Por Crístian Ramón Verduc
19/07/2011
Leyenda Negra y Leyenda Blanca: ¿Cuál será la aceptable?

Leyenda Negra y Leyenda Blanca: ¿Cuál será la aceptable? Se llama Leyenda Negra Hispanoamericana a la serie de relatos, investigaciones y críticas referidas a la conquista española en tierras americanas, apoyadas tales conquistas por la fuerza, el abuso, la intolerancia, el despojo y muchos otros crímenes perpetrados en uno de los grandes genocidios de la historia de la Humanidad.

Se dice Leyenda Blanca, Leyenda Rosa o Leyenda Dorada a la serie de argumentos, testimonios y pruebas a favor de un reconocimiento a España por haber traído el progreso y el cristianismo a vastas regiones de nuestro continente.

En el espectro de los colores que percibimos, parece ser que el blanco, suma de todos los colores, representa el extremo bueno; mientras que el negro, ausencia de color, representa lo malo. Un mundo en blanco y negro, a todo o nada, es un mundo muy simple y formado por extremos. No parece ser un mundo agradable donde vivir.

Si leemos todo lo que podamos sobre la historia de la conquista europea en América, o mejor aún, leemos mucho sobre la Historia de la Humanidad, podremos armarnos una idea panorámica de la realidad que rodeó a nuestros antecesores y tal vez comprendamos mejor nuestra vida actual. Si antes y después de leer nos dedicamos un poco a mirar la vida, sobre todo a mirar a la gente, su apariencia, su obrar y lo que refleja su sentir, tendremos un panorama mucho mejor, pues será una visión policromática del mundo que nos rodea, consecuencia del mundo que rodeó a nuestros antepasados y de una serie de circunstancias posteriores a ellos.

Si leemos los datos históricos accesibles, posiblemente tendremos que concluir en que los países europeos tenían hace más de cinco siglos pobladores de toda laya. Simplificando, había pobres y ricos, muy cultos y poco cultos, pacíficos y belicosos, dominantes y dominados. Un equivalente a ese panorama encontraríamos también en el continente americano. Y si seguimos observando, veremos que en el transcurso del tiempo hasta nuestros días, los porcentajes pueden haber variado, pero los mismos elementos humanos sobreviven al paso de los años.

Si observamos atentamente la población del territorio argentino, encontraremos auténticos descendientes de los pueblos originarios de estas tierras tanto en el Norte como en el Sur, en el Este y el Oeste del país. También encontraremos por todo el territorio gente de distintas procedencias, como si todo el mundo hubiese aportado para terminar de poblar nuestro territorio. Posiblemente, lo que más encontraremos serán argentinos con una herencia de distintas regiones, prevaleciendo las vertientes americana e ibérica. Podemos afirmar que somos básicamente criollos, mestizos de “indio” con español. El sentimiento criollo es también mestizo, eso se puede percibir en las costumbres populares.

En Santiago del Estero, desde hace unas décadas, también hablamos mucho de indigenismo y de americanismo. Hablamos de los pueblos originarios. Se habla mucho de la Pachamama, que hasta hace poco tiempo era considerada lejana, “cosa de los peruanos, de los Incas”. Por alguno de esos designios poco accesibles al ciudadano común, cerca del aniversario que marcaba los cinco siglos de la llegada de Cristóbal Colón se despertó un justo fervor americanista. Claro que ese fervor también reavivó la Leyenda Negra y exaltó las bondades de las civilizaciones precolombinas.

A fines del Siglo XX, una parte de Santiago del Estero “descubrió” el Perú y su rica historia. En poco tiempo, la expansión del Tahuantinsuyu, que salvando las lógicas diferencias se puede comparar con la expansión del imperio romano o de cualquier otro imperio pasado o actual, se convirtió en un recuerdo grato. El Inca pasó de alguien que era lejano y ajeno, a ser nuestro antecesor directo, mientras los grupos humanos preexistentes en nuestro territorio continuaban (y continúan) en el olvido. No se habla de los Sanavirones, los Tonocotés, los Diaguitas, los Lules...

Suena extraño escuchar que una nación expansionista y con un sistema social estratificado, en cierto modo equivalente a los recién llegados españoles, haya sido “perfecto” e ideal para la vida humana. De ser así, sería el único caso de un sistema político, económico y social que no tuvo fallas.

Los movimientos americanistas e indigenistas están comandados en su mayoría por organizaciones no gubernamentales que pueden ser de poco poder económico o de una gran capacidad en cuanto a recursos materiales. Tales organizaciones y algunos emprendedores particulares vienen denunciando desde hace décadas el estado de postergación y de despojo que sufren los pueblos originarios. Es una lucha justa que lleva muchos años. Los reclamos abundan, las organizaciones se movilizan utilizando todo tipo de recursos materiales, pero por lo que parece los destinatarios de tantos esfuerzos siguen igual; o han avanzado muy poco. Es como si el gran movimiento a favor de los descendientes directos de quienes habitaron estas tierras, tuviese a los pueblos originarios en calidad de convidados de piedra. De todos modos, debemos valorar el esfuerzo de los movimientos americanistas, pues son prácticamente los únicos que se preocupan por la gente de estos pagos milenarios.

En nuestro Santiago del Estero sigue creciendo el reconocimiento y valorización de las bondades del Tahuantinsuyu y su sistema de vida, pero cada mes de Julio nos sentimos verdaderamente criollos y adherimos alegremente a los festejos por un nuevo aniversario de la fundación española de nuestra ciudad.

En estos días recibimos visitas de todo el país y de otros lugares del mundo; gozamos y compartimos con los que llegan nuestro espíritu musiquero, cancionero y bailarín. Cantamos coplas en quichua y castilla, tocamos la guitarra española a la que llamamos criolla con todo derecho pues ha sido hecha con maderas de aquí, tocamos el bombo hecho por manos santiagueñas con elementos santiagueños, bailamos haciendo castañas y zapateos que se nos antojan mejores que los similares de España.

Estamos de fiesta. Somos un pueblo criollo. Somos un pueblo mestizo. Después del 25 de Julio podemos retomar las oposiciones entre la Leyenda Negra y la Leyenda Blanca. Mientras tanto, conviven las ofrendas a la Pachamama con los cultos cristianos.

En estos días del 458 Aniversario de Santiago del Estero, los criollos santiagueños, junto con los inmigrantes y visitantes de todas las procedencias, decimos: ¡Viva Santiago del Estero, Ciudad Madre de Ciudades!

19 de Julio de 2.011.

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