"No me gusta incomodar ni conversar con cualquiera; mas si alguno se aburriera por culpa de lo que digo, o se tapa los oídos o puede irse pa` fuera". Alfredo Ábalos ha sido un hombre de personalidad fuerte y de una cabal sinceridad. Parte de esa personalidad se refleja en la chacarera La Doble Sentenciosa; la música de este tema es de Alfredo Ábalos y la letra de Oscar Valles, pero el decir de esta chacarera doble se parece muchísimo a los pensamientos que solía expresar el cantor santiagueño.   

Alfredo Ábalos nació en San Fernando, provincia de Buenos Aires. Contaba que su padre y su tío tocaban instrumentos musicales, que su abuelo había sido de La Banda y que de ahí venía su amor por la música santiagueña; también contaba que en su juventud gustaba de ir a una peña en Béccar, ciudad que está en la misma línea de ferrocarril que San Fernando. En esa peña bailaba folclore y al final solían quedar unos pocos en una guitarreada bien conversada. Ahí había conocido a un artista que tiempo después lo había invitado a tocar el bombo en su conjunto. Así comenzó su actividad en los escenarios, mostrando su capacidad para cantar cualquier género musical, pero con una gran preferencia por el folclore santiagueño.

Podría haber hecho carrera como cantor de tangos, pues calidad para ello tenía de sobra, pero el gusto y las circunstancias de la vida lo hicieron cantor santiagueño. Sus primeras grabaciones ya muestran su calidad, cantando a distintas regiones de nuestro país, impresionando con la interpretación de las zambas y siendo prolijo en la pronunciación del quichua cuando cantaba en el idioma de nuestros mayores.

Naciendo la década del `70 se vino a vivir en Santiago del Estero y formó una familia cancionera con la docente y cantora santiagueña Muni Santillán. Se afincaron en el barrio 8 de Abril; contaba Don Alfredo que el fondo de su casa era llamado por Felipe Corpos “el guitarreadero del Gordo Ábalos”, ya que era el lugar para compartir “un asadito” y formar ruedas musiqueras con amigos folcloristas, como Miguel Simón, Don Sixto Palavecino, Felipe Corpos, Horacio Guarany, Antonio Tarragó Ros, entre muchos otros.

Es socio fundador de la Sociedad de Folkloristas Santiagueños. En su casa se realizaron reuniones organizativas, con la presencia de Miguel Simón, Cacho Lobo, Don Sixto Palavecino, Don José Marcelino Ruiz, Carlos Miguel Fuentes y otras personalidades del folclore santiagueño. En una ocasión, al percibir que Don Sixto quería tomar la palabra, dijo: "Escuchen, que mi viejito quiere decir algo".

Era muy amigo de Felipe Corpos. No deja de llamar la atención que durante unos años luciera un bigote similar al de Felipe. Alfredo Ábalos habló en el sello Diapasón para que el Alero Quichua Santiagueño pudiese grabar su primer disco, del que él mismo y Corpos fueron los encargados de la compaginación y coordinación general.

Ha grabado una gran cantidad de discos, recorriendo el país musical con su voz, cantando hermosas tonadas, tango, chamamé, zambas, milongas y especialmente chacareras. Entre las chacareras grabadas por Alfredo Ábalos, están las de autores tucumanos, como la Chacarera del 55 de Los Hermanos Núñez, o La ene ene, del autor cordobés Aníbal Cufré y el compositor sanjuanino Remberto Narváez, pero dedicó su voz más que nada a las chacareras santiagueñas.

Decía el cantor que si hubiese querido ganar dinero, se habría dedicado a cantar otras cosas. Su gusto era cantar lo que consideraba auténtico, bello e interesante; alguna vez se lo escuchó decir que las empresas grabadoras le pedían más zambas "aboleradas" (románticas), pero si alguna vez le exigieron incluir algo que no fuese de su agrado, no lo ha sido dicho y, de haber sido así, imaginamos la enérgica respuesta que habrían recibido del artista, que ha sido firme en sus convicciones hasta el último acorde.

Supo cantar con maestría sin igual al amor en temas como Zamba de la despedida triste, Mujer y amiga, Déjame estar, Hacia tu adiós, Por ella; cantó a la tristeza profunda en Zamba del silencio; supo cantar a nuestra tierra, su gente y sus costumbres en temas como La Pedro Caceres, De Los Lagos, Tradiciones santiagueñas, Pancho Raco, Coplas de chacarera, De los jumes ; cantó a nuestro río en Viejo Río Dulce, Romance del Río Dulce; el canto quichua aparece en Una Tradición, La Jose Juárez, Gato del vidalero. Su fuerte amor hacia el pago se patentiza en Santiago vive en mi zamba, y habría mucho más para comentar, por que este cantor le dedicó muchos años al arte de cantar y decir, o de decir cantando.   

Algunas de sus grabaciones coincidían fielmente con las ideas que expresaba en las conversaciones o cuando en las actuaciones hablaba entre tema y tema, como por ejemplo la chacarera Por unas pocas monedas, de Juan Carlos Carabajal y Martín Ábalos Santillán, en cuyo estribillo es contundente: "Dios hai querer que nunca por el camino me pierda, y venda el alma al diablo por unas pocas monedas."  Le cantó a su barrio santiagueño y su gente en la chacarera Mi barrio ocho de Abril, creada con Oscar Valles: "Recuerdo que Mañu Luna siempre me sabía decir: No hai haber gente más criolla que la del Ocho de Abril."

Integrado totalmente a su lugar de residencia, en el frente de su casa tiene pintado el escudo del Club Atlético Mitre, representante deportivo de "el ocho". Hace un tiempo dejó de ir ocasionalmente al centro para un café conversado con amigos, o sacar una silla para sentarse en la vereda de su casa por las mañanas, pero siguió recibiendo visitas. Poco a poco, los pies que otrora fueran bailarines, fueron pidiéndole quedarse en casa para evitar cansancios dolorosos.

En un reportaje para la televisión, el autor Juan Carlos Carabajal definió a Alfredo Ábalos como un ser humano inimitable. Hoy, el payador Lázaro Moreno dice en la estrofa final de un poema: "Canten los que están con vida; los ángeles están de fiesta, que Alfredo Ábalos se ha vuelto la voz de la chacarera."

Ayer, 24 de Septiembre de 2018, día en que conmemoramos la Batalla de Tucumán (1812) y el día de Nuestra Señora de las Mercedes, antes de la hora en que Inti anuncia su aparición en el Este, uno de los grandes cantores argentinos recibía la merced del descanso en paz: Alfredo Ábalos partía de la vida terrenal para entrar definitivamente al firmamento donde descansan y son nuestras guías las grandes figuras del arte nativo. Antes de las cinco de la mañana, Don Alfredo, "El Gordo Ábalos", daba su acorde final en esta tierra.

"Y ya me voy despacito como potro pal corral; y si a alguien le cae mal mi simple palabrerío, igual seguiré en lo mío hasta el acorde final".

25 de Septiembre de 2.018.