Se aproxima la Navidad y en todas las viviendas se observan las luces de un árbol (pino) anunciando  que estamos viviendo un tiempo importante en la fe cristiana donde nos preparamos para festejar el nacimiento del Niño Jesús, ari manachu, si que no?
El árbol es un símbolo de la vida, me parece importante en esta ocasión mencionar a la Flora Prócer Argentina, aquella que junto al criollo hizo historia, como El Ceibo, La Yerba Mate, El Ombú, El Paraíso, El Algarrobo, El Quebracho Colorado, El Mishtol, El Palo Borracho, El Maíz, El Chañar, El Vinal,  Huiñaj, El Guayacán o Palo Santo.

Cada uno tiene su leyenda, algunos con  propiedades terapéuticas, otros alimenticias, importante información conseguí de cada uno y voy a compartir todo con ustedes.

 Comenzaré con la leyenda del Ombú.

-Dios repartía sus dones a los árboles y estos se adelantaban a elegir atributos y bellezas.
Yo quiero ser fuerte dijo el Ñandubay, y fue más duro que la piedra, más resistente que el hierro.
Mi ideal es ser saludable, exclamó la anacahuita, y lo consiguió.
Al jacarandá le consiguieron la agilidad de verso temblante, lírico en la primavera cuando luce su penacho lila maravilloso.
El laurel reclamó hojas oscuras y lustrosas. El espinillo se adornó con sus pompones perfumados. La pitanga y el guarigú pidieron azucarados frutos. El Ceibo se decoró de bellas flores rojas. El tala quiso rudeza india de nudos y espinas.
El vivaró, elegancia, el sauce llorón, poesía; la cina-cina, transparencia; el ñapindá reclamó uñas, el paraíso, aroma; las tacuaras esbeltas y musicales solicitaron ser útiles para la picana del trabajo y para arrancar una sonrisa a los niños como armazón de la luminosa cometa

Después vino el Ombú. Dios le preguntó
-Qué quieres ser?
-Sombra para el descanso de los hombres- respondió
-Todos la poseen- dijo Dios
-Quiero corpulencia para ser índice en la vastedad de la llanura, para que el gaucho desde la lejanía sienta la emoción del hogar tibio que lo espera. Deseo que mi leña sea débil, esponjosa y frágil, que no resista a una ensambladura o a un clavo. Que se quiebre a la menor presión.Que se vuelva polvo al contacto del sol y de la lluvia.
-Dios extrañado le preguntó.
-Por qué Ombú, no pides coloridas flores y sabrosos frutos?, ¿ por qué no quieres tener una bella madera para fabricar la cuna del niño, la mesa de la familia, el barco para el viaje , el ataúd para el descanso último?
-Padre mió- contestó el Ombú humildemente-, se que una vez vino al mundo un hombre bueno que predicaba el amor, la justicia y el bien. Los de más hombres lo persiguieron, lo condenaron y lo sacrificaron en una cruz, hecha con el dolor de algún hermano árbol. Aún existen soñadores en la tierra. Déjame contento, concediéndome lo que pido. Tendré oportunidad para tener la conciencia tranquila pensando que nunca contribuiré a el crimen de asesinar a un justo.

Esta es una de las tantas leyendas del árbol gaucho de nuestra pampa argentina.
 Dato importante: No es árbol pero parece, ari manachu,si que no? Pertenece a la familia de las fitolacáceas, especie de dioica,, que en lengua helena quiere decir que posee los órganos sexuales separados en árboles distintos. Es longevo y dotado de gran fortaleza, pues a pesar de ser una hierba gigantesca alcanza una altura de diez a doce metros en tupidas hojas que producen una magnífica sombra.
--Con sus hojas y frutas se consigue un purgante muy drástico que algunos criollos lo agregaban en el mate del que se quiere dañar por ser pegajoso o calienta silla. El jugo de la planta se ha empleado contra la embriaguez, y el zumo de su fruto se utiliza como quita manchas.

El naturista Carlos Berg dice que El  Ombú no fue traído de España, como sostienen  algunos, si no que procede de la laguna Ibera de Corrientes.
En la casa donde crecí, en Ojo de Agua en el sur santiagueño, teníamos en el amplio patio en medio del gallinero un añejo y frondoso Ombú, bajo su sombra solía jugar, es por eso que al escribir sus características se agolparon los recuerdos de mi infancia