::: Alero Quichua Santiagueño :::

Por Crístian Ramón Verduc

13/03/2007

Una característica fundamental del gaucho es la solidaridad. Martín Fierro aconsejaba a sus hijos no dejar jamás a un amigo “en la estacada”. Tal como escribía José Hernández, esta actitud no debía asumirse a cambio de algo. Es el concepto de solidaridad, de actitud desinteresada. Es “la gauchada”, el sello particular del gaucho. No alcanza con vestir botas, bombacha y sombrero para ser gaucho. Incluso no es imprescindible. El buen gaucho es recto y comedido. Si además es jinete... es un gaucho completo.

Por las sierras de Córdoba supo andar a lomo de mula un gaucho muy especial. Tan especial que el cantor y guitarrista Carlos Di Fulvio le compuso la obra Cantata Brocheriana. El gaucho del que hablamos, nació el 16 de Marzo de 1.840 en Santa Rosa de Río Primero (provincia de Córdoba) y se llamaba José Gabriel del Rosario Brochero. Luego de la infancia en el campo, ingresó al Colegio Seminario Nuestra Señora de Loreto con 16 años de edad. Ordenado sacerdote diez años después, debió asistir espiritualmente a los cordobeses durante la epidemia de cólera que devastó la provincia. A fines de 1.869 asumió el extenso curato de San Alberto, amplia zona agreste, incomunicada del resto de la provincia por las Sierras Grandes. Cuando el curita llevaba feligreses para ejercicios espirituales en la ciudad de Córdoba, el viaje en mula duraba tres días. Estos criollos, alentados y dirigidos por el sacerdote, construyeron la Casa de Ejercicios de Villa del Tránsito, que fué inaugurada en 1.877. Andando por esas serranías, asistiendo espiritualmente a los habitantes de esos campos de Dios, el cura Brochero llevó inquietudes y ayuda gubernamental para construir iglesias y caminos. Inculcó en los pobladores el trabajo comunitario para estas tareas. Logró la instalación de mensajerías, correos y estafetas telegráficas. Proyectó el ramal ferroviario que uniría Villa Dolores y Villa de Soto atravesando el Valle de Traslasierra. Dicen los paisanos que la ruta de Las Altas Cumbres se debe al Cura Brochero. Cuando montaba en su mula para ir hasta la ciudad de Córdoba, no había burocracia que lo amedrentase. No volvía sin conseguir una mejora para la zona. En su peregrinación en busca de enfermos y pobres que necesitasen de su ayuda espiritual, trabajó por la educación de todos ellos. ¿Habrá sido que de tanto tocar enfermos, o habrá sido nomás que ya era su destino, que murió ciego y leproso antes de los 74 años de edad? El caso es que se quedó para siempre en Las Altas Cumbres cordobesas. La antigua Villa del Tránsito hoy se llama Cura Brochero, en homenaje al Cura Gaucho.

“Carpintero... ¡Lindo oficio!...” dice una zamba salteña. Don Fortunato Juárez cantaba para su abuelo que trabajaba las maderas loretanas. Juan Carlos Carabajal le canta al hermano carpintero. Los cantores populares, generalmente son gente que desempeña un oficio. Gente que “deja la changa y agarra su vieja guitarra y se pone a cantar”. Entre los autores e intérpretes folclóricos hay tantos carpinteros, que si pretendemos hacer una nómina habrá tantos omitidos como viruta al pie de la garlopa. El próximo fin de semana, muchos carpinteros y ebanistas pulsarán los instrumentos con la misma delicadeza con que usan un formón o gubia, y compartirán “un algo” para festejar el Día del Carpintero, por ser el 19 de Marzo el día de San José, el carpintero. Los labradores nordestinos de Brasil, de los estados de Ceará, Pernambuco y otros, donde los campos pasan varios meses sin lluvia, suelen esperar durante todo el año por la bendición del cielo. Si hasta el día de San José no llueve, consideran que ya no habrá precipitación hasta el próximo verano. El clima del Nordeste brasileño es semiárido. En ocasiones, la sequía dura algunos años, pero el agricultor resiste en su lugar hasta perderlo todo. En ese caso, generalmente emigra hacia otra zona, tal vez una gran ciudad, donde nos recuerda al santiagueño, andador de caminos pero con el alma en el pago.

13 de Marzo de 2.007

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