Por Crístian Ramón Verduc
07/04/2015
¡No hay tiempo que no se acabe, ni tiento que no se corte!

Dice El Gaucho Martín Fierro. En los hechos, esta afirmación viene mostrándose a nuestros sentidos repetidas veces, pese a las esperanzas y desesperanzas de optimistas y pesimistas. 

En estos últimos tiempos estuvieron ocurriendo en nuestros pagos cosas que parecían interminables, unas por lo difícil de soportarlas y otras por las esperas que parecían querer llevarnos al desaliento. 

Los calores de este Verano han sido particularmente fuertes, incluso en regiones bien australes de nuestro país. “En la siesta santiagueña el Sol quema como un fuego”, dice Juan Carlos Carabajal en su gato Cavando Chilalos, reflejando una realidad de nuestro pago a la hora en que Inti ha pasado el meridiano y nos recogemos a descansar después del almuerzo, esperando que la declinación solar traiga un alivio entre tanto calor. 

Los calores veraniegos se sucedían día tras día y parecía que tendríamos un año caluroso punta a punta, pero ya están pasando, en medio de vientos otoñales y caída de las hojas anuales. Finalmente, el frío invernal va a cortar los tientos del Verano para regalarnos algunas heladas dentro de unos meses. Nuestros quichuistas llaman ckasa a la helada y por extensión al hielo también 

Las intensas e interminables lluvias han hecho crecer al Río Dulce y provocado graves inundaciones. Parecía que llovería sin parar, como en el Diluvio que mencionan diversas culturas en el mundo, pero ya tenemos una gran cantidad de días soleados, alternados con alguna lluvia que no incide en el caudal del Mishqui Mayu, el que ya bajó su caudal en forma muy notable, llevando alivio a las zonas inundadas. El Río Salado continúa bastante crecido, posiblemente por el deterioro del Dique Figueroa, pero con la disminución de las lluvias y de los deshielos, pronto el caudal del río cachilu va a normalizarse. 

Está acabándose el tiempo de los calores, de las fuertes y repetidas tormentas, de las inundaciones y de las largas vacaciones, así como acabó el Verano. 

Las continuas y absurdas disputas por demostrar que uno tiene más de algo que el prójimo, también tienen su tiempo de acabar o, por lo menos, de quedar en suspenso. Esto ocurre cuando hay un objetivo por el cual unir voluntades. El oponente, el rival contra el cual uno compite, pasa a ser un compañero con quien compartir acciones. 

En estos días hemos vivido experiencias emocionantes, en las que varias voluntades se han unido en pos de un objetivo. Estas uniones se han visto en los homenajes a los soldados que lucharon en la guerra por la recuperación de las Islas Malvinas, pese a muchos discursos funcionales a los intereses del invasor, que puede seguir robando tranquilo si se atiene a lo que esos oradores dijeron. En general, parece estar acabando el tiempo en que se demonizaba a todo los relacionado con la recuperación temporaria de esa parte de nuestro territorio. 

Esperemos que en algún momento se corten los tientos que tienen estaqueada a la verdad del asunto. En muchos de los homenajes, hubo ganas de gritar: “¡Ama llullaychu!” (No mientas). ¿No gritamos por que somos prudentes o por que somos ckellas? 

Por causa de las inundaciones en nuestra provincia y otras, se pudo ver la unión de voluntades de gran parte de las comunidades para ayudar a los afectados. Hubo (y aún hay) diversas acciones para llevar ayuda, en las que cada uno sacó a relucir lo mejor de sí mismo. 

Estas acciones nos recuerdan a las actividades solidarias y comunitarias de los antiguos habitantes de esta parte del mundo. En el Tahuantinsuyu, este trabajo de ayuda mutua se llamaba Mínkay. En nuestros pagos, pasó a llamarse Minga, con el consecuente verbo castellanizado Mingar. 

En las minkas tahuantisuyanas, los vecinos y parientes se ayudaban entre sí para la construcción de casas, siembras y cosechas. Entre nuestra gente criolla, la minga era (y aún existe en cierta medida) era similar, terminando en una gran fiesta con música, canto, baile y mesa compartida. El verbo criollo Mingar fue creado para definir la realización de un favor. Por ejemplo, se dice: “Mingale a Fulano que vaya hasta el pueblo y me lo compre tal cosa.” 

Lo que se hace en el seno del Alero Quichua Santiagueño desde hace más de cuarenta y cinco años es una acción comunitaria similar a la minga, donde cada uno debe aportar lo suyo sin esperar una retribución material. El premio cosiste en sentir que uno ha sido o es parte de una gran minga que persigue un fin noble, como es el de rescatar del olvido y difundir el quichua hablado o cantado y las tradiciones criollas de nuestro pago santiagueño. 

En este aparentemente interminable tiempo sin audición radial, la gente que habitualmente protagoniza tales emisiones por radio, estuvo muy activa. En forma individual o grupal, la gente de nuestro Alero hizo difusión del quichua en distintos ámbitos: Festivales, peñas, reuniones, audiciones de radio, Internet e incluso respondiendo en la calle consultas respecto al quichua y a la audición de radio. 

El aniversario número cien del nacimiento de Don Sixto Palavecino nos encontró huérfanos de programa radial, pero el apoyo desinteresado de personal de Radio Nacional y de otras emisoras santiagueñas, al igual que la prensa gráfica, hizo posible que en nuestra provincia hubiese una buena evocación del mayor difusor del quichua santiagueño. 

En Rosario, una de las mas grandes ciudades de nuestro país, vive una gran comunidad de santiagueños y simpatizantes de nuestro folclore, entre los que hay muchos admiradores y amigos de Don Sixto Palavecino y familia. Ellos organizaron un brillante festejo para los días 28 y 29 de Marzo, con la participación de una multitud conformada por residentes en las provincias de Santa Fe, Buenos Aires, Santiago del Estero y otros lugares de Argentina. El momento culminante de la fiesta fue la marcha por las calles hasta el lugar donde se impuso el nombre de Don Sixto Palavecino a un paseo cercano al Río Paraná, en el Espacio Cultural La Pérgola. 

El tiempo de incertidumbre respecto al comienzo del ciclo 2.015 por Radio Nacional parece llegar a su fin. La larga espera, el tiempo en que los oyentes preguntaban por qué no cumplíamos con la promesa de comenzar el primer Domingo de Marzo, está cortándose, como tiento que se desgastó con el tiempo. 

Seis semanas han pasado desde el esperado primer Domingo de Marzo. Estamos por comenzar el período anual de canto, música, poesía y comentarios destinados a la difusión del quichua santiagueño y las tradiciones del pago querido. 

Se acabó el tiempo de espera. Se cortaron los lamentables tientos que impedían el comienzo del ciclo radial. Es tiempo de unir voluntades para contribuir a afianzar nuestra identidad como pueblo. 

07 de Abril de 2.015.

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