El amor mueve al mundo. Nacemos por amor. Si somos criados con amor, es seguro que tendremos amor para dar y para poner en lo que hagamos.

Hay canciones de amor en los distintos géneros musicales. El amor inspira a los poetas.

Desde tiempos ñaupas nos llegan escritos referidos al amor. Paulo de Tarso escribía para los corintios que se debe cultivar el amor, la fe y la esperanza. Mas aclaraba que todo lo que se haga, hasta el mayor sacrificio, carece de valor si carece de amor.

El amor es libre: libre de egoísmo, de intereses personales, de envidia, de desconfianza…

Hay un pedido o una imposición cuando uno le dice al prójimo: “Ama súa, ama llulla, ama ckella”. Hay amor legítimo cuando uno decide no robar, no mentir y no tener pereza. En muchos casos, uno no percibe que en su ser íntimo ha tomado esas decisiones.

Hay amor en las actividades nativistas: Amor por la tierra que nos fue dada o que elegimos como Patria. Amor por nuestros antecesores y sus obras.

A nuestros quehaceres nativistas podemos cocinarlos con honestidad, empeño, constancia, talento y otros buenos ingredientes, pero si no los condimentamos con amor, el resultado no es del todo agradable o sabroso.

El Alero Quichua Santiagueño es un acto de amor. Quien se siente quichua múnaj (amante del quichua) puede alejarse físicamente por diversos motivos, pero vuelve. Como quien vuelve a la querencia, vuelve al Alero. Nunca se aleja totalmente. Puede llegar a crear o integrar un espacio nativista con ciertas similitudes. Es su forma de sentirse otra vez en el Alero.

El Alero Quichua Santiagueño y el folclore en general, como actos de amor que son, reciben el amor de gente de Santiago del Estero y de muchos otros lugares.

Vamos a un ejemplo: Adrián Montenegro nació en Marcos Juárez (sur de la provincia de Córdoba). Su padre nació en el norte cordobés, que antes era disputado con la provincia de Santiago. Su tatarabuela era santiagueña.

Con nueve años de edad, Adrián recibió dos cosas de Don Andrés Chazarreta: una foto dedicada al precoz zapateador y la pasión por la chacarera. Ese día en el sur cordobés, el Patriarca del Folclore tocó con su guitarra, entre otros temas, dos chacareras que encendieron el alma del niño bailarín, sobrino de un amigo de Don Andrés.

Fue ese tío guitarrero y cantor, Roberto Rodríguez, quien impulsó al changuito hacia el folclore.

Pasaron los años; Adrián Montenegro fue a tocar teclados, cuerdas y cantar en Europa, Brasil y Méjico. En Atamishqui conoció a Elpidio Herrera y por él al Alero Quichua Santiagueño. Fundó la filial Cordobamanta y el Grupo Montenegro.

Su conjunto ha grabado hasta ahora cinco discos compactos, accesibles en forma gratuita en la página www.grupomontenegro.com para todo el mundo.

Y así, por amor a la tierra y al canto criollo, hay muchos casos que en cierto modo se parecen al de Adrián. Son santiagueños auténticos, santiagueños del corazón, nacidos en distintos lugares del planeta, incluso en Santiago del Estero.

13 de Enero de 2009.