Por Crístian Ramón Verduc
27/09/2011
Primer Domingo de Octubre, no nos descuidemos más.

“Primer Domingo de Octubre, no nos descuidemos más.” La chacarera Una Tradición, de Don Sixto Palavecino, nos cuenta sobre la tradición salavinera consistente en agasajar al Tanicu con abundancia ese día del año, para después no andar sufriendo carestía. A partir de la popularización de esta pieza bilingüe y por una serie de circunstancias y buenas voluntades, la Fiesta del Tanicu ha tomado una gran importancia en el calendario artístico provincial. Esta fiesta evocadora de una tradición regional se hace cada año el segundo Domingo de Octubre.

“¡Huáh!” diría el paisano santiagueño del campo o de la ciudad, al recibir una información así de confusa. “¡Huáh!” es en Santiago el equivalente al “¡Bah!” de otras regiones de nuestro país y naciones cercanas. Es una expresión que denota extrañeza o sorpresa, que incluso se puede usar con ironía.

“¡Huáh!” dijo más de una vez el Profesor Elvio Aroldo Ávila ante sus alumnos al darse con una situación que provocase sorpresa o extrañeza, para enseguida comenzar una explicación del porqué de tal interjección. Esa explicación motivaba a un alumno para preguntar algo, lo que a su vez daba pie al educador para una clase de alto contenido sobre la lengua oficial y las características propias del habla en Santiago del Estero, en el Noroeste Argentino y en todo el país.

Los alumnos indiferentes a lo que el docente dice no son una especie humana recientemente surgida. Parece ser que los hay desde hace mucho tiempo. Quién más, quién menos, recuerda haber visto en las aulas a otro alumno, o a sí mismo, intentando pasar desapercibido mientras se entregaba a largas cavilaciones ajenas al tema del momento. Con el Profesor Ávila esa actitud distante era prácticamente imposible. Cuando el Profesor entraba al aula, vistiendo impecablemente y saludando con cortesía y firmeza, los alumnos sabían que iban a ser atrapados en un río de conocimientos, en los cuales unos navegarían gustosos y otros podrían llegar a sentirse agobiados, pero ninguno quedaría ajeno a las lecciones de lengua y de vida.

“¡La próxima hora es con Yoyo Ávila!” Comentaban algunos alumnos preocupados por que no habían estudiado lo suficiente, mientras otros sentían una alegre expectativa. Es que el Profesor era claro en sus explicaciones; después era justo y equitativo, aplicando la calificación que a cada uno correspondía, sin regalar puntos a nadie. Pero el ambiente de la clase no era rígido, era fácil de llevar entrando en el tema de estudio del día. A veces se pasaba a tratar temas históricos o de actualidad, pues el Profesor Ávila procuraba formar buenos ciudadanos, conscientes de la realidad de la Patria, de sus problemas y de las posibles soluciones. Siempre basado en el buen uso y conocimiento de la palabra oral y escrita, enseñaba a los adolescentes de la escuela secundaria a tener una visión analítica de los distintos acontecimientos cotidianos y noticias nacionales.

Durante la Guerra de Malvinas se ocupó de que todos y cada uno de sus alumnos entendieran cuál es la real situación de nuestro país respecto a las islas que fueran usurpadas por Inglaterra. Por momentos enfervorizado y optimista, luego compartía con los alumnos una visión objetiva del desarrollo de la contienda.

Su análisis de la obra de José Hernández nos hizo comprender la lucha del prócer criollo y el mensaje de Martín Fierro, sacándonos de la confusión en que se incurre habitualmente entre Martín Fierro y los otros personajes del poema de Hernández. Si uno no ha sido alumno del Profesor Ávila, puede procurar leer el libro “José Hernández y el Ser Nacional. Martín Fierro: Cien Años de Militancia Patria”, publicado en 1.979, un siglo después de la publicación de La Vuelta de Martín Fierro.

Sería un buen ejercicio leer tanto la obra cumbre de José Hernández como el libro analítico del Profesor Elvio Aroldo Ávila para comprender mejor al “Senador Martín Fierro” y su lucha. Así entenderíamos las motivaciones de Hernández para escribir la obra que llegó a ser llamada La Biblia Gaucha.

El Profesor Ávila fue firme en sus convicciones, las que alguna vez fueron pretexto para que sufriera prisión. Cuando recuperó la libertad, continuó bregando por lograr que los argentinos nos asumiésemos como tales, comenzando por el conocimiento de nosotros mismos, de los ideales de los próceres y del rumbo a seguir para vivir en una Patria justa y federal.

Consecuente con su mentalidad emprendedora, ha sido fundador del Instituto Santiagueño de Lingüística y del Consejo de Reafirmación Argentinista de Santiago del Estero (CRASE). Un ilustre integrante del CRASE fue el Doctor Carlos Alberto Loprete, autor de los libros de texto que se utilizaban para formar a los estudiantes secundarios en Lengua y Literatura.

En una de las visitas del Dr. Loprete, el Profesor Ávila y otros integrantes del CRASE lo agasajaron con un asado que, para que fuese totalmente criollo, debía tener el canto santiagueño. Para ello, el Profesor convocó a un grupo de integrantes del Alero Quichua Santiagueño que brindaron su canto bilingüe, uno de ellos particularmente orgulloso tras haber sido presentado al célebre autor por el Profesor Ávila diciendo: “Éste es mi mejor alumno, ha terminado el año con un promedio de 9,84”. No había cómo no ser buen alumno con un educador tan claro.

Su libro “Cómo Habla el Santiagueño” luego se amplió a “Cómo Habla el Santiagueño y el Argentino”. Incorporó una gran cantidad de vocablos regionales al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española; promovió y dictó numerosos cursos de oratoria. El Profesor Elvio Aroldo Ávila es una figura muy importante de la cultura santiagueña. Es necesario leer sus obras en cuanto sea posible.

Había nacido en La Banda el 3 de Octubre de 1.923. Falleció en la ciudad de Santiago del Estero el 15 de Octubre de 1.994.

El Profesor Elvio Aroldo Ávila ha dejado profundos recuerdos tanto con su vasta obra como en el recuerdo de quienes lo conocieron. Seguramente habrá aún quienes disienten con sus convicciones políticas, pero es poco probable que alguien deje de reconocer en él a un insigne educador y a un soñador que pensaba en una Argentina grande. No se ha quedado con el pensamiento y los sueños, pues ha puesto en obra gran parte de ellos.

¿Cómo hablamos los santiagueños? O mejor aún: ¿Cómo debemos hablar los santiagueños? Debemos hablar con reconocimiento hacia la obra de quienes quisieron lo mejor para nuestra tierra.

En las letras de nuestro pago, el Profesor Elvio Aroldo Ávila cabalga junto a José Hernández, siguiendo ambos el fiel del rumbo y adentrándose en la militancia patria, hablando en santiagueño y en argentino.

27 de Septiembre de 2.011.

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