Por Crístian Ramón Verduc
27/10/2015
“La Patria se hizo a caballo”.

Podemos leer esta afirmación a la puerta de entrada de clubes hípicos y de otras instituciones que se ocupan de los equinos. Inmediatamente recordamos que la gesta sanmartiniana, las heroicas acciones de los demás próceres libertarios, las patriadas y hazañas de nuestros gauchos, la vida cotidiana de nuestros mayores… todo, todo nuestro pasado de mediano y largo plazo tiene al caballo como uno de los protagonistas.

El caballo es un mamífero de gran porte que ha sido domesticado por el ser humano hace miles de años, en la Edad del Bronce. Los primeros animales con características de caballo que hubo en nuestro planeta, según los estudiosos, han sido animales pequeños, de unos treinta centímetros de de altura, originarios de América del Norte. Esto ocurría más de cincuenta millones de años atrás. Hace unos diez mil años, los antecesores del caballo desaparecieron de América del Norte, luego de haberse expandido mucho antes a Eurasia.

Los caballos, como animales de carga, tiro y monta, fueron compañeros del ser humano en Europa y en Asia. En Mongolia, su papel como complemento imprescindible de los soldados ha sido fundamental. En las extensas estepas rusas y ucranianas, el cosaco tenía al caballo como su compañero imprescindible. En España, la cría de caballos tomó una singular importancia, lográndose razas que son reconocidas en el mundo, como el caballo andaluz. En los picaderos españoles se hacen grandes fiestas de arte ecuestre.

Cuando Europa invadió América, los caballos fueron junto a las armas de fuego, las vectores más poderosos para combatir a los que resistían. Pasada la primera sorpresa y una vez apropiados de caballos escapados o capturados, los guerreros originarios de este continente se hicieron mejores jinetes que los foráneos. Dicen que en combate, un hombre a caballo equivale a diez hombres de a pie. Si leemos relatos antiguos de pueblos europeos y asiáticos, veremos que era común que entre monarcas o militares de alto rango se regalasen caballos. Un buen caballo, aparte de un lujo, era considerado un símbolo de poderío bélico. Hoy se hacen grandes cabalgatas evocativas.

Algunas de ellas son, por ejemplo: El arreo de mulas desde el Sur de Brasil hasta Sorocaba, la cabalgata brocheriana en Córdoba, las cabalgatas yupanquianas en la provincia de Tucumán, y las cabalgatas de las agrupaciones tradicionalistas santiagueñas. La ciudad de Sorocaba se encuentra en el estado de São Paulo, a cien kilómetros de la ciudad Capital del estado. El arreo anual es una evocación de la época colonial, cuando al Sur del vecino país llegaban mulas criadas en las estancias jesuíticas de la provincia de Corrientes (Argentina) y seguían desde Cruz Alta (Río Grande do Sul), ya con troperos brasileros, hacia el Norte, hasta donde se haría la gran subasta para el trabajo en las minas del estado de Minas Gerais. Los “tropeiros” (arrieros) montan a caballo, igual que en esa época, para arrear las mulas en este caso, igual que lo harían para conducir vacunos. La travesía dura semanas.

En Marzo de cada año, en la provincia de Córdoba se hace una cabalgata siguiendo el recorrido que hiciera repetidas veces el Beato José Brochero, “El Cura Gaucho”, generalmente a lomo de mula, cuando era párroco en la zona de Traslasierra y luchaba constantemente por mejoras para los pobladores de las Sierras Grandes. Acheral, en la provincia de Tucumán, es la que Don Atahualpa Yupanqui mencionara como “deliciosa aldea” en el relato previo a su zamba Luna Tucumana cantada por Los Tucu Tucu. La Aldea, Comisión Permanente de Homenaje a Atahualpa Yupanqui, organiza periódicamente cabalgatas desde esa población hasta Tafí del Valle, evocando las travesías que hiciera Don Ata, subiendo el cerro con la Luna como única compañía y “siempre en montao”.

Nuestro Alero Quichua ya participó en una de las “Lunatas” previas a la partida de los jinetes, llevando el canto yupanquiano inspirado en Santiago del Estero, en el que no falta el quichua como por ejemplo en la chacarera La Olvidada: “Vidítay, ámaj ckonckaychu... (Mi vidita, no olvides...), o La Alabanza, que contiene varias palabras en quichua, seguramente aprendidas de Los Hermanos Díaz y demás quichuistas con quienes Atahualpa trató en sus andanzas por nuestra provincia. Volveremos en otra Lunata. La Aldea ya hizo también cabalgata desde Acheral hasta el Cerro Colorado, en la provincia de Córdoba, donde descansan los restos del insigne cantor y autor criollo.

Cada mes de Agosto, para el aniversario del fallecimiento del General Don José de San Martín, en Santiago del Estero se hace una cabalgata siguiendo parte del recorrido que hiciera el Padre de la Patria por el Camino Real. Este año se hizo desde Manogasta hasta la ciudad de Santiago, con la participación de distintas agrupaciones gauchas y tradicionalistas de nuestra provincia. Las grandes epopeyas continentales, nacionales y provinciales se hicieron de a caballo. El General San Martín, Manuel Belgrano, Martín Miguel de Güemes, el Coronel Borges, Juan Felipe Ibarra... todos fueron gente de a caballo.

En esas patriadas no faltó tampoco la mula, animal de carga por excelencia. José Hernández, en su Martín Fierro nos recuerda la gran importancia del caballo en la vida del gaucho y del indio pampa. Fierro lo menciona por momentos como matungo, que es una palabra gauchesca para designar al caballo viejo, de mal aspecto y poca energía.

También dice matucho, que suena parecido a matungo y a la expresión de nuestra región “matushu”, con la que se designa a un animal con muchas mataduras, producto de un uso abusivo o inadecuado de las monturas o arreos, o cualquier tipo de maltrato, generalmente acumulado a lo largo de años de sufrimiento, por lo que matungo y matucho (o matushu) serían palabras indicativas de que nos referimos a un animal muy ajetreado. El gaucho también utiliza expresiones un poco irónicas o despectivas sin necesidad aparente, por lo que no debe extrañar que el tal matungo de Martín Fierro fuese un animal en muy buenas condiciones.

Nuestros cantores y decidores quichuistas tienen presentes a los équidos (caballo, burro, mula), como por ejemplo en la coplita: “Caballuta mana apis/ burritapi púrej cani./ Castillata mana yachas/ quichuallapi cántaj cani.” (Yo, no teniendo caballo/ en burrita suelo andar. No sabiendo castellano/ en quichua suelo cantar).

La Patria se hizo a caballo, y se sigue haciendo Patria montados en sueños realizados a la luz de las ganas de servir a nuestro prójimo, a nuestros descendientes y a los descendientes de la gente de nuestro terruño.

27 de Octubre de 2.015.

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