Por Crístian Ramón Verduc
24/12/2013
La Navidad llegó junto con el Verano a los pagos santiagueños.

La Navidad llegó junto con el Verano a los pagos santiagueños. Hace pocos días, en Santiago del Estero se estaba comentando que el Solsticio de Verano se manifestó con temperaturas muy altas, superiores a los 40 grados centígrados. Es habitual que en el Noroeste Argentino se registren estos fuertes calores en el final del año. A pesar de la experiencia repetida, la gente no deja de asombrarse y comentarlo como una novedad. 

La vida misma es una novedad cotidiana. Por más que parezca repetido el color de la parte baja del cielo, del lado por donde entra o sale el Sol, cada amanecer o atardecer es diferente a todos los otros que uno haya visto. El canto de los pájaros anunciando cada amanecer es solamente parecido al del día anterior. Es parecido, pero no es igual. 

Entonces, no es extraño que la gente se sorprenda con cada Verano, o con cada estación o cada jornada tórrida, templada o gélida. Por otra parte, a medida que uno crece en la vida, parece ser que los tiempos se acortan; por eso no es raro escuchar por estas fechas a la gente diciendo que el año “pasó volando” y las fiestas de fin de año han llegado en forma sorpresiva. 

El 21 de este mes fue el día del Solsticio. Ha sido el día en que la inclinación terrestre ha llegado al punto en que los rayos del Sol caen verticalmente sobre la imaginaria línea llamada Trópico de Capricornio, la que en nuestro país pasa por las provincias de Jujuy, Salta y Formosa. 

Nuestra región, poblada por gente criolla, descendiente de pueblos originarios, conquistadores españoles y diversas corrientes inmigratorias, tiene incorporadas las conmemoraciones de Navidad y Año Nuevo como fiestas tradicionales. 

Dicen que en tiempos antiguos, los pueblos conmemoraban el Solsticio de Diciembre, el que en el Hemisferio Sur marca el día más largo y la noche más corta del año; en el Hemisferio Norte se da la situación opuesta. En los primeros tiempos de la Iglesia Católica, hubo un acuerdo para unir las fiestas del Solsticio con la evocación del nacimiento de Jesucristo. En 1.582, al sustituirse el Calendario Juliano por el Calendario Gregoriano, vigente hasta los tiempos actuales, fueron necesarios algunos ajustes, por lo que la Natividad del Señor quedó desplazada unos días respecto al Solsticio de Diciembre. 

La evangelización europea en América impuso sus conmemoraciones y celebraciones, las que durante más de cinco siglos fueron incorporadas a la cultura criolla. En la actualidad, lo más natural del mundo es aguardar la Navidad y el Año Nuevo con alegría y esperanza. Son ocasiones para la reunión de las familias y amigos; son tiempos en que se renuevan la fe religiosa, los buenos propósitos y se planea o por lo menos desea un año mejor para propios y extraños. 

Podemos arriesgar la afirmación de que las religiones, ya sean de los pueblos originarios de cualquier lugar del mundo o de los pueblos que hayan invadido sus regiones, tienen por finalidad elevar espiritualmente a los individuos, instándolos a ser cada día mejores personas, a tener piedad por el prójimo y a cuidar de su propia honestidad. 

Hay unas corrientes filosóficas que niegan la existencia de un Dios Supremo. Tienen sus motivaciones y argumentos, dignos de tenerse en cuenta, por cierto. Claro que alguien que sustenta alguna formación religiosa mira a los ateos (sin Dios) como a personas empeñadas en una lucha ajena o, en algunos casos, como gente que fundó su propia religión, distinta a las que tienen Dios o Dioses. 

Si leemos la Historia de la Conquista, de la Colonia, de la Independencia y de la Organización Nacional en nuestro país, veremos que en muchos casos las celebraciones de fin de año pasaron poco menos que desapercibidas. Es posible que haya sido en la relativa calma del Siglo XX que estas fiestas se afianzaron como ocasiones para procurar pacíficas reuniones familiares y vecinales. 

Los modos de festejar fueron mudando con el paso del tiempo y las posibilidades para adquirir ciertos elementos. Así es que la mesa navideña fue invadida en algún momento por el “panettone” italiano, llamado “pan de Navidad” en el Noroeste Argentino y “Pan Dulce” en Buenos Aires y otras provincias. 

La posibilidad de adquirir elementos de pirotecnia nos llevó poco a poco hacia estruendosos pasajes de la Nochebuena a la Navidad y del 31 de Diciembre al 1 de Enero. Las medianoches de estas fechas son ruidosas y coloridas. 

En estos últimos tiempos, en que ha proliferado el hábito de incorporar a las mascotas (animales de estimación) en el seno familiar, ha surgido una campaña contra el uso de la pirotecnia durante estas fiestas, para preservar los sensibles oídos de los perros y evitar que muchos de ellos se pierdan en las ciudades al huir de las temidas explosiones. 

Nuestros paisanos usan pirotecnia, que en nuestra provincia se llama simplemente “cohetes” o, más criollo: “cuetes”, para toda ocasión en que quieren mostrar su alegría en forma explosiva. Afortunadamente, cada vez son menos quienes usan armas de fuego en imprudentes “tiros al aire” para exteriorizar su euforia. 

En nuestros pagos, son muchas las ocasiones durante el año en que se usa gran cantidad de cohetes y bombas: Fiestas patrias, cumpleaños de ciudades, instituciones y personas, fiestas religiosas, campañas proselitistas de los políticos, obtención de un logro deportivo por el club de la preferencia de los “cueteros”… en fin… como decimos en Santiago, hay ocasiones “como para hacer dulce”. Por cierto, también se usa pirotecnia para las fiestas de Fin de Año. 

Es muy bueno que las religiones de distintos orígenes inculquen la piedad, la solidaridad, el amor al prójimo y las buenas costumbres, entre ellas la de la mesa compartida con los cercanos y los desposeídos. Es bueno también que haya una creciente consideración hacia los pobres animales que en algún momento los humanos hemos esclavizado. 

La gente del Alero Quichua Santiagueño también conmemora las fiestas de Navidad y Año Nuevo. En más de una ocasión nos hemos reunido en la casa de un integrante para esperar “las doce de la noche” y, de un modo u otro, hemos compartido la traducción de Don Sixto para la antigua canción austríaca Noche de Paz: “Tuta alli, tuta munáp…” pidiendo y ofreciendo una noche de paz y de amor. 

Para la Humanidad, especialmente para la gente que sigue a nuestro Alero Quichua Santiagueño, deseamos que estas fiestas tradicionales nos impulsen a ser cada día mejores. 

FELIZ NAVIDAD. 

24 de Diciembre de 2.013.

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