Por Crístian Ramón Verduc
02/03/2010

Los changuitos de zonas rurales de Santiago del Estero conocen bien a las lagartijas, llamadas ckomerejo por los quichuistas. Este nombre viene de ckómer (verde). También algunos de los que viven en las ciudades conocen a la lagartija o ututu. Tanto unos como otros suelen divertirse en las siestas veraniegas persiguiendo o simplemente observando a estos pequeños saurios. Don Pedro Pascual Sánchez evocaba en la chacarera Recuerdo Cuando Era Chango: “Por andar hondeando ututus/ mi padre me castigaba,/ en esas tardes de fuego/ que ni los diablos andaban.”

Esta lagartija no es totalmente verde. Tiene toda la parte inferior del cuerpo de color blanco. El resto del cuerpo es de color azul, negro, gris y verde, predominando este último. Camina arrastrándose sobre su vientre, pero corre sobre las dos patas traseras, recordándonos en ese momento a los antiguos dinosaurios.

El chelco es otro pequeño reptil que encontramos en nuestros pagos. Es de color marrón terroso, en algunos casos oscuro casi negro. Se lo encuentra andando en los troncos y ramas de árboles, como si no le afectase la atracción terrestre.

Estos saurios son insectívoros y a su vez suelen ser alimento para aves de rapiña, gallináceas y algunos mamíferos.

Un saurio notable en nuestra provincia es la iguana colorada, llamada Ckaran Puca (Su cuero colorado) por los quichuistas. En realidad, es un lagarto, al igual que la iguana overa, ambos del género Tupinambis.

La iguana overa vive en casi toda Sudamérica, desde La Pampa y Buenos Aires hacia el norte. En Santiago del Estero es poco común. Llega a medir hasta un metro y medio de longitud. Su color predominante es de bandas y manchas negras sobre fondo oliváceo o blanco.

La iguana colorada es más robusta. Incluso su cola es más corta y gruesa. Su andar es pesado, pero ante el peligro corre a gran velocidad. Dicen los paisanos que la iguana teme a las tormentas, que si un trueno la sorprende a campo abierto, regresa rápidamente a la cueva por el camino más corto, atropellando cualquier obstáculo. "Se prepara una tormenta/ relampaguias ancha piña/ y un ckaran puca dispara/ sin mirar troncos ni espinas" (Nostalgias Campesinas, chacarera de Don Sixto Palavecino y Selva Gigena).

La iguana es muy mencionada en relatos camperos y es uno de los animales presentes en la leyenda de la Salamanca. Es importante protagonista en nuestro folclore.

Es común comer la cola de la iguana o estofado de iguana y usar la grasa para masajes y aplicaciónes curativas. El campesino, cada vez menos, caza la iguana también para sacar el cuero, el que luego venderá a un acopiador. Generalmente, en las poblaciones de nuestra extensa provincia, tales acopiadores tienen también un almacén de ramos generales. Cuando el paisano lleva cueros para vender, el comerciante le reconoce un valor muy bajo por los mismos, y además solamente le canjea por productos de su negocio. Esos productos suelen estar marcados con precio excesivo. La ley del más fuerte y de la sobrevaloración de lo propio, complementada con la subvaloración de lo ajeno, conforma un negocio redondo.

En distintas provincias argentinas existen criaderos de iguanas. De ellos sale cuero y grasa para uso interno y exportación.

En los campos y montes, las iguanas libres sobrevivientes aprovechan cada época calurosa del año para alimentarse con diversas frutas, especialmente chañar. También comen insectos y otros animalitos que consiguen capturar.

Dicen que a la iguana le gusta la miel de avispas y que se arriesga para obtenerla. Dicen que, ante una situación de hambre extrema, la iguana come su propia cola para sobrevivir. Dicen.

La iguana overa, o lagarto overo, tiene el nombre científico Tupinambis merianae. La iguana colorada, o lagarto colorado, tiene el nombre científico Tupinambis rufescens. Para los santiagueños, que conocemos mas que nada la iguana colorada, sigue siendo el ckaran puca.

Desde Chubut hacia el norte, hay lagartijas en toda América del sur. En distintos países, se las puede ver con colores y costumbres que van variando según las características climáticas de cada zona. Los nombres también varían, al igual que los mitos y leyendas que rodean a estos descendientes de los dinosaurios.

Los niños de todas partes sienten curiosidad por estos y otros animalitos. Se dedican a observarlos o capturarlos. Es su modo de conocer el mundo que han de habitar. O tal vez sea su modo de grabar en la memoria imágenes que van a evocar con nostalgia en su adultez.

El mundo está cambiando, no podemos volver al pasado sino con el pensamiento ocasionalmente. Los dinosaurios han desaparecido. Otros seres han ido desapareciendo de la Tierra durante los milenios posteriores. Hoy amenazamos con nuestras fantasías a todas las especies sobrevivientes, incluido el humano.

Ya no podemos creer que nuestra vida vale más que la del otro ser. Todos estamos en creciente riesgo de extinción y dependiendo unos de otros para salvarnos. Todos los animales y todas las plantas contribuyen para la vida. La destrucción de bosques no sólo mata árboles. Mata otras especies vegetales y animales, a la vez que degrada el suelo y enrarece el aire.

El día que tengamos solamente dinero, armas y electrodomésticos, vamos a desear haber nacido con una suculenta cola.

02 de Marzo de 2.010.

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