Por Crístian Ramón Verduc
09/10/2012
Cuarenta y tres años de Alero Quichua Santiagueño!

¡Cuarenta y tres años de Alero Quichua Santiagueño! ¿Habrán imaginado los fundadores que el proyecto iniciado en 1.969 se prolongaría tanto en el tiempo y llegaría tan lejos?

Hemos comentado varias veces respecto a las circunstancias en que se han conocido Don Sixto Palavecino y Felipe Corpos, la respuesta de Corpos cuando Don Sixto le manifestó que uno de sus sueños era hacer una audición radial en quichua, también comentamos, en este espacio y en la audición, que las aperturas de los ciclos estaban a cargo del Profesor Domingo Bravo, que Don Vicente Salto era el poeta y cantor que se expresaba con un fino vocabulario tanto en quichua como en castellano, que Don Julio Domingo Ayunta era el vidalero por excelencia, que los libretos se escribían en la máquina de Raúl Salvatierra, bombisto al que Don Sixto definiera como un gran amigo y compañero… En cada aniversario y durante el año evocamos esos primeros tiempos del movimiento cultural tradicional y quichuista.

Es posible que en algún momento haya que averiguar, investigar, buscar gente de la primera hora, confrontar los relatos, procurar grabaciones y publicaciones, para tratar de armar la Historia del Alero Quichua Santiagueño. Hubo algunos tímidos intentos por escribir esta historia, pero se puede decir que por ahora esos intentos fueron quedando para la historia.

Algo interesante y relativamente fácil de recordar es el rico anecdotario que se ha venido produciendo con el correr de los años y el pasar de una gran cantidad de gente. Una evocación de relatos compartidos en las esperas antes de la audición, en las reuniones guitarreras, en la peluquería de Don Sixto, en los viajes compartidos o en cualquier otra circunstancia, puede permitirnos acercarnos a ese pasado que hubiésemos querido llevar a un libro u otro documento.

Libres del fuerte compromiso del rigor histórico y con el apoyo de la veracidad, podemos compartir algunas anécdotas de la gente del Alero Quichua, como podría ser la evocación de los encuentros de Viernes o Sábado, o posteriores a la audición de cada Domingo. Como gente quichuista, a esos encuentros se los llamaba Tincunácuy, que podría traducirse como encuentro recíproco o simplemente encuentro, reunión.

En cada tincunácuy había un placentero intercambio de conocimientos y puntos de vista. También se daban situaciones jocosas, como el caso de un dueño de casa que para mencionarse a sí mismo decía una serie casi interminable de nombres y apellidos, para terminar diciendo “viudo de” y agregaba el apellido de su esposa, que estaba en la reunión y solamente sonreía ante la ocurrencia.

En las reuniones festivas, Don Ernesto Suárez y Carlos González solían simular discusiones seguidas de peleas utilizando lo que hubiese a mano, como ser sillas, palos o botellas. La actuación de ambos despertaba la risa de los presentes, pero en cierta ocasión quien oficiaba de asador pensó que la pelea era verdadera y agarró una botella para intervenir a favor de “Shaticu” Suárez. Menos mal que se le avisó a tiempo que todo era una broma, antes de que atacase a Carlos.

En un viaje de todo el grupo a las fiestas patronales de Átoj Pozo (departamento San Martín) a fines de los años ’70, habíamos parado en Brea Pozo para hacer unas compras. A poca distancia del ómnibus, Don Sixto y Don Napoleón Pacheco nos han demostrado su habilidad criolla al hacer una sesión de “visteo” con un palito cada uno. Se llama “vistear” a la simulación de una pelea con cuchillo, donde se prueba la buena vista y la agilidad para lanzar golpes de punta o de hacha y parar o esquivar los del oponente.

En uno de esos viajes a Átoj Pozo, Don Ernesto Suárez ha sufrido quemaduras en una mano por prender grandes cantidades de cohetes. Con esa mano vendada, “el cohetero del Alero” ha seguido con su ruidosa adhesión a la fiesta.

Era la década del ‘70 cuando durante un tincunácuy de día Domingo, en casa de Doña Michi Sosa, el cantor bandeño Reynaldo Rodríguez nos ha dicho que Zamba Para mi Luna y Luna Tucumana se podían cantar al mismo tiempo, por tener los mismos acordes de guitarra en los mismos momentos. Nos hemos puesto a cantar las dos zambas al mismo tiempo, formando dos grupos. Cuando comenzábamos a experimentar con otros temas, alguien de la rueda nos ha dicho que parecíamos un enjambre. Una cantora ha redondeado la idea: “¡chicos, parecen tontos!”. Nos han parecido razonables los comentarios y hemos parado. Años después el público aplaudía al dúo Coplanacu por hacer lo mismo con Zamba Para mi Luna y Luna Tucumana.

La marca Fuyí era sinónimo de espiral contra mosquitos. Cuando hemos ido a presentar en la provincia de Buenos Aires la obra Casarácoj, de Don Carlos Maldonado, algunos hemos ido a dormir el Sábado en casa de Don Ishicu Toloza. Era invierno. Las mujeres han sido instaladas en un dormitorio, y los hombres en el comedor, con colchones en el piso y abundantes frazadas. Cuando un “gaucho” nuestro se ha sacado las botas que se había puesto en Santiago antes de iniciar el viaje, el guitarrero Cacho Coronel ha exclamado: ¡Eeeehhh, hermano! ¿Qué es esto?”... Con su voz grave y pausada, el Pibe Gerez le ha dicho a Don Emiliano Hoyos: “Tío Emiliano, prenda uno de esos Fuyí que fuma usted, por favor”.

En 1.977 se hicieron los trámites necesarios para obtener la Personería Jurídica, lo que otorga derechos y obligaciones legales a una institución para comprar, vender, donar, recibir o contratar. El 01 de Mayo de 1.982, en la esquina de Granadero Saavedra y Calle 8 del Barrio Sarmiento, todo el grupo del Alero Quichua celebró el Día del Trabajador cavando y llenando con hormigón los cimientos de la futura Sede Social. Finalizada la tarea, hemos compartido un locro en casa de Chiquini Gómez, mientras escuchábamos por radio noticias de la guerra de las Malvinas.

Mediante donaciones o la realización de peñas folclóricas y rifas, hemos comprado los materiales y pagado albañiles para levantar el muro perimetral y las paredes de la sede. Para el llenado de la losa del techo, hemos hecho otra jornada de trabajo de todo el grupo. Las puertas y ventanas han sido hechas en la carpintería de Alejandro Iñíguez, que ha donado trabajo y madera. Por gestión del Alero, la calle 8 pasó a llamarse Vicente Salto.

Para el décimo aniversario del Alero Quichua (1.979) se ha hecho un encuentro con la lengua guaraní. Para ello ha venido desde Corrientes un Profesor que ha disertado respecto al guaraní y al castellano, mientras que el Profesor Domingo Bravo se refería al quichua. Hubo actuación de folcloristas de nuestro Alero y de un conjunto chamamecero correntino. Todo esto se hizo en el Teatro 25 de Mayo un Sábado por la noche. Al día siguiente, después de la audición radial, hubo tincunácuy en una finca junto a la Ruta 9 en El Zanjón.

Cada audición especial por el aniversario se hacía desde el Teatro 25 de Mayo, con tincunácuy posterior. En uno de esos festejos tuvimos la presencia de músicos y cantores qom de la provincia del Chaco, que se acompañaban con guitarra y con iviqué, el violín de lata. En otro aniversario, la cantora y actriz mapuche Luisa Calcumill participó de los festejos en la transmisión por radio, en el tincunácuy posterior y con una presentación en la Biblioteca Sarmiento. Estas visitas de representantes de pueblos originarios del Noreste y de la Patagonia fueron gestionadas por María Teresa Pappalardo, que por esa época conducía la audición.

Desde el comienzo de este siglo, los aniversarios del Alero Quichua pasaron casi desapercibidos, hasta que en 2.007 se hizo una transmisión especial desde el Teatro 25 de Mayo. Desde ese 38 Aniversario, hay fiesta para celebrar un nuevo año cumplido y homenajear a los pioneros que comenzaron la audición quichua el primer Domingo de Octubre de 1.969.

09 de Octubre de 2.012.

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    Domingos de 11 a 13 horas
    Director: José Barraza
Alero Quichua Santiagueño
La audición radial se caracteriza por su espontaneidad, no se elabora un libreto en razón de que el programa se hace en vivo con la participación del público que se hace presente en el Salón Auditorium.
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