Por Crístian Ramón Verduc
11/12/2018
"Cuando ustedes, se van, aquí quedamos como perdidos… solos".

Solía decir una señora de una localidad no muy lejana a la ciudad de Santiago del Estero. Cuando su familia tenía un acontecimiento particularmente importante, ellos invitaban a la gente del Alero Quichua para ser parte de la fiesta que organizaban.

Una vez terminada la audición radial, quienes disponían de un vehículo llevaban a otros y en menos de una hora, todo el grupo estaba en la casa donde habían escuchado el programa y estaban esperando la llegada de “los del Alero”. La mesa estaba pronta, lista para que se sirva lo que los dueños de casa, familias y vecinos habían preparado. La llegada del grupo quichuista era plena de alegría, con saludos afectuosos y algunas chanzas entre los que se tenían más confianza, como los desafíos para pelear entre el dueño de casa y “Shaticu” Suárez, que finalmente terminaba trenzándose en una espectacular “pelea” con Carlos González. El combate simulado concluía entre risas de todos y alivio de quienes presenciaban por primera vez la convincente actuación. Todo ello formaba parte de la alegría reinante por causa del encuentro con gente querida.

Después de la mesa compartida entre conversaciones, brindis y saludos a quienes iban agregándose al encuentro, alguien tomaba una guitarra y comenzaba a cantar; entonces comenzaban a sonar más instrumentos y se formaba la rueda cancionera, parecida a la rueda del mate, en la que cada uno tiene su turno hasta completar la vuelta y comenzar de nuevo. Ahí cantaban los que habían venido de Santiago y los valores locales; cada uno quería exponer lo suyo, como quien hace una ofrenda de amistad.

Cuando tocaban los músicos conocidos a nivel popular, como Don Sixto Palavecino, Orlando Gerez, o Fortunato Juárez, paraban las conversaciones dispersas y todos prestaban silenciosa atención. En esa época ninguno de los presentes tenía teléfono celular, grabador o cámara fotográfica, así que esos momentos han sido guardados en el corazón de cada uno.

En la rueda musiquera aparecían también cuentos, dichos, breves relatos jocosos, recitados; no faltaba la danza y, cuando uno menos pensaba, el Sol comenzaba a despedirse desde el Oeste, más allá de la ruta.

Cerca de la puesta del Sol, comenzaba la despedida y abordaje de los vehículos para volver a la ciudad; era el momento en que la dueña de casa, comentaba con una sonrisa tristona: “Ahora vamos a quedar como perdidos…”

Lo relatado corresponde a hechos de hace apenas unos treinta o cuarenta años, pero hubo muchos cambios en la vida cotidiana desde entonces. En esa época, la visita de la gente del Alero Quichua quedaba como tema de conversación para la mesa del mediodía o de la cena, o para las noches calurosas, cuando se dormía en el patio, mirando las estrellas o las nubes, escuchando el gorjeo del ñan árcaj (atajacaminos) y las distintas voces del monte cercano.

El saber que vendrían las visitas era motivo para preparativos durante unos días previos al acontecimiento. La actividad destinada a hacer sentir de la mejor manera a los puebleros iba en aumento, hasta el momento de la despedida, cuando al asentarse la polvareda del último vehículo alejándose por “la banquina del canal” indicaba que volvía la rutina, las tareas de siempre, ese sentirse “como perdidos” por falta de un objetivo que tenía fecha y hora cercanas.

Era Enero; un integrante del Alero Quichua entró al negocio de un amigo para saludarlo y expresarle deseos de prosperidad por el comienzo de otro año, siendo recibido con la alegría de siempre. Luego, conversando sobre las recientes fiestas de fin de año, el comerciante le dijo: “En esta época los oyentes de radio extrañamos mucho al Alero Quichua… ¿Falta mucho para que vuelva?” Para unos, es una certeza que cada fin de año nuestro Alero hace una pausa y al año siguiente vuelve, en el mes de Marzo, pero no falta quien con mucha cautela pregunta si volvemos en ese mes. Eso es amor por las manifestaciones tradicionales bilingües, expresado en forma de temor oculto por un eventual cierre definitivo.

En Diciembre de 1.974 hubo entre los oyentes una gran preocupación, aparte de la gran tristeza y sorpresa por el fallecimiento de Felipe Corpos el 13 de Diciembre. ¿Quién conduciría el Alero Quichua? ¿Podría el querido y escuchado Alero sobrevivir a semejante desgracia? El Domingo de esa semana la radio estuvo desierta, salvo por el operador y dos jóvenes a quienes Corpos había encargado hacer el programa mientras él esperaba recuperarse del accidente que finalmente lo llevaría a la muerte.

La muerte de Felipe Corpos ha sido el primer golpe fuerte que debió resistir el Alero Quichua, y con ese golpe comenzó a hacerse más fuerte y preparado para resistir los vendavales de la vida. Con el paso de los años, hemos sufrido otras grandes pérdidas, entre ellas la de Don Sixto hace poco más de nueve años y la de Rubén Palavecino un día después del segundo programa del ciclo radial de este año.

Estamos a punto de emitir el último programa del ciclo 2018, ciclo que lleva el nombre Fundación Tárpuy. En el año que está por comenzar, nuestro Alero cumplirá cincuenta años de existencia, medio siglo compartiendo los mediodías de Domingo con los oyentes, antes a nivel provincial y ahora con audiencia internacional inclusive.

Se dieron muchos cambios en estas cuatro décadas con nueve años, pero siempre el nombre Alero Quichua Santiagueño ha sido la guía para no perder el rumbo, el que nos lleva hacia la valorización y difusión del quichua, de los auténticos valores nativistas santiagueños, desde un espacio abierto como lo es el alero de una casa.

Tenemos planes para el año del cincuentenario de nuestro programa radial y en los meses de receso hay que trabajar sobre ello, pero igual, la despedida en la radio, anunciando que volveremos a mediados de Marzo, va a tener el sabor agridulce de las despedidas.

Una vez finalizado el programa del Domingo 16 de Diciembre, vamos a quedar como perdidos… comenzando a sentir la falta del encuentro radial de cada Domingo.      

11 de Diciembre de 2.018.

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Alero Quichua
  • Radio Norteña, AM 1520
    Grand Bourg (Provincia de Buenos Aires)
    Domingos de 11 a 13 horas
    Director: José Barraza
Alero Quichua Santiagueño
La audición radial se caracteriza por su espontaneidad, no se elabora un libreto en razón de que el programa se hace en vivo con la participación del público que se hace presente en el Salón Auditorium.
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