Hace una semana decíamos que sería una tarea ardua y difícil de completar la elaboración de una nómina de mujeres santiagueñas folcloristas. Hay bailarinas, poetas, cantoras... conocidas y recordadas o casi olvidadas, cada una con su talento particular, pero todas enamoradas de la tierra a la que pertenecen.

Hoy evocaremos a una mujer santiagueña que reunía en sí misma a la cantora, a la creadora de música inspirada en el pago, a la compañera de un gran folclorista, a la dama preocupada por el bienestar del prójimo... en fin, estamos hablando de la mujer criolla, sintetizada en la personalidad de una de ellas.

Hija de Don Juan Jugo, cantor y guitarrero que supo tocar en el conjunto de Don Andrés Chazarreta, Elva Lía Jugo siguió las inquietudes paternas. Muy joven aún, se fué a vivir en Buenos Aires. Allí, acompañándose con su guitarra, cantaba tango y folclore santiagueño, llegando a ser muy conocida entre los artistas. Su hermana Nieves le presentó en Buenos Aires a un muchacho santiagueño que era un notable zapateador, bombisto y poeta, llamado Marcelo Ferreyra. Elva y Marcelo se casaron y unieron su capacidad creativa. Ella siguió cantando. Ambos crearon Canción Para una Vieja Ciudad, Le Llamaban Cabo Paz, Vidala Para un Amor, Coplas Para una Madre Norteña, María Sin Luz, Cristo del Río...

Cuando la salud del poeta se resintió a tal punto de prever un desenlace fatal, volvieron a Santiago y Elva acompañó a Marcelo hasta el final. Incluso, él llegó a sugerirle el cementerio donde sería sepultado.

Elva continuó viviendo en Glew, provincia de Buenos Aires, aunque viajaba periódicamente a visitar la casa de la calle Únzaga casi Chacabuco, y la provincia de Salta. Acostumbraba asistir a espectáculos folclóricos en nuestra ciudad, acompañada por sus hermanas. Un Domingo visitó el Alero Quichua, participando con un relato breve referido a la obra de Marcelo Ferreyra. En 1.995 grabó en un estudio de Santiago del Estero un cassette con creaciones de Marcelo Ferreyra y de ella. En esa ocasión la acompañó en guitarras Guillermo Orellana, y en bombo “Pirincho” Jugo.

Ligada al ambiente folclórico de Buenos Aires, pasaba una vida tranquila en la casa cercana a la Capital, con su hermana. Justamente estaba con Nieves Jugo cuando al amanecer del 4 de Marzo de 2.005, luego de despertarse y ser avisada por su hermana de que el desayuno estaba listo, se durmió definitivamente. La expresión de placidez de la cantora y creadora de música santiagueña en su instante final, nos hace dejar momentáneamente sus composiciones y hacer suyos los versos del mexicano Amado Nervo: “...Vida, nada me debes. Vida, estamos en paz”.

Agradecemos a la Srta. Olga Jugo por los datos aportados.

11 de Marzo de 2.008.