Por Crístian Ramón Verduc
04/09/2018
"Con el corazón cansado de tanto penar, mirando pasar los años…nostalgias que van a encontrarse en la alborada con mi recordar…"

Dice Don Fortunato Juárez en su gato El Fatigao (música de Orlando Gerez). Tantas andanzas, tantas emociones, tantas vivencias intensas desde la infancia allá en su Loreto natal, posiblemente hayan fatigado su corazón.

Changuito nomás, vino junto a toda su familia a la ciudad de Santiago del Estero, donde desde chico se ha relacionado muy bien con toda la gente a quien trataba. Poco a poco ha ido abriéndose camino en la música criolla, un poco con sus hermanos, otro poco solo. Como autor ha sido prolífico, ideando temas de distintos ritmos en letra y música, o compartiendo creaciones con otros músicos o autores.

Se puede decir que Don Fortunato era amigo de todos, pues a todos trataba con una amable sonrisa y era generoso a la hora de explicar algo, ya fuese un alumno de canto y guitarra o alguien que preguntó sobre cualquier cosa. Desde chico le ha tocado trabajar duro para poder sobrevivir. En la zamba Plaza Libertad recuerda que en su infancia era lustrín (lustrador de zapatos) y canillita (vendedor de diarios) para llevar “moneditas” a su madre. El diminutivo, tan empleado por la gente criolla como una expresión de afecto, toma en este caso un sentido más amplio, en el que valora esos “pesitos” que llevaba a la casa, a la vez que siente que era poco y por lo tanto debía trabajar más.

Don Fortunato Juárez ha sido hombre de trabajo, responsable y serio en cuanto al cumplimiento de obligaciones. Cuando tomaba la guitarra para cantar, una gran sonrisa se abría en su rostro, pues lo que más le gustaba era tocar la guitarra y cantar. En muchas ocasiones se lo ha visto ponerse a tocar la guitarra y cantar en ayunas, como si fuese que mientras los demás estaban pensando en alimentarse con un buen mate cocido y chipaco, Don Fortu desayunaba a su corazón con el canto criollo. No por eso despreciaba una mesa servida, pero el cantar estaba primero en el orden de prioridades.

Siendo ya un autor reconocido a nivel nacional, sus actitudes eran adornadas por la sencillez, sin pretensiones, sin afán por aparecer como la gran figura que de hecho lo era. Don Fortu no tenía ningún inconveniente en acompañar a un cantor principiante, al igual que lo haría si se tratase de un colega famoso. Acompañaba por el gusto de tocar la guitarra y de escuchar que alguien cantaba o tocaba un instrumento.

Integrando Los Hermanos Juárez solía actuar en peñas y festivales en nuestra ciudad, en otros lugares de Santiago del Estero u otras provincias. Solían ir a Rosario (provincia de Santa Fe), donde eran muy requeridos por los bailarines para las danzas tradicionales. Si no tenía compromiso de actuación con sus hermanos, Don Fortunato iba a donde fuese llamado para cantar o para cumplir un papel en algún cuadro costumbrista. Su afán era el de andar y compartir las expresiones criollas.  

En el conjunto Los Hermanos Juárez tocaba la guitarra y hacía segunda voz a su hermano Esteban (Chango), que tocaba el bombo, mientras Sabino también cantaba y hacía maravillas con la guitarra, a la par del violín de Don Higinio y el bandoneón de Carlos, hijo de Don Higinio. “Carlitos” reemplazaba a un tío suyo, que estuvo en los primeros tiempos del conjunto.  

Don Fortunato ha sido parte de nuestro Alero Quichua desde los comienzos, apenas tuvo noticias de un movimiento nativista en el que hacían Patria amigos suyos, como Don Sixto Palavecino, Felipe Corpos, luego Cacho Lobo, con el que solía compartir lindas guitarreadas, de donde saldrían creaciones como Canto al algarrobo, Apretando tu retrato, No existo en tus sueños, Mi pago y mis coplas, Esta extraña realidad, El gato de las farras.

No todo ha sido alegrías en la vida de El Maestro Loretano. Además de sus primeros difíciles años en la ciudad de Santiago, después ha sufrido los vaivenes económicos de cualquier familia con origen humilde. Se ha casado y enviudado, con el dolor que ello implica, al punto de escribir con Exequiel Espíndola la polca Tristezas de un corazón (Mas tengo miedo que otra vez la muerte impía, destroce mi alma y se lleve a mi querida…).

También es digno de tener en cuenta que la vida de un artista viajero no es toda alegrías, sino que también tiene sus avatares, pero aún en las peores adversidades, Don Fortunato supo ser el paciente pacificador, con una sonrisa entre optimista y resignada.

Dicen que si uno aguanta callado los dolores y no los exterioriza, por más que sea con el noble fin de no llevar zozobra a los demás, el interior del cuerpo sufre y el corazón comienza a fatigarse. Algo de eso habrá comenzado a sentir el cantor loretano para escribir su gato El Fatigao.

Tiempo después, casado nuevamente, con quien sería su compañera incluso en los viajes con el Alero Quichua Santiagueño y con el grupo folclórico de Carmen Chazarreta, el corazón de el autor volvía a sentirse bien. La compañera de sus últimos años ha sido Francisca Roldán, a quien llamábamos Betty; Don Fortunato le decía La Panchita, destinataria de la chacarera ¿Qué se habrá hecho la Panchita?  

Años después, los médicos detectaron en el insigne autor serios problemas cardíacos. Preocupado pero sin perder su invencible sonrisa, Don Fortu escribió un nuevo tema para el cancionero: ¿Qué te pasa corazón?

En distintas etapas del Alero Quichua Santiagueño hemos podido disfrutar de la amistad y bondad de Don Fortunato Juárez, enriquecedor del cancionero nacional con una gran cantidad de temas folclóricos que son cantados por intérpretes de distintas épocas: Chacarera del tren mixto, Bienhaiga con el Mocito, Para mi Pago, Ahicito nomás, Así era mi Mama, Loretano Soy, El Violín de Tatacu, Chacarera del Chilalo, El Huajchito, Sumampa Viejo, Plaza Libertad, Soy Santiagueño que Vuelve, El Linyerita, Paisanita de mi Pago, Chacarera de los bichos, Chacarera de mi flor, Costanera de Santa Fe, Sonia Nancy, Fanny Noemí, El Fatigao, Gatito del Santiagueño, Luz de mis ojos, Violincito santiagueño, Tristezas de un corazón, etc.

El gusto de Don Fortunato era tocar la guitarra, cantar, crear cantos criollos y enseñar a quien se lo pidiese. Muchos de quienes fueran sus alumnos ahora cantan solos o en conjuntos, ya sea en Santiago o en Buenos Aires.

Con el corazón definitivamente fatigado, Don Fortunato Juárez falleció el 7 de Septiembre de 2000. Uno de sus tantos alumnos, Marcelo Salvatierra, a la semana de tan triste partida, escribió la chacarera Al Maestro Loretano, la que ha sido grabada por RaMa Dúo.

En el gato El Fatigao, Don Fortu expresa un deseo: “Y en las gargantas sedientas volver a cantar”. Hoy, a dieciocho años de su partida, son muchas las gargantas sedientas de arte nativo que recurren a las creaciones de Don Fortunato, y hacen que el Maestro Loretano vuelva a cantar en sus voces.

04 de Septiembre de 2.018.

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