Por Crístian Ramón Verduc
03/01/2017
“¿Dónde vas a estar mejor que aquí?”

Preguntó un santiagueño a otro en plena reunión. En cada final de año, muchos habitantes de Buenos Aires, otras grandes ciudades, la Patagonia e incluso de otros países, viajan hacia su provincia natal para pasar las tradicionales fiestas de fin de año junto a sus padres o hermanos. Un caso especial es el del santiagueño, quien apenas puede emigra hacia lugares prometedores en cuanto a progreso material, pero una vez salido de Santiago del Estero, la nostalgia carcome su alma.

El santiagueño o, en todo caso, el provinciano en general, sufre por haberse alejado del pago querido, pero insiste en su afán por conseguir el bienestar y asegurar un futuro próspero para los suyos. Ese deseo de progreso lo lleva a andar los caminos de la Patria o de lugares muy lejanos hasta conseguir una fuente de ingresos acordes a sus aspiraciones y capacidad. Suelen decir que hay santiagueños por todo el mundo, y es muy posible que sea así.

El santiagueño que emigró, primero procura afianzarse en el lugar elegido, al tiempo que comienza a enviar alguna ayuda a sus mayores, que quedaron en el pago querido esperando sus noticias; después junta un dinero para volver a su tierra para una fecha importante, la que puede ser para Carnaval, o para la fiesta de Mailín, o en Julio, para el aniversario de la Madre de Ciudades y otras poblaciones, o puede ser para los festejos bandeños de Agosto y Septiembre, o para la Virgen de Sumampa, la Virgen de Loreto o para alguna fiesta familiar.

También están quienes vienen en la época de las fiestas de fin de año: Navidad y Año Nuevo. Un poco a contramano de la gente que entra en vacaciones y viaja hacia las montañas o hacia el litoral marítimo, el santiagueño viaja en Verano hacia su caluroso pago querido.

Y es muy lindo estar en Santiago del Estero en esta época en que hay motivos para festejar. En todas partes, cuando se acerca el día de mudanza de año, la gente acostumbra hacer un balance de lo acontecido en los últimos doce meses y formularse planes para el año que está por comenzar. También es el tiempo en que se reúnen para despedir el año; todos los días o, mejor dicho, todas las noches, ocurre alguna despedida del año: Puede ser una reunión de los ex compañeros de escuela, de los empleados de un lugar de trabajo, de un club deportivo, de la familia previendo que algunos irán hacia otros lugares para “las Navidades”, etc. Estas reuniones se hacen en casi todo el país, pero sin duda en nuestra provincia adquieren un toque muy particular, y van siendo más frecuentes a medida que se aproxima el 31 de Diciembre.

En la ciudad de Santiago del Estero, además de las correrías por las compras para Navidad y Año Nuevo, la gente acostumbra ir al centro de la ciudad para encontrarse con amigos y “para ver qué hay”. En el centro hay mucho para ver, pues además de los habituales músicos que alegran las horas de los paseantes, se puede encontrar rostros queridos que hace tiempo no se veía por causa de la distancia o las obligaciones.

El 31 de Diciembre por la mañana suele haber una cierta tensión en el centro de la ciudad, pues anda gente muy apurada por sus compras de último momento, previendo que al día siguiente no habrá negocios abiertos. La gente se apura por comprar, como queriendo ganar unos a otros el derecho a llevar tal o cual mercadería, como si en vez de estar por terminar un año estuviese por acabarse el mundo; hay ciertos comentarios jocosos respecto a estas actividades.

También se acostumbra para el último día del año, una vez hechas las compras, sentarse a la mesa de un bar para compartir un brindis con alguien que ha sido citado previamente, aunque también suele ocurrir con los encontrados casualmente en esa última mañana del año. En medio de esos alegres grupos humanos, suelen aparecer los músicos y cantores, los que avivan el sentimiento de pertenencia a la provincia por medio del canto criollo y el baile espontáneo. Es como si fuese que en esos momentos previos al final de un período descubrimos que nos debemos a nosotros mismos un poco más de lo auténticamente nuestro.

Cada 31 de Diciembre, desde la mañana temprano, cuando no desde los días anteriores, Santiago del Estero se viste de fiesta. Se da por terminado un período y se hace una pausa para encarar uno nuevo con más bríos y objetivos más claros. Toda esa fiesta está llena de chacareras, gatos, escondidos y zambas que hablan de la alegría que uno siente por pertenecer a esta tierra y la nostalgia que sufre si anda lejos. En esos momentos fiesteros, el santiagueño que emigró por trabajo y volvió al pago en busca de sus afectos más profundos, pregunta a quien tiene cerca, como una pregunta a sí mismo: “¿Dónde vas a estar mejor que en Santiago del Estero”. En esos momentos no importa que estemos sintiendo una de las temperaturas más altas del país, que a muchos les parezca poco razonable andar en la calle, “en las guitarreadas”, en el mediodía y la tórrida siesta. Lo importante es la calidez humana y la hermandad que se siente al expresar juntos el amor por el terruño.

En medio de los cantares criollos, no ha de faltar un cantor que cante en quichua, aunque sea unas pocas palabras dentro de una pieza musical. Se puede observar cada vez con mayor frecuencia la aparición de cantores que incursionan en el canto bilingüe, con la creciente aceptación del pueblo. Ello es un buen síntoma, pues es posible que el quichua, un poco relegado a segundo plano en las últimas décadas, vuelva a interesar a quienes quieran mostrar una propuesta diferente en el canto. Es muy posible que a nuestra gente le resulte fácil iniciarse en el quichua cantando, para después comenzar a hablarlo.

Cada uno hace su balance anual y se propone metas para el año entrante. Desde el grupo de amantes del quichua que nos reunimos a la sombra del Alero Quichua Santiagueño, podemos decir que en el año que terminó se ha avanzado en la difusión del quichua, que hay mucho más por hacer y queremos hacerlo durante el año que estamos comenzando.

En este año en el que vamos entrando más rápido que lo pensado, nos proponemos promover más el canto y el habla quichua. Veremos de utilizar bien las herramientas que hay disponibles para ello. Cusi huata íshcay huarancka chunca canchisníoj. Feliz año dos mil diecisiete.

03 de Enero de 2017.

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