Por Crístian Ramón Verduc
29/10/2019
"En cada mudanza, hay cosas que se rompen y cosas que se pierden"

Así decía el abuelo mientras toda la familia, los niños inclusive, cargaban lo más que podían en un carro tirado por mulas. Alguien dijo que estaban atrasados, que tendrían que haber comenzado el traslado el día anterior, a lo que recibió como respuesta que había que dedicarse al trabajo más que a los lamentos. Hubo otra observación respecto a cosas que no son necesarias, las que han ido quedando en la casa por falta de decisión para desecharlas. No faltó una broma respecto a una inexistente pava sin pico y a una también imaginaria olla sin fondo, recuerdos del nunca nacido “Hipólito mi tío”.

Por fin, el carro cargado de enseres partió rumbo a “la casa del alto”, la que había sido acondicionada rápidamente para recibir a los moradores temporarios que hacía dos años desde la última vez que se alojaron en ella. No todos los años era tan brava la creciente como para tener que migrar hacia los terrenos altos.

Un par de perros quedaron en la casa de la costa, entre asustados y sorprendidos. Eran ashckos utulas (perros chicos), así que no conocían la mudanza como los otros, que iban acompañando a sus dueños en la peregrinación hacia un mejor lugar. En el segundo viaje, el de llevar el resto de cosas, los perros chicos irían con la gente, con más temor por el agua que estaba comenzando a entrar en la casa, que su miedo a lo desconocido. Una vez en el nuevo emplazamiento, descubrirían que ya estuvieron ahí, siguiendo a los perros grandes, con los que se alegraron de reencontrarse.

El ser humano necesita del agua casi tanto como del aire. Cada vez que decide construir su casa, busca un lugar cercano a un río u otra fuente de agua que se pueda beber. El río le provee agua para todas sus necesidades: Beber, cocinar, lavar, regar, etc. El río es también proveedor de challua (peces) que servirá de alimento a la familia y ocasionalmente a los cerdos y los perros. Donde hay un río, hay vida en abundancia.

Los ríos suelen tener períodos de bajo caudal, seguidos por un tiempo de crecidas; ello depende de la época del año; generalmente, en Invierno el caudal es bajo y en ciertos casos nulo, por que hay poca lluvia y el agua está congelándose en las cumbres de las montañas. En la Primavera, los hielos de las montañas comienzan a descongelarse y proveen agua a los arroyos y ríos. Después llegan las fuertes lluvias estivales que hacen crecer a los ríos hasta desbordar.

Cuando los ciclos naturales de los ríos ocurren normalmente, la fauna que habita en ellos se adapta siguiendo rutinas establecidas por instinto. En otoño, cuando las aguas comienzan a bajar, los peces migran aguas abajo, en busca de los lugares profundos donde hay agua todo el año. Cuando llega la época de las crecientes veraniegas, los peces avanzan contra la corriente hasta alcanzar las nacientes de los ríos, donde depositarán los huevos para una nueva generación de la especie. Los alevinos y peces jóvenes tendrán a su disposición aguas poco profundas, lejos de los grandes peces, y podrán viajar aguas abajo hacia lugares más profundos a medida que vayan creciendo. Una ley natural, que rige la vida animal, dice que el más rápido y atento comerá, mientras que el débil o descuidado será comido.

El ser humano también tiene que obrar con premura para que las aguas de la lluvia y las del río no le devoren sus pertenencias; por eso muchas familias ribereñas construyen una casa cercana al río y otra en “el alto”. Cuando ven que va a venir la creciente, preparan la casa de los terrenos altos y se trasladan hacia allí. Cuando baja la creciente, reacondicionan la casa de la costa, vuelven a estar cerca del río y a sembrar en terreno fértil.

Algunas de esas familias también suelen mudarse para vivir en una ciudad, cambiando así su modo de vivir. Esas suelen ser mudanzas traumáticas para muchos de ellos, pero el ser humano es de adaptarse a los cambios. En esas mudanzas pueden romperse o perderse algunos elementos materiales, especialmente si son de vidrio o de poco tamaño. Hay otros valores que pueden perderse o romperse en una mudanza hacia tierras lejanas. Cuando una persona de zona rural se establece en zona urbana, tiende a parecerse a sus nuevos vecinos. Prefiere no llamar la atención y que parezca que siempre estuvo allí.

Así como muchos seres, incluso los humanos, sienten algo extraño ante los lugares desconocidos, también sienten un rechazo inconsciente ante las personas desconocidas o recién llegadas. En el trato entre humanos, el migrante está solo ante una multitud que ya vive en el lugar, los que estarán dispuestos a la ayuda o a la agresión, según cómo sea su formación. Quien ve llegar a una persona desconocida, puede sentir deseos de conocer sobre esa persona y sobre su lugar de procedencia, o puede querer ser simpático ante sus vecinos y para ello agrede de algún modo a quien acaba de llegar.

En muchos casos, el santiagueño que emigra hacia una gran ciudad como Buenos Aires, por ejemplo, suele tratar de no hacer notar que es un recién llegado, por eso nos damos con que muchos paisanos nuestros hablan como si fuesen “más porteños que los porteños” y se muestran dispuestos a burlarse de todo recién llegado, como una forma de parecerse a sus vecinos de la gran ciudad. La mudanza los afectó, haciendo que se rompa o que se pierda una parte de su modo de ser.    

Parece estar incorporado en la persona sachera que si anda en una ciudad, no debe parecer que vino del monte o cerca de él. Si tiene la fortuna de hablar quichua, no debe exponerlo y, llegado el caso, debe negarlo. En caso de que alguien reproche su mudanza cultural, se puede culpar a viejas prohibiciones oficiales contra el uso cotidiano del quichua.

Felizmente, en las grandes ciudades hay quienes crean centros de residentes, en los que los emigrados de distintas provincias podrán encontrar a otros nostalgiosos que, al verse rodeados de gente afín, darán rienda suelta a su modo de ser y de hablar, volviendo a ser quienes nunca debieron dejar de ser.

Es muy bueno cambiar para bien, cambiar para progresar, pero evitando roturas y pérdidas. Se puede cambiar para evitar que las aguas torrentosas nos lleven, pero cuidando que sigamos siendo siempre nosotros mismos.

29 de Octubre de 2019.

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