Por Crístian Ramón Verduc
02/10/2007


            Las luces de los reflectores mandan calor al escenario. Entre el humo artificial y los coloridos haces de luces, el sudoroso cantor soltó lo que nuestros mayores nos habían dicho que es una “mala palabra”; es decir, una de esas palabras que un criollo bien educado no diría ante los mayores o ante gente desconocida. El público, lejos de mostrarse ofendido, se enardeció tanto como para corear lo que el artista cantaba, elevar los brazos y mecerlos todos al compás. Algunos de los presentes silbaron con fuerza, pero no era una señal de desaprobación, sino todo lo contrario, tal como se estila en un lejano país dominante. Posiblemente en ese mismo momento, en un barrio de la misma ciudad, un grupo de alegres cantores y músicos se acercó a una ventana, uno de ellos golpeó suavemente en ella y anunció: “permiso, serenata”. Los músicos y cantores criollos interpretaron un par de temas musicales ante la ventana que se había entreabierto. Cuando ellos se iban, la persona que había recibido el homenaje dijo desde adentro: “muchas gracias”. Pocas palabras, algo de música, mucho afecto, son los componentes necesarios para una serenata. Podría ser que los dueños de casa decidan y puedan agasajar de alguna forma a los serenateros. Podría ser que todo quedase en esas dos palabras de gratitud. Un changuito que estudia música, al margen de cuál fuese su maestro, que podría ser un académico, o el viento y las aves del monte, tiene muchos deseos de mostrar a sus mayores lo que está aprendiendo. Es conmovedor ver o imaginar a un niño que canta o toca un instrumento ante sus padres. En todo esto no hay un interés económico. Pero el fervor que despertó el artista famoso ante el numeroso público, es retribuído económicamente según su poder de convocatoria.

            Muchos de los cantores y músicos que interpretan ante su familia y amigos, sueñan con llegar a los grandes escenarios, sentir el calor de los reflectores, escuchar al público coreando sus canciones... y cobrar una fuerte suma de dinero. Es un anhelo válido, basado en un razonamiento simple: Si un cantor chaina chaina (mas o menos) llegó a la fama y a las grandes recaudaciones ¿Cómo no va a llegar un buen cantor, con mejor voz que ese famoso? Cuando el cantor o músico aspirante comienza a pujar por alcanzar su sueño, empieza también a ver que debe sacrificar muchas costumbres antiguas y adoptar nuevas: Debe ensayar por horas todos los días, debe hacerse amigo de ciertas personas influyentes, debe adoptar ropa, modismos y hasta un vocabulario que hasta entonces le eran ajenos. En definitiva, para intentar llegar a la cumbre del éxito, debe dejar por el camino gran parte de su bagaje criollo. Lo criollo y lo comercial difícilmente se dan la mano. Podemos aquí apelar a un ejemplo sencillo: El escenario que tiene el nombre de Atahualpa Yupanqui, donde desfilan las figuras más rutilantes del espectáculo en un festival folclórico, está vedado a los payadores, que son la expresión gaucha con la que se identificaba Yupanqui. El mismo Atahualpa se vió desplazado por una nueva ola que, estruendosamente y con abundante publicidad comercial, avanzaba captando la preferencia del público mayoritario.

            El Alero Quichua Santiagueño nunca pretendió tener un programa radial que fuese un desfile artístico ni una rampa de lanzamiento hacia la fama. El Alero Quichua fué ideado como un movimiento reivindicatorio de la lengua quichua y de las buenas costumbres que nos legaron nuestros antepasados pertenecientes a las tierras santiagueñas. El programa radial, desde su primera emisión el día 6 de Octure de 1.969, tomó la forma de una rueda criolla, donde cada uno de los participantes pudiese aportar algo en bien de la cultura quichua santiagueña desde la palabra o la música. A 38 años de aquel comienzo cargado de sueños, el mensaje quichuista está llegando a una gran cantidad de personas de Santiago del Estero y de todo el mundo. Esta realidad nos hace pensar que los anhelos de los iniciadores del Alero alcanzó el éxito, sin haber cedido ante las tentaciones del exitismo. Las modas pasan, los sueños perduran. Esta realidad nos hace soñar con que ha de pasar el oscurantismo de la grosería comercial, seguramente reemplazado por otra moda, mientras que los sentimientos del pueblo criollo seguirá con su llamita encendida.

02 de Octubre de 2.007.

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    Director: José Barraza
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La audición radial se caracteriza por su espontaneidad, no se elabora un libreto en razón de que el programa se hace en vivo con la participación del público que se hace presente en el Salón Auditorium.
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