Por Crístian Ramón Verduc
03/09/2019
"Hay que tener mucho cuidado… más aún en estos tiempos…"

Dice alguien y casi siempre obtiene como respuesta un: “Antes no era así”. Ese intercambio de frases puede dar pie a un largo diálogo en el que la queja y un algo de sorpresa son presencias muy notables.

El diálogo suele pasear entre la queja por lo actual y la nostalgia por el tiempo pasado que, invariablemente, "fue mejor". Ocasionalmente puede aparecer alguien emulando el papel del niño del cuento El Traje Nuevo del Rey. El comentario de tal “aguafiestas” suele caer como una bomba entre quienes disfrutaban de su entendimiento mutuo.

Tomamos por ejemplo cuando alguien dice que antes no había robos, o que ahora hay ladrones y asaltantes como nunca se había visto. El interlocutor asentirá con la cabeza, mientras agrega algo propio para reafirmar lo ya dicho. Si está “el molesto”, les dirá que “antes” había menos cantidad de habitantes en cualquier lugar y que, por ende, había menor cantidad de cualquier tipo de integrante de la sociedad, incluido el ladrón; que lo deseable sería que con el paso del tiempo se hubiesen ideado y aplicado técnicas para disminuir la cantidad de transgresiones a las leyes.

En la Biblia hay menciones a los robos, como el caso del buen samaritano que ayudó a un hombre que había sufrido un asalto, o los dos crucificados junto a Jesús, ambos ladrones. Hace casi ciento cincuenta años, José Hernández dijo por boca de Martín Fierro: Ave de pico encorvao, le tiene al robo afición…

La falsedad, la falta de autenticidad, la mentira en sus distintas facetas, puede ser motivo para un alegre y quejoso diálogo, con la acotación de que “antes no era así”, hasta la aparición del observador neutral que les recuerda que la mentira para negociaciones, para competir por algo, para lograr ventajas, es tan antigua como la capacidad humana para comunicarse. Uno puede decir algo falso convencido de estar afirmando una verdad, por que la información le llegó distorsionada; la persona mentirosa cambia intencionalmente la información, para lograr algo que le interesa. Es muy importante tener en cuenta la credibilidad de quien afirma algo y evaluar si la información parece o no probable.

Otra afirmación que suele aparecer en las conversaciones, dice que la gente es perezosa, “no como antes”. Uno trabaja o, mejor dicho, se somete a una obligación para cumplir ciertas tareas, cumplir horarios y depender de los mandatos de otras personas, únicamente si todo eso sirve para obtener lo que uno necesita o desea. Con los avances tecnológicos logrados por la Humanidad hasta ahora, se puede satisfacer muchas necesidades sin demasiado esfuerzo. Por ejemplo, en los añorados tiempos “de antes”, para poder disponer de agua había que caminar largas distancias con recipientes aptos para el transporte del agua, la que pesa nada menos que un kilogramo por litro. Una persona cargando treinta kilogramos en sus hombros, apenas si había acarreado poco menos que treinta litros (si consideramos el peso del recipiente). Si se acarreaba el agua a lomo de algún animal de carga, el trabajo era un poco más rendidor, pues los esfuerzos ya estaban dirigidos solamente a la carga y descarga del agua, además de la cría, cuidado y preparación de los animales para carga o para montar.

La tecnología ha dado al ser humano la posibilidad de obtener mayores resultados con menor esfuerzo físico y, en muchos casos, con menor esfuerzo mental. La forma como uno aproveche esas facilidades, va a marcar la diferencia entre dedicar poco esfuerzo para igual producción que si se trabajase en forma manual, o aplicar un esfuerzo razonable y lograr así mayores resultados.

Hay puestos de trabajo en los que el servicio que se debe prestar, puede confundirse con una cuota de poder que elevaría al funcionario por encima de las personas a las que va destinado el resultado de su trabajo. La falta de una buena supervisión por parte de alguien con sentido de la responsabilidad, puede dar como resultado que un lugar de trabajo se convierta en un antro de holgazanería e irresponsabilidad.

Dicen que “antes” esas cosas no ocurrían, que la sola advertencia “Ama súa, ama llulla, ama ckella” servía para conjurar los males que acarrean el robo, la mentira y la pereza. Decía un gran conocedor del habla y sus porqués, que cada nombre de alguna cosa existe por que antes existió ese algo. Si existían las palabras para nominar al robo, a la mentira y a la pereza, es por que esos males ya existían.

Una acción va a tener resultados tan grandes como las posibilidades de quien la ejecuta. Por ejemplo, un pez grande toma un bocado grande en cada mordida, mientras que el pez chico puede morder algo pequeño, por el poco tamaño de su boca. Si observamos a los peces (y a nosotros mismos, los seres humanos), podremos notar que el pez chico muerde menos por falta de tamaño en su boca, no por falta de voluntad en la mordida.

Otro tema recurrente es el de la destrucción del ambiente. Generalmente conversamos sobre los daños que "otros" provocan al planeta, mientras usamos cualquier elemento contaminante o que es producto de la destrucción del ambiente, como el paisano que, indignado por las noticias de los incendios de selvas en Brasil, tomó el diario y lo usó como antorcha para la quema de pastos que antes había programado, pues “el pasto crece muy bien después de una quemazón”. Corrección: El pasto crece bien por que la vida puja por imponerse, pero no crece gracias a la quemazón, sino a pesar de la quemazón. Los sucesivos fuegos sobre la capa fértil de la tierra, terminan por calcinarla y dejarla estéril por un tiempo mas o menos prolongado.

En nuestra alegre y despreocupada vida, tenemos una gran cantidad de posibilidades y derechos. Si utilizamos adecuadamente esas posibilidades, podremos vencer las dificultades que imponen otras personas con derechos y pocas ganas de hacer.

Actualmente tenemos a mano una gran cantidad de elementos que ayudan a nuestro bienestar y comodidad. Hoy podemos conversar con alguien que está en un lugar muy lejano, ya sea que dialoguemos en forma verbal o por escrito; incluso podemos mirarnos mutuamente mientras conversamos. Hay una gran cantidad de servicios que nos brinda la tecnología, pero todo tiene su precio. 

El precio que pagaríamos en dinero por cualquier artefacto es variable pero en general es accesible. Lo verdaderamente costoso es el impacto ambiental que provoca la producción de cualquier aparato. Podemos usar con tranquilidad estos aparatos que hacen a nuestro bienestar, pues son muy buenos para quejarnos por la destrucción del ambiente. Antes no era así.

03 de Septiembre de 2019.

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