Por Crístian Ramón Verduc
03/01/2012
Huata mósoj, año nuevo.

Huata mósoj, año nuevo. Tenemos a disposición un nuevo período de doce meses, antes de una nueva ola de euforia esperanzada por el adveniniemto de otro año. Los bienintencionados deseos que se intercambian en los días de fin de Diciembre, generalmente están dirigidos a que el próximo año sea mejor. Don Sixto Palavecino solía decir que la intención debe ser que nosotros seamos mejores en el próximo año.

En estas fiestas tradicionales de fin de año, los deseos de unos y de otros suelen sintetizarse en Paz, Salud y Amor. En otros casos, se agrega el ítem Prosperidad, o Dinero. Todos esos buenos deseos son válidos, sobre todo por que son dichos con sinceridad, un poco influidos por el sentimiento colectivo de “borrón y cuenta nueva”.

No faltan los agudos observadores que nos hacen notar que el cambio de año es un convencionalismo, que es una imposición social, y que todos los días son iguales salvo por los factores climáticos.

Debemos tener en cuenta que la duración del año, así como lo conocemos en la sociedad en que vivimos, es coincidente con un ciclo completo de las cuatro estaciones: Primavera, Verano, Otoño e Invierno. El hecho de que el cambio de año se de en este mes o en otro, tendría una importancia relativa. El hecho histórico que cada cultura toma como referencia para contar los años es también de una importancia relativa.

Martín Fierro define al tiempo como una rueda, como eternidad; agrega que el hombre mide el tiempo para medir su propia vida, para saber lo que vivió y lo que le resta por vivir. Las mediciones que hacemos los humanos, las referencias que usamos, son guías para movernos en el espacio y en el tiempo sin extraviarnos. Las referencias subjetivas como “ahicito” o “hace mucho tiempo” o “un montón” son buenas para amenas conversaciones personales, pero no ayudan demasiado cuando necesitamos acercarnos a la verdad.

Las medidas ayudan a entender los datos transmitidos de una persona a otra, sobre todo cuando esos datos recorren la distancia o el tiempo. Así entendemos mejor los hechos del pasado o vivencias actuales de personas que hoy están en otro lugar del mundo.

Un viajero que transita por la inmensidad de la Tierra, necesita dividir la jornada; cada tanto ha de parar, desensillar, evaluar lo recorrido y planificar la próxima etapa. Es mas o menos el mismo ánimo colectivo que hace a nuestra gente esperanzarse tanto con la llegada de un nuevo año. Es tiempo de festejar por los logros del año que se acaba, o de alegrarse por que ese “mal año” ya termina, al tiempo que se espera con fe una gran mejoría para el año que aún no comenzó. Y el nuevo año tiene que ser bueno, pues como dice la gente: Toda escoba nueva barre bien. También hay quienes dicen que el año nuevo viene con todo bueno, pero que los humanos nos ocupamos de arruinarlo.

Si esperamos que el año que comienza nos traiga dinero, es posible que estemos equivocados, pues el dinero no suele venir solo cual si fuese una lluvia. Es preciso procurar lo materialmente necesario, que suele representarse con el dinero. El dinero o el derecho a lo que necesitamos se consigue trabajando, sirviendo a la sociedad de algún modo, para que la sociedad nos retribuya. He ahí el Ama Ckella (no seas perezoso) de los Incas.

También hay quienes deciden conseguir lo que necesitan o apetecen despojando a otros por distintos medios. El despojo, el reparto desigual o que no es equitativo, se puede sintetizar con la palabra Robo. La sociedad en que vivimos, normalmente repudia el robo del mismo modo que lo repudia la cultura quichua al ordenar Ama Súa (no seas ladrón).

No está de más recordar, en este comienzo de año, que la mentira es socia del robo, pues el ladrón suele ser un engañador y el mentiroso suele robar la buena fe de la gente. El rechazo a la mentira es expresado por el quichuista como Ama Llulla (no seas mentiroso).

¿Cómo conseguiremos salud en el próximo año? Es mejor no esperar que el solo cambio de almanaque nos otorgue salud; también debemos hacer algo para ello. Una práctica sana debe ser la de revisar nuestros hábitos y consultar con especialistas en salud para no atentar contra nuestro organismo o nuestra mente. La salud del cuerpo depende mucho de la alimentación, de la actividad física y de la exposición o no a determinados ambientes. Buscar lo mejor para la salud propia y del prójimo es una actitud sana, de alma saludable. Hay que educarse y educar para la salud propia y de los otros. Si no lo hemos hecho hasta ahora, estamos ante una buena oportunidad para comenzar.

Le pedimos Paz al año que llega. En una de ésas, lo correcto es que nosotros le proporcionemos paz al período que comienza. La paz es una consecuencia de la justicia. Las injusticias, los abusos, la prepotencia, el robo, la deslealtad, todas esas fallas humanas son generadoras de conflictos. Incluso la falta de cuidado hacia nosotros mismos nos quita la paz interior, tan necesaria para brindar justicia y paz a quienes nos rodean. Es casi seguro que durante el año que acabó y en los años anteriores, cada uno de nosotros hayamos cometido injusticias y quitado paz a algunas de las personas con las que nos relacionamos e incluso a nosotros mismos. En algún momento hay que reflexionar sobre nuestras actitudes y proponernos correcciones. El cambio de año puede ser un buen momento para decidirnos a estar mas atentos ante las injusticias, que atentan contra la paz.

Individualmente no podremos lograr enseguida la soñada Paz Mundial, sobre todo por que, entre otros factores, las guerras son grandes negocios para gente materialmente poderosa, ávida por dinero. Lo que sí podemos lograr cada persona, es pacificar el pedacito de mundo en que vivimos. Después de todo, el mundo está constituido por miles de pedacitos. Por algún lado debe comenzar la pacificación. Comencemos cada uno de nosotros.

Queremos que el año nuevo nos traiga Amor. Habría que pensar qué amor, por qué y de qué manera nos lo traería el año que se inicia. Es poco probable que de pronto, por que sí, la gente comience a querernos, a apreciarnos, a amarnos. Es muy difícil que el amor del prójimo caiga desde el cielo solamente por que cambió el año. Lo que puede ser posible es que si obramos con honestidad, con respeto y con justicia, las personas que nos conocen descubran en nosotros una persona sana y amable. Amable significa que puede ser amado/a. Así como una semilla no germina en cualquier terreno, el amor no se arraiga en cualquier ser por el solo hecho de que lo haya pedido. De nada sirven las pociones supuestamente mágicas, los sortilegios y brujerías. Una persona es amada si es amable. Si no hemos dado amor al mundo en el año que acabó, comencemos en el año que aún está nuevo y ávido de amor.

Tenía razón Don Sixto. No es razonable esperar que el año sea mejor por sí solo. Nosotros tenemos que ser mejores cada año. Tenemos que trabajar por la paz, la salud y el amor; también por el dinero. Todo dentro de los límites fijados por el mandato Ama Súa, Ama Llulla, Ama Ckella (No robes, no mientas, no tengas pereza). Así, podemos obtener buenos resultados de este nuevo lapso llamado Año 2.012.

03 de Enero de 2.012.

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