de sus cadenas para limar las de los otros antes." Su seudónimo es uno de los más acertados de que se tenga conocimiento. Pedro Bonifacio Palacios cultivó su fortaleza y con ella luchó contra las injusticias y la inequidad que percibía en su andar por la vida.

Cuando su voz se alzó en críticas contra las malas administraciones públicas, desde las mismas "descubrieron" que Palacios enseñaba sin título habilitante y lo destituyeron de su cargo docente, demostrando que Almafuerte tenía razón al decir "… cada anfitrión guarda escondido su verdadero ser, tras el tocado."

"No demuestres temor ni al más temido" aconsejaba el Maestro, y le costaba hacerse oír en una sociedad propensa a la adulación y a la autohumillación, pero no se daba por vencido y seguía con su prédica hablando, escribiendo, discutiendo, levantándose cuantas veces fuera derribado. Puso las aspiraciones trascendentes por encima de las urgencias materiales ("Delante de un redil de vientres llenos, prefiero yo a la humanidad hambrienta.")

Escribió también poemas de amor, como Lo Que Yo Quiero ("Quiero ser las dos niñas de tus ojos/ las metálicas cuerdas de tu voz,/ el rubor de tu sien cuando meditas/ y el origen tenaz de tu rubor.") o Pasión ("Tu tienes, para mí, todo lo bello;/ yo tengo para ti, todo lo que ama;/ tú, para mí, la luz que resplandece,/ yo, para ti, sus llamas.")

Uno de sus sonetos se llama La Yapa. Para los quichuistas, yapa es un agregado, es lo que se agrega. Esta voz se ha popularizado tanto que hace mucho tiempo forma parte del léxico argentino. En este caso, es como si La Yapa fuese el agregado que Almafuerte puso a un grupo de "Sonetos Medicinales". "¿Qué saben de lo eterno las esperas;/ de las borrascas de la mar, la gota;/ de puñetazos, la falange rota;/ de harina y pan, la paja de las eras?/ ¡Detente, por piedad, pluma, no quieras/ que abandone sus armas el ilota!" La advertencia final es muy valiosa: no por mostrar la cruda verdad hay que desanimar al desposeído que se ha dispuesto a luchar. Justamente un gran luchador no podía permitirse semejante desliz; o se lo permitió con un sutil estímulo para el oprimido. Un empujoncito final que va "de yapa".

Tan intensa y tan dura ha sido la vida del filósofo Pedro Bonifacio Palacios, que ha terminado temprano nomás, a los 62 años de edad, el 28 de Febrero de 1.917, en la ciudad de La Plata, adonde había ido a vivir cuando tenía 31 años. La casa donde vivió en la Avenida 66 número 530 es el Museo Almafuerte, donde se exhiben libros, fotos, objetos varios y documentos que marcaron la obra del Maestro Almafuerte.

Desde el tiempo, a casi un siglo de su fallecimiento, Pedro B. Palacios continúa con sus enseñanzas para quien quiera leerlo. En muchos casos y en distintos países, los versos de Almafuerte son conocidos sin mencionar al autor. Esto sucede especialmente con Piú Avanti ("No te des por vencido…").

Su mensaje es alentador hacia la acción, hacia la preparación para enfrentar la realidad y hacia el abandono de la molicie. "Dios quiera que tu lamento/ no sucumba en la ignorancia,/ y atraviese la distancia/ sobre las olas del viento." (Décimas)

Nos manda buscar la rendija o parte débil de la jaula que nos aprisione. Nos alienta a sabernos grandes: "… brota , como una flor brota del barro;/ surge de tu dolor, lleno de galas;/ ten una vez, hermano, la inmodestia/ de pensarte más hombre que una bestia."

Su insistencia en la humanización de la enseñanza lo llevó a escribir versos terminantes, como: "¿Que la ciencia es brutal y que no sueña? ¡Eso lo afirma el asno que la enseña!"

El ser humano debe soñar. Solamente así luchará con denuedo: bregando por la realización de sus sueños. No debemos darnos por vencidos, no debemos asumirnos esclavos, debemos acometer venciendo al miedo, debemos buscar la salida de nuestro encierro; si la lucha no da resultado de un modo, busquemos otro; debemos levantarnos aunque quieran postrarnos, debemos elevarnos. Lo dice el Maestro Almafuerte, y lo expresa claramente en Sin Tregua: "¡Sube sin timidez, no te abandones;/ si te asusta volar, hay escalones!"

22 de Febrero de 2.011.

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