Por Crístian Ramón Verduc
18/12/2018
"No por mucho madrugar amanece más temprano", suelen decir.

Es un modo de advertir que, por más apresurado que uno sea, los mecanismos naturales no van a ser alterados.

Objetivamente, de Junio a Diciembre de cada año, ya sea que madruguemos o no, cada día amanece más temprano en la parte del mundo en que vivimos. Si nos levantamos habitualmente a la misma hora, cada día vemos amanecer más temprano y el Sol se muestra a una altura cada vez mayor para un mismo horario, excepto para el mediodía, que es inamovible durante todo el año.

Este Viernes llegaremos al Solsticio de Diciembre, cuando en el Hemisferio Sur tenemos la noche más corta del año y el día más largo. A partir del Sábado 22, el proceso natural será inverso y, por más que madruguemos, cada día amanecerá un poquito más tarde y cada atardecer llegará más temprano. Son cambios casi imperceptibles de un día para otro, pero la gente que concurre a escuelas, por ejemplo, especialmente por la mañana, va a notar una gran diferencia entre el amanecer de Diciembre y el de Marzo. También suelen percibirlo en el receso de Invierno.

Llamamos madrugada al amanecer, al hermoso momento en que el Sol aparece sobre la línea del horizonte. Extendemos el término para las horas previas a partir de la medianoche; así es que decimos: “Diez de la noche, once de la noche, doce de la noche o medianoche, una de la madrugada (o de la mañana)” hasta que cerca del amanecer comenzamos a decir solamente “de la mañana” (cinco de la mañana, seis de la mañana).

Gente que conoce la etimología de las palabras, dice que madrugar viene del latín, de una palabra que significa apresurarse, hacer algo pronto, hacer madurar. Entonces, en la madrugada madura el día y tenemos que madrugar, apresurarnos, apurarnos para no perder el hermoso espectáculo del amanecer, ese momento trascendente de cada jornada, cuando los pájaros alegremente anuncian que cada uno está en su nido y en su territorio.

En quichua, a los momentos previos al amanecer, cuando la creciente claridad anuncia la aparición de Inti (el Sol), los llamamos cancha cancha, relativizando con la reiteración el concepto de claridad o de claro, que tiene la palabra cancha.

A partir de que nos levantamos, comenzamos con nuestras actividades matutinas. En esta época del año, antes de salir debemos mirar por la ventana o asomarnos al alero de la casa, para saber cómo está el tiempo y calcular cómo será el día, que puede ser soleado y caluroso, o lluvioso y con un fresco viento del Sur. Un pícaro paisano decía que todas las lluvias matinales terminan al mediodía, pues si continúan pasan a ser lluvias vespertinas.

Matutino y matinal, provienen también del latín, según yachajcuna (los que saben). Los antiguos romanos tenían entre sus deidades a Matuta, la diosa del amanecer, de los recién nacidos, del mar y de los puertos. La palabra maturare sería madre de las palabras madurar, madrugar, matinal, matutino, prematuro (bebé nacido antes de tiempo, antes de madurar totalmente, apresurado como quien madruga); chaina nincu (así dicen).

“Apenas de madrugada comienza el monte a vivir, con coro de chalchaleros, de huiñis y quetubís”, dice la Chacarera del Monte (José Antonio Faro y Luis Alberto Peralta Luna). La madrugada, el amanecer, es todo un canto a la vida por parte de los seres diurnos. Pese a que actividades laborales y otras circunstancias puedan hacer que el ser humano haga algo de vida nocturna, somos seres diurnos.

Hay quienes madrugan bastante antes del amanecer; por ejemplo, los tamberos, que antes de la salida del Sol deben tener listos los tachos con leche para que un camión los lleve a la planta pasteurizadora, o los labriegos que tienen turno para recibir agua del canal de riego en horas de la madrugada. En las ciudades hay oficios y profesiones que obligan a que tanto servidores como usuarios deban amanecer despiertos. También se dan situaciones injustas, por causa de la desorganización o falta de patriotismo: También en las ciudades podemos ver organismos del Estado que lucen sus veredas y las de los vecinos pobladas de gente que pasa la noche esperando para que después del amanecer les repartan una cantidad limitada de números para ser atendidos en algún momento de la larga mañana. En estos casos, no por mucho madrugar van a ser atendidos temprano, pero si no madrugan no van a recibir el número.

En la etimología de la palabra madrugar, veíamos que uno de los sentidos de la misma es el de apresurarse, apurarse para hacer algo pronto. De esa acepción vienen expresiones como “se ha dejado madrugar” o “lo madrugó al otro”. Madrugó una persona a otra cuando consiguió llegar antes, cuando pudo hacer antes una cosa.

En la vida es preciso anticiparnos a ciertos acontecimientos. Si vemos que el huíñaj ha florecido, si las hormigas estuvieron particularmente activas, si el día ha sido caluroso y con viento del Norte, debemos mirar hacia el Sur para detectar la formación de nubes de tormenta o cuando una gran polvareda lejana nos anuncie la llegada del cambio de tiempo, la que generalmente es precedida de una calma en el viento y un cierto silencio entre los pájaros.

Hoy por hoy, muchos tenemos acceso a la información del Servicio Meteorológico, el que nos proporciona los datos actualizados de temperatura, presión atmosférica, humedad relativa, dirección y velocidad del viento. La dirección del viento será informada según el punto cardinal desde donde viene y su velocidad es divulgada en kilómetros por hora. Una buena información de velocidad, debe proporcionar la distancia recorrida en cierta unidad de tiempo (kilómetros por hora, millas por hora, metros por segundo).

Además, los servicios meteorológicos hacen una previsión basada en la comparación de los datos locales con los datos de otras estaciones; basados en ello, enuncian las probabilidades para las próximas horas y los próximos días. No nos aseguran que lo anunciado va a ocurrir, sino que hablan de probabilidades; igual, si nos han anunciado probables tormentas, debemos tomar las precauciones, para que la tormenta no nos madrugue.

En estos largos días de transición entre la Primavera y el Verano, entramos en un período anual de relativo descanso. Hay actividades en las que no cumpliremos horario, pero no debe dejarse de lado el afán por la divulgación y preservación del quichua, de las tradiciones santiagueñas y de los valores tradicionales argentinos.

No permitamos que desde afuera nos encuentren desprevenidos y quieran madrugarnos.

18 de Diciembre de 2.018.

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