Por Crístian Ramón Verduc
24/02/2015
Vamos a comer unas ricas empanadas de Garza

“Vamos a comer unas ricas empanadas de Garza”, dijo un cantor, evocando una antigua broma de gente del Alero Quichua, cuando se hacían los viajes a la fiesta del Señor de los Milagros de Mailín. Para llegar a Villa Mailín hay que pasar por Garza, más allá Lugones y después entrar unos kilómetros. 

Ahora que ha pasado el Carnaval, faltan unas ocho semanas para la fiesta del Señor de Mailín. Mientras tanto, hemos hecho nuestro viajecito a Garza. Por fin, después de un cierto tiempo, nuestro grupo nativista hacía una presentación en público. Invitado por la Comisión Municipal de Garza, el Alero Quichua debía participar del Octavo Festival del Canto Sachero. 

En quichua, sacha significa monte, floresta. Sachero significa montaraz, de los montes. El canto sachero es el de la gente que vive en zona forestal y, por extensión, en zona rural mas o menos cercana a los bosques. Con música de Don Sixto Palavecino, Felipe Corpos ha puesto letra al gato El Sacherito, que pinta de cuerpo entero a un chico de esas zonas (“A mí me verán por los montes, changuito cantor…”). 

Don Fortunato Juárez, a su vez ha escrito El Sacha Chango (música de Onofre Paz), que también describe al chango del monte, pero al que desde la ciudad evoca su pago querido. Recordemos que Chango es nuestra forma de decir muchacho, adolescente, o también joven grande. Changuito es más chico, niño. Huahua o huahuita son niños más chicos, incluso recién nacidos. 

El pueblo de Garza está en el departamento Sarmiento. Tiene su estación del ferrocarril y a un costado de la población pasa la Ruta Nacional 34, que va hacia Rosario, provincia de Santa Fe. Desde la ciudad de Santiago del Estero por esa ruta, son unos cien kilómetros hasta Garza. 

“No es chala i’ choclo” (No es chala de choclo), saben decir los changos para dar a entender que algo no es fácil. No es chala i’ choclo ir a cantar para la gente sachera o la gente que espera el canto sachero, así que una vez organizada la delegación que representaría al Alero Quichua, hubo que coordinar bien y ensayar para lograr una buena presentación sin perder el sabor montaraz del canto quichua y castellano tradicional que se comparte en los días Domingo de Radio Nacional. 

Los temas elegidos han sido en su mayoría quichuas o bilingües; también hubo de autoría del propio intérprete, referidos al Alero Quichua Santiagueño y a Don Sixto Palavecino. Éste es el año del centenario del nacimiento de Don Sixto y no tenemos que olvidar su prédica a favor del quichua y las tradiciones santiagueñas. Es el año en que debemos recordar de un modo muy especial sus enseñanzas. 

Con todo el bagaje cancionero de chacareras, gatos y vidala, el grupo de nuestro Alero salió de la ciudad de Santiago del Estero en la tarde del Sábado 21, para tomar pronto la Ruta 34 y pasar por las distintas poblaciones que marcan hitos hacia donde nos dirigíamos. Hemos pasado por la entrada de Vilmer, Beltrán, Forres, Fernández, Taboada y finalmente, después de alternarse paisajes de montes con sembrados y poblaciones, hemos llegado a Garza. 

Después de saludar a los organizadores del festival que estaban en la plaza del pueblo, nos hemos dirigido a coordinar con los encargados de la amplificación de sonido y con los presentadores. A los primeros había que indicarles las necesidades en cuanto a micrófonos y a los locutores entregarles textos sobre la trayectoria del Alero Quichua. 

Comenzado el festival, hemos disfrutado del canto auténticamente sachero de vecinos de Garza y de la zona cercana. Hemos sentido que habíamos llegado a la raíz del canto criollo, al punto de partida de todo el movimiento folclórico de nuestro país. Estábamos viendo y escuchando a los cantores en un estado similar al que los encontrara Don Andrés Chazarreta en su cruzada recopilatoria. 

Pasado el canto sachero de la zona, venía el esperado Alero Quichua Santiagueño. Mientras los técnicos terminaban de preparar micrófonos y líneas de sonido, uno de los presentadores relataba al público una síntesis histórica de nuestra agrupación nativista. 

Una vez anunciado a viva voz el Alero, comenzó a desgranarse la chacarera La Chimpa Machu en el violín de Grillito Monti, “a la manera de antes”, cuando las estrofas e introducciones se sucedían sin tener en cuenta la cantidad. En la época de las andanzas sacheras de Don Andrés Chazarreta, los músicos tocaban la introducción y la estrofa e iban repitiendo muchas veces, mientras los bailarines se iban incorporando a la pista o dejándola por cansancio. En determinado momento, el Director del conjunto mandaba “¡Ahura!” (¡Ahora!); entonces, el conjunto repetía la estrofa a modo de estribillo y dejaban de tocar para tomarse un descanso. La voz de mando era fuerte, para los bailarines también. 

Hay grabaciones de Don Andrés Chazarreta en las que las chacareras tienen cuatro estrofas y estribillo, lo máximo que podía caber en los discos de 78 revoluciones por minuto. Después se ha reducido a tres estrofas y estribillos y la coreografía de la chacarera se ha adaptado a ello. 

En La Chimpa Machu del comienzo de la actuación se han sucedido las introducciones y estrofas, hasta que Aidée Palavecino terminó de decir las palabras iniciales, igual que en los programas de radio. Después vendría el gato instrumental, que igual que una cola va por detrás de la chacarera. 

A continuación vino el canto quichua, el canto bilingüe, el canto criollo en castellano, los rápidos comentarios en quichua y castellano, el emocionado homenaje verbal en quichua y castellano para su pueblo de Garza por parte de Liliana Rojas, y finalmente el canto de la chacarera La Ñaupa Ñaupa por parte de toda la delegación. 

La organización del festival dejó al grupo del Alero exponer todo lo que había preparado, sin exigir una pronta finalización para dar paso a otros músicos, con otros ritmos. El canto quichua ha sido aceptado y apreciado por organizadores y público. Estábamos en plena zona quichuista y para los quichua hablantes de la zona, la presencia de nuestra gente ha sido como escucharse a sí mismos en otras voces. 

El regreso hacia la ciudad capital ha sido tranquilamente alegre, con la satisfacción de haber verificado que el canto quichua es bien recibido y que el idioma es cultivado en los departamentos que tradicionalmente son quichuistas. Hay esperanzas de que el quichua no retroceda hacia el silencio. 

La experiencia ha sido enriquecedora en muchos sentidos, especialmente por haber compartido momentos con gente auténticamente sachera y quichuista. 

A la hora de compartir la mesa, después de la actuación y antes de emprender el regreso, hemos apreciado el sabor de las empanadas que se hacen en el pueblo de Garza. Tenía razón el pícaro cantor: Las empanadas de Garza son muy ricas, ya sean las de carne vacuna o las de pollo. 

24 de Febrero de 2.015.

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