Por Crístian Ramón Verduc
11/05/2021
"Llójsej cani prevenido, mi alforja de quichua llena. El quichua que a los quichuistas hablar les daba vergüenza"

 Apenas terminada de cantar la primera estrofa de la chacarera Noticias del Monte, uno de los presentes exclamó: “¡Viva Don Sixto!” 

En esos pocos segundos se reflejó parte del resultado de la gran obra de Don Sixto Palavecino. Si el entusiasta y reconocido oyente hubiese exclamado “¡Viva el quichua!” o “¡Viva Santiago del Estero!” habría sido casi lo mismo, pues Don Sixto, el quichua, la identidad bilingüe de nuestra provincia y el sentido patriótico confluyen en esos momentos en que cada intérprete canta algo en quichua o con palabras quichuas. 

Una persona cantando en quichua o en castellano salpicado con quichua en una reunión afectiva, y de yapa alguien vivando a Don Sixto lejos de los micrófonos, las cámaras y los escenarios, son muestras de la victoria de Don Sixto Palavecino y tantos otros difusores del quichua. Por otra parte, alguien cantando un casi quichua aprendido de apuro para cumplir con un compromiso de actuación, o una persona adulando a la memoria de Don Sixto mientras difunde algo extraño a la cultura quichua, a quienes sentimos el quichua nos suena a derrota. 

La adulación, la alabanza desmedida hacia una persona que logró imponer lo suyo, tiene todo el aspecto de la falta de vergüenza, del afán por enancarse en el esfuerzo ajeno sin ayudar ni siquiera después de muerto el esforzado luchador al que pretende robar una parte de su éxito.  

La cultura quichua manda: Ama súa, ama llulla, ama ckella; es decir que prohíbe el robo, la mentira y la pereza. Si uno quiere ser fiel a la cultura quichua, solamente debería llevar a la práctica preceptos que existen en la teoría de la cultura general de nuestro país. La honestidad y la laboriosidad son valores humanos que están estrechamente relacionados entre sí. Son valores que se desarrollan y afianzan con la práctica. La vida está llena de tentaciones y no es fácil sustraerse a ellas, pero tampoco es muy difícil; hay que fortalecerse y estar dispuestos a renunciar a una que otra apetencia vana. 

Entre alcanzar el objetivo personal mediante atajos o con mucho esfuerzo, es preciso optar por buscar el objetivo con honestidad, sin mentir ni robar. Es bueno ser un factor positivo en el ámbito en que debamos desempeñarnos; es bueno aportar algo para sostener y si es posible, mejorar la parte del mundo en que estamos. Esa actitud puede ser reconocida o no; eso no es muy importante. Cuando la realidad y las palabras no son coincidentes, la realidad supera a los discursos, a las publicaciones, a las declaraciones y actos altisonantes.  

En la efímera vida humana, puede llegar a no percibirse totalmente si lo hecho tuvo sentido; pero tal como nos han enseñado, lo más importante es el haber obrado con honestidad. Revisando a conciencia nuestras acciones, sabremos si hemos obrado bien o no. Para que nuestras acciones no sean como un simple cúmulo de errores cometidos condimentados con buenas intenciones, no debemos tener pereza y capacitarnos, informarnos, preguntar, aprender. 

El aprendizaje va a disminuir la posibilidad de errores. Una vez que ya sabemos cómo son las cosas, tenemos marcado el camino a seguir para ser útiles en lo que queremos ayudar. Si buscamos otro camino, ha de ser porque hemos logrado una capacitación superior a la realidad o porque queremos “dejar un rastro en la vida” a toda costa, o tal vez sea por algún otro motivo. 

El Alero Quichua Santiagueño nos está enseñando qué es lo que podemos y debemos hacer si queremos favorecerlo; empieza a explicarnos desde su nombre: Nos dice que se trata de un espacio de libre acceso al no tener muros ni puertas, que está definido por un techo protector; nos dice que lo suyo es el quichua y que es santiagueño; se puede entender fácilmente que lo que no es quichua y lo que no es santiagueño está fuera del Alero. 

Es posible que uno no consiga entender acabadamente lo que sugiere el nombre. En ese caso, bastaría con recurrir a la tan declamada oralidad y escuchar a los mayores, a los primeros o a los más antiguos de nuestro Alero Quichua. Deberíamos tener grabaciones caseras de los primeros años de programa radial, pero los preceptos de la cultura quichua no siempre se cumplen, o no toda persona quichuista está en condiciones de cumplir, así que hemos sido privados de esas grabaciones que se habían logrado gracias a la generosidad y la paciencia de nuestros antecesores. 
Las grabaciones que nos quedan de los primeros tiempos son los discos, disponibles para todo el mundo en la página de Internet; esas grabaciones nos marcan la intención del movimiento Alero Quichua Santiagueño. Si queremos identificar a los más antiguos del Alero Quichua para saber quiénes eran, están las fotos históricas en la misma página.

Si optamos por saber qué nos indicaban los primeros integrantes, especialmente los creadores de este movimiento cultural, en las bibliotecas y librerías se puede conseguir libros del Profesor Domingo Bravo, también en la página se puede leer un testimonio de Don Sixto Palavecino y los de otros integrantes antiguos. 

Si queremos una definición sintética de lo que es nuestro Alero Quichua Santiagueño, basta con escuchar a Don Sixto cuando en una de sus grabaciones nos dice que a nuestro país entero lo debemos quichuizar. También nos dice cantando que la chacarera está resentida por sus hijos que se alejan y la olvidan y, en su última grabación nos invita a seguir la huella, la huella que ha trazado a lo largo de una vida fructífera, con mucho esfuerzo y cariño por la identidad santiagueña. 

Si queremos hacer algo por el quichua santiagueño, más específicamente por el Alero Quichua Santiagueño y aún más concretamente, queremos honrar la memoria de Don Sixto Palavecino, más que decir frases bonitas y exageradamente afectuosas, lo que podemos y debemos hacer es obrar según el camino que Don Sixto y la gente que lo acompañó nos han dejado marcado. Eso sería honesto, acorde con la cultura quichua, con la cultura general y, de paso, quedaría ancha súmaj (muy lindo).  

11 de Mayo de 2.021.

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