Por Crístian Ramón Verduc
04/09/2012
Si el alumno supera al maestro, fueron buenos ambos.

Si el alumno supera al maestro, fueron buenos ambos. Hay varias aseveraciones respecto a la relación entre el maestro y sus alumnos, o entre los notables y la comunidad. En general, las comunidades ven a sus líderes, próceres y héroes como seres insuperables. Prácticamente nadie se atreve a cuestionar las nuevas virtudes y actos arriesgados que otros van adjudicando a la persona que fue transformada en objeto de admiración cercana a la veneración.

Un maestro puede marcar para siempre la vida de su alumno. Como en todas las profesiones y oficios, se pueden encontrar buenos, regulares y de los otros. Sea como sea, cada relación humana o acontecimiento va provocando modificaciones en el modo de pensar de los individuos.

En Argentina tenemos distintos significados para la palabra Maestro. En lo estrictamente profesional o laboral, es Maestro el docente de las escuelas primarias y pre primarias. También se dice Maestro al Director de una banda de música. En algunos oficios también se utiliza la palabra Maestro como sinónimo de experto.

En el arte folclórico, a quienes enseñan a bailar se los llama Profesor de Danzas y hay todo un sistema de títulos y habilitaciones para quienes forman sus academias de danzas folclóricas. En general, cuando uno aprende canto y guitarra con una persona mayor que enseña sin ser docente con diploma, se refiere a ese transmisor de conocimientos por el nombre solamente, aunque puede también demostrar su gratitud y reconocimiento diciendo: “A mí me ha enseñado el Maestro Fulano”.

Las maestras de la escuela primaria son inolvidables, pues forman parte de nuestra infancia y sus enseñanzas han quedado para siempre dentro de nosotros. Así como habitualmente no juzgamos nuestra infancia, tampoco hacemos una evaluación de nuestros maestros. Simplemente ha sido la etapa de nuestra vida en la que hemos incorporado los conocimientos básicos que después nos permitieron asimilar mejor las especializaciones que hayamos procurado en los establecimientos educativos.

La primera escuela es el hogar y la primera maestra es la madre. Esta afirmación es muy válida. Si bien es cierto que en el ámbito familiar la enseñanza es basada en la experiencia personal y sin método, es la que más influirá en la educación del individuo. Un niño bien educado en la casa tendrá más posibilidades de andar bien en la escuela pública o privada donde reciba la instrucción dictada según los planes oficiales, lo que allanará su camino hacia una futura realización profesional.

Para la moderna vida en convivencia, es necesario tomar decisiones en forma permanente. Hay que decidir qué comprar, dónde comprar, cuándo comprar, cómo obtener los medios para comprar lo que uno considera necesario, a quién pedir ayuda, a quién ayudar, a qué grupos integrarse, cómo integrarse a tales grupos, quedarse donde uno está o no, hacia dónde ir, cuándo ir, en qué ir, de qué manera, a quién confiar las tareas que uno mismo no puede o no quiere cumplir, etc.

En cada toma de decisión uno está comprometiendo su futuro y el de otras personas, en mayor o menor medida, dependiendo de la magnitud de lo que está evaluando. Para salir airoso ante tales pruebas es necesario estar bien preparado.

“Hay que educar al soberano”, dijo Domingo Faustino Sarmiento en algún momento para sintetizar su intención de promover la instrucción pública en nuestro país, que se había desangrado en luchas para ser independientes de la realeza europea, en la guerra civil del período anárquico, en las luchas internas y externas. El pueblo de la Nación Argentina se encaminaba hacia la posiblidad de ser soberano, con derecho a elegir su destino; pero para poder ejercer un derecho hay que estar preparado. Un individuo o un pueblo que no está educado, es presa fácil del soborno, del chantaje y del engaño. Para ejercer la soberanía que le corresponde, debe saber percibir cuándo lo están por forzar a hipotecar su futuro y debe saber cómo evitar las trampas.

El prócer argentino Domingo Faustino Sarmiento falleció el 11 de Septiembre de 1.888. Ese día terminó una vida intensa, con formas de actuar que aún hoy son motivos de polémica. En muchos casos es necesario separar los distintos hechos en la vida de una persona para valorar cada uno de ellos. En el caso de Sarmiento, es innegable que fue un gran impulsor de la educación y las ciencias para nuestro país. En reconocimiento a su obra docente, el 11 de Septiembre ha quedado en el calendario como Día Panamericano del Maestro.

El reconocimiento a quienes nos enseñan debe ser permanente, pues la gratitud no tiene fecha de calendario, pero cada 11 de Septiembre es una buena ocasión para rendir homenaje a las personas que abrazaron la docencia como profesión, pues ellas están recibiendo a la infancia en ese segundo hogar, en ese templo del saber que es la escuela.

En estos días también vamos a recordar especialmente a Maestros que, sin ser formados académicamente ni formar parte del personal de ninguna escuela, contribuyeron a la formación de las nuevas generaciones. Estos Maestros, al igual que los docentes escolares, no se quedaron solamente con la tarea de impartir la enseñanza específica, sino que con su ejemplo y consejos, ayudaron a formar moralmente a sus alumnos, como si fuesen sus hijos.

En estos días vamos a recordar especialmente a un Maestro que fue hombre de Alero Quichua Santiagueño: Don Fortunato Juárez, que concurría a las audiciones cada vez que no debía viajar con sus hermanos u otros folcloristas hacia otras provincias llevando el arte nativo de Santiago del Estero.

Cuando nuestro Alero Quichua normalizó su existencia ante la Ley, obteniendo la Personería Jurídica, ahí estuvo Don Fortunato enseñando y explicando respecto al funcionamiento interno de una asociación sin fines de lucro. Cuando el Alero Quichua debía viajar hacia otras provincias, Don Fortunato indicaba cuáles eran en el momento las empresas más convenientes, al margen de que si participaba o no del viaje. En la casa del barrio Huayco Hondo y luego en el barrio Mishqui Mayu, formó una gran cantidad de intérpretes de la guitarra y el canto folclórico. Don Fortunato Juárez falleció el 7 de Septiembre de 2.000, dos días después que el poeta Pablo Raúl Trullenque.

Así como Don Fortunato Juárez, felizmente hay muchas otras personas que hacen esa docencia empírica, de entrecasa, entre amigos. Hoy recordamos especialmente a este querido Maestro que dejó sus buenos recuerdos en su paso por el Alero Quichua y por la vida en nuestro país.

En nuestra cultura popular, decir Maestro a alguien es una muestra de respeto. Llamar Señorita a la maestra de grado también es una muestra de admiración y respeto. Decir Sarmiento es decir buen alumno y persona responsable.

En quichua, yacháchej se dice a la persona que hace saber, que enseña. En esta semana de comienzos de Septiembre, vaya un respetuoso saludo a todo yacháchej, junto con un pedido para que no dejen su lucha por la enseñanza y no dejen de ser al mismo tiempo alumnos de la vida.

04 de Septiembre de 2.012.

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