Por Crístian Ramón Verduc
26/07/2016
Estuvimos festejando aniversarios.

Nuestro país está en el año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia. La ciudad de Santiago del Estero tuvo sus festejos por los 463 años de existencia continua, y lo celebró con una gran exposición de la capacidad artística de muchos de sus hijos. En los días de receso escolar invernal, una masiva afluencia turística llena las calles de las ciudades santiagueñas.

El clima festivo se presenta no sólo en la Ciudad Madre de Ciudades, sino también en otros importantes puntos de la provincia. Villa Atamishqui festejó el cumpleaños número 45 de Las Sachaguitarras Atamisqueñas; las ciudades de Forres y Fernández celebraron un nuevo aniversario de sus respectivas creaciones y, así como las nombradas, otras ciudades y pueblos de nuestra extensa provincia agasajaron a sus habitantes y a quienes llegan de visita, con un clima festivo, el que además estuvo acompañado por días de frío moderado y sin lluvia, como si la Naturaleza misma fuese parte de las fiestas.

Los festejos por el aniversario de la ciudad de Santiago del Estero tuvieron manifestaciones para todos los gustos; en varios casos y aspectos se notaba que prevalecía el gusto de quien organizaba o disponía de algún margen de decisión, por sobre el buen criterio que indica mostrar un Santiago auténticamente santiagueño. Los detalles a corregir han de tenerse en cuenta en los meses anteriores a la próxima celebración, seguramente.

Una particularidad que tiene la mayoría del pueblo santiagueño, es la de tratar de mimetizarse con los otros, a los que considera dominantes. Por eso, cuando el santiagueño viaja a Buenos Aires, vuelve de allá “más porteño que los porteños”, y algo similar le ocurre cuando recibe a la gente de otros pagos o las distintas manifestaciones culturales y comerciales ajenas a nuestro ámbito. Esta particularidad, que no nos es exclusiva, nos lleva a ser buenos consumidores de los productos que nos venden desde el puerto de Buenos Aires, en un intercambio desparejo, pues lo nuestro parece ser poco apreciado, incluso por nosotros mismos.

Una actitud nuestra que llama la atención es que, cuando hablamos de las características de Santiago del Estero, prolijamente enumeramos nuestros valores culturales, como ser la memoria de los próceres olvidados, las manifestaciones artísticas tradicionales y el quichua. Es justo reconocer que en los festejos de este año hubo un poco más de espacios para que una gran parte de los numerosos artistas santiagueños expongan su talento, pese a que la tendencia cotidiana es la de ocultar lo nuestro, mientras se trabaja para favorecer lo que llega de afuera y pasa. En diversos lugares y momentos, algunos de ellos especialmente importantes, los santiagueños procuramos mostrar al turista que aquí va a estar igual que en su casa, lo que deja cierta frustración en el visitante que quiere ver el Santiago del Estero que tanto se declama en las propagandas turísticas.

El quichua, muy mencionado y poco cultivado por los “puebleros” (gente de las ciudades) sigue quedando en las periferias, especialmente a la hora de recibir las visitas. En algunos casos, cuando los organizadores de algo se ven superados por los acontecimientos o los reclamos de los turistas, “escarban” apurados en busca de quichuistas, generalmente en el lugar equivocado, entre gente que no practica el quichua y poco dispuesta a reconocer sus limitaciones culturales en lo referido a lo auténtico de nuestra provincia.

El quichua, muy mencionado y poco cultivado por los “puebleros” (gente de las ciudades) sigue quedando en las periferias, especialmente a la hora de recibir las visitas. En algunos casos, cuando los organizadores de algo se ven superados por los acontecimientos o los reclamos de los turistas, “escarban” apurados en busca de quichuistas, generalmente en el lugar equivocado, entre gente que no practica el quichua y poco dispuesta a reconocer sus limitaciones culturales en lo referido a lo auténtico de nuestra provincia.

El mes de Julio es mes de vacaciones escolares de Invierno y época de fiesta. Es un tiempo propicio para los negocios; es tiempo de ventas; por eso, los visionarios comerciantes de nuestro pago arman apurados sus escaparates y los llenan de productos que parecen regionales, hasta que uno mira bien y descubre que proceden de otros lugares, lo cual incluye en muchos casos las manifestaciones folclóricas.

¿Y el tan nombrado quichua, particularidad del santiagueño dentro de nuestro país? “El quichua anda bien, gracias por preguntar”, sería una respuesta. En medio de la maraña de grabaciones, publicaciones y actuaciones que se quiere vender al turista invernal, el folclore tradicional pugna por asomar la cabeza y, poco menos que “prendido a la cola” del folclore tradicional, el quichua procura también un espacio.

Cuando el turista pregunta por el quichua a los promotores de algo, invariablemente éstos les encargan a los “todistas” de siempre que les solucionen el asunto, logrando así una serie de respuestas vagas, tanto habladas como cantadas. El quichua sigue siendo desplazado hacia las orillas en los festejos santiagueños, salvo escasas y honrosas excepciones. Esta afirmación puede resultar chocante, pero para confirmarla vaya un ejemplo: El Domingo 24 de Julio, día en que comenzamos la aproximación a la parte culminante de los festejos por el aniversario de nuestra ciudad, el programa radial de nuestro Alero Quichua Santiagueño fue silenciado y dejado de lado, para que la emisora estatal que nos brinda un espacio pueda transmitir un rutinario programa desde Buenos Aires y también comenzar la transmisión desde los lugares de festejo en nuestra ciudad, festejos que en esas horas estaban cargados de música que no representa a Santiago del Estero, sino que es la música que una gran masa de la población argentina consume todos los días del año.

Para lo que resta de este año nos queda, en el mejor de los casos, una veintena de oportunidades para difundir el quichua y los aspectos auténticos del Santiago del Estero tradicional. Estamos a fin del mes de Julio y apenas se han emitido cuatro programas, retaceados en cuanto a su duración. El centralismo del sistema federal de radiodifusión está relegando al quichua hacia las orillas en forma más notable que lo habitual. Es obligación moral de los santiagueños hacer notar que la Nación está conformada por un conjunto de provincias, que Santiago del Estero es una de ellas y, por lo tanto, merecedora de un trato respetuoso y justo.

La cultura se ocupa del pasado, del presente y del futuro. Las inversiones materiales inteligentes se ocupan del presente con proyección al futuro, sobre la base de las experiencias pasadas. Los negocitos rápidos, efímeros y al menudeo, se ocupan de lo inmediato, de lo liviano y barato, lo que se vende mucho.

Es necesario pensar el quichua, pensar Santiago del Estero y pensar Argentina con una visión inteligente y apasionada, procurando afirmar nuestras raíces culturales, evitando así que de una vez por todas nos devoren los de afuera.

26 de Julio de 2016.

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