Por Crístian Ramón Verduc
15/04/2014
Gota a gota, ablanda piedras, el agua en sus golpes lentos…

“Gota a gota, ablanda piedras, el agua en sus golpes lentos…” dice una estrofa de Coplitas Para tu Llanto, chacarera con letra de Felipe Corpos y música de Don Sixto Palavecino. Más allá de que sean gotas de llanto o que sean gotas u otro tipo de golpe persistente, la perseverancia da resultados. 

Si somos persistentes en nuestros afanes, tendremos grandes posibilidades de lograr buenos resultados. También debemos estar atentos, por que la adversidad también suele ser persistente. El valor de la persistencia es conocido por todos, o por lo menos todos tenemos la posibilidad de aprender a valorar la fuerza que puede tener un simple goteo si es constante. 

Estamos empeñados en la agradable lucha para defender el quichua y las tradiciones de Santiago del Estero. No faltará el chusco que, sabiendo o sin saber bien lo que dice, espetará: “¿Y quién ataca, para que deban defender?” Con un pequeño esfuerzo y un simple ejercicio de observación, podemos encontrar una gran cantidad de ataques contra lo nuestro. No siempre podemos saber bien quién o qué está detrás de estos ataques. 

Vamos a lo cotidiano: Si leemos o escuchamos la forma de expresarse de nuestros coterráneos, especialmente en las ciudades, percibiremos que cada día se parecen menos a nosotros o a ellos mismos. En el caso de la gente de Santiago del Estero, podemos decir que cada día nos parecemos menos a nosotros los santiagueños. 

Algo similar está pasando en algunas de las otras provincias; en otras, lamentablemente ya ocurrió. No nos referimos únicamente al habla cotidiana de gente con instrucción escasa o que está asumidamente interesada en lo foráneo. Esto ocurre también entre gente a la que consideramos culta, incluidos intérpretes de la música folclórica. 

En la vestimenta también se percibe la permanente agresión visual del invasor. Hace unas décadas, con la ayuda de los medios de difusión, se impuso entre los folcloristas el uso de cualquier ropa sobre el escenario, imitando a los intérpretes de música extranjera disfrazada de nacional, tanto en las prendas de vestir como en el uso de instrumentos musicales importados. Hace pocos años comenzó y sigue, la imposición de sombreros o gorras de América del Norte en las pobres cabezas de artistas folclóricos desesperados por agradar a quienes les pagan. 

En los últimos meses, abusando ya de la dominación, nos han impuesto el uso de remeras con la bandera británica en el pecho. La impresión o pintura de la bandera imperial viene con distintas variantes y las remeras son baratas, lo que les ha dado gran popularidad. 

Cada vez que hay un partido internacional de fútbol, nos enfervorizamos y nos vestimos de Bandera Argentina o de jugador del seleccionado de la Asociación de Futbol Argentino. Cerca de cada aniversario de la recuperación temporaria de las Malvinas e Islas del Atlántico Sur, también se nos despiertan las pasiones, solo que en este caso se puede atisbar que el enemigo “ha metido la cola”. Mientras unos nos enbanderamos, evocamos a los héroes vivos y muertos de la guerra, otros se la pasan lamentando que “los soldaditos” han ido contra su voluntad a la guerra, que es feo si a uno le usurpan el territorio, pero que no se debe pelear por ello, etc. 

El sentimiento respecto a los invasores ingleses se manifiesta de diversas formas, especialmente cerca de las conmemoraciones relacionadas con las Islas Malvinas; unos repudiamos su invasión, otros esperan tomar venganza en un partido de fútbol, otros se lamentan diciendo que no debíamos haberlos enfrentado… en fin, hay de todo. 

En cuanto a la seguridad pública, de unos años hacia hoy se ha instalado en la sociedad una tendencia destinada a favorecer a los delincuentes, a promover el uso de drogas prohibidas y despreciar u odiar a las fuerzas de seguridad por motivos que poco se entienden. Ese odio, con amenazas concretas, se difunde masivamente en temas musicales simples y monótonos, cuyas letras elogian la rebeldía de quien ataca con armas al prójimo, especialmente si ese prójimo es agente de seguridad. 

Todo esto es nocivo para una nación, pero beneficioso para algunos bolsillos. La venta masiva de productos produce grandes ganancias, sin importar de qué se trate. La venta de un mensaje antinacional es también una actividad muy lucrativa para algunos inescrupulosos. No necesitan esforzarse mucho para invertir en propaganda, pues tienen entre sus víctimas a sus mas férreos defensores. 

Cada día, nosotros mismos estamos creando un ambiente desastroso. Cuando el desastre nos toca de cerca o se vuelve notorio, nos desgarramos las vestiduras condenando lo que antes hemos apoyado desde los hechos o desde la pasividad. 

Hace pocos días, los ladrones han perpetrado un grave crimen contra el patrimonio santiagueño al robar e incendiar la abandonada casa del Profesor Domingo Bravo. En estos días, andamos indignados por la inminente venta y demolición de la Casa Museo de Don Andrés Chazarreta. Alguien ha puesto el grito en el cielo, muchos han adherido y el resto sigue la corriente procurando hacer algo a favor de la casa a la que hemos vivido ignorando tanto como a su antiguo propietario, el Patriarca del Folclore Argentino. 

Antes de llegar a la amenaza de demolición contra la casa de Don Andrés Chazarreta, hubo una larga y complicada serie de acontecimientos, con pedidos por parte de familiares a organismos estatales y clamor ante la sociedad. Los resultados de tales afanes están a la vista. Algo errado hay entre los herederos del Patriarca y en la sociedad misma, en la cual (aunque cueste creer) están incluidos los administradores de la cosa pública.
En todos estos años no hemos prestado atención a la Casa Museo de Don Andrés Chazarreta; no podíamos, pues estábamos muy ocupados en no parecer santiagueños, en tomar distancia de lo argentino y congraciarnos con los materialmente poderosos. 

Debemos entender de una vez por todas que se puede congeniar lo moderno en la vida cotididana, con lo tradicional a la hora de ejercer nuestra identidad. Podemos ser nosotros mismos y cuidar lo nuestro sin dejar por ello de disfrutar de los avances tecnológicos; después de todo, nuestra provincia y nuestro país han brindado grandes aportes al progreso mundial y lo siguen haciendo. Tenemos que enseñar a nuestros descendientes a conocer y valorar la Historia de nuestra Patria, que es el modo de conocernos y valorarnos. 

Ante la urgencia de ver si aunque sea a último momento se puede hacer algo para salvar la Casa Museo de Don Andrés Chazarreta, tenemos que estar atentos para adherir a lo que se pueda hacer para intentar parar semejante paso atrás. No podemos quedarnos de brazos cruzados (ama ckella); dejemos de engañarnos, pues somos quienes somos y no quienes quieren imponernos desde afuera (ama llulla); no permitamos que sigan robándonos nuestra identidad (ama súa). 

Gota a gota, desde hace bastante tiempo, hay quienes están perforando y debilitando nuestra identidad. Detengamos tal goteo. 

15 de Abril de 2.014.

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