Por Crístian Ramón Verduc
17/10/2012
Pajarustapas también se escucha sus penas decir.

“Pajarustapas también se escucha sus penas decir” (Sentimiento Montaraz, chacarera de Don Sixto Palavecino). Las aves en general, pero especialmente los pájaros, son motivo de observación placentera por parte de mucha gente, además de fuente de inspiración para poetas y cantores.

Si observamos la avifauna de Santiago del Estero encontraremos una cantidad enorme de especies que pueblan llanuras, cerros, montes, salinas, ríos, lagunas y ciudades.

En Sentimiento Montaraz, Don Sixto se refiere primero a uno de los pájaros que supuestamente anda muy triste llamando y llamando a Crespín. El nombre que se le ha dado en nuestra región a esta avecita se debe a su persistente canto que parece repetir constantemente el nombre de quien fuera su pareja cuando era un ser humano, según la leyenda. Ese canto de dos notas comienza a escucharse por esta época, y hay algo de cierto en lo que dice la leyenda, pues el lamento del crespín es un reclamo por su pareja.

Si uno imita bien el canto del crespín, puede conseguir que éste se acerque e incluso se haga visible, si antes no ha percibido el engaño. No siempre el crespín emite el reclamo de dos notas. En ciertos momentos, por las noches, suelta un silbido muy fino, que suena también triste y lamentoso. La cercanía del Día de los Santos Difuntos, hace que mucha gente crea que ese silbido es de un alma en pena. La gente “de antes” suele decir que no hay que imitar el silbido del alma en pena por que en ese caso ella vendrá y silbará tan fuerte que dejará sordo o loco al imitador. Si algún audaz hace caso omiso del consejo, puede percibir que el “alma en pena” (el pajarito) responde al silbido cada vez más cerca. Generalmente, ese acercamiento hace callar a uno de los dos silbadores. Puede ser que el crespín se calle al notar la mala imitación o puede ser que el humano se calle por respeto a los dichos de los mayores, o por temor.

Es muy difícil ver al crespín, pues se estira en algún tronco y, al emitir su canto, éste suena en forma difusa, sin poderse determinar de dónde viene. Podríamos decir que, por su aspecto, parece una rubiala pequeña. Se parece a la rubiala por que tiene la cola larga y las plumas de la cabeza erectas. El color de la rubiala es más amarillo que el del crespín, y tiene hábitos gregarios, mientras que el crespín es solitario. El crespín es conocido en toda América del Sur con distintos nombres, generalmente relacionados con su persistente reclamo de dos notas. En Brasil, por ejemplo, recibe nombres como Sem-fim, Fenfém, Crispín y otros. También hay un pájaro llamado Chincoã (alma de gato), que es como un crespín grande, de cola muy larga y canto ligeramente distinto.

El nombre del crespín le ha sido adjudicado por causa del sonido de su canto, similar al nombre castellano Crespín, que tiene como antecedente lejano a San Crispín, quien junto con su hermano Crispiniano es mártir cristiano del Imperio Romano en el Siglo III. Crispín y Crispiniano son santos patronos de los zapateros, por el oficio con que subsistían.

Por otra parte, la ave que en Santiago es llamada rubiala, también puede ser encontrada en otros países de América del Sur. En nuestra provincia tiene su nombre formado por la palabra castellana “rubia” a la que se le ha agregado la desinencia quichua “la”, que indica en este caso que es muy rubia. La desinencia “lu” es el aumentativo masculino, por eso escuchamos decir “umalu” (cabezón), “senckalu” (narizudo o narigón), “machalu” (muy bebedor, alcohólico). En nuestro quichua regional, ese aumentativo tiene su versión femenina “la”, con lo que obtenemos adjetivos como “chujchala” (cabelluda, melenuda), “chincala” (muy de perderse de vista), “tampala” (de cabello enredado, sin peinar).

En Tucumán y otras provincias del Noroeste Argentino, la rubiala es llamada Machilo o Machilu, posiblemente por el aumentativo quichua “lu” aplicado a la palabra castellana Macho. Habría que averiguar. En la región pampeana es conocida como Pirincho. Este nombre del ave da lugar para aplicar el apodo Pirincho a personas cuyo cabello tiende a levantarse en la parte de atrás de la cabeza, arriba de la nuca. En Santiago, por deformación o malentendido de la idea, se puede escuchar decir: “Estás con los pirinchos parados”, cuando la idea es que tiene los pelos parados como pirincho, o como rubiala. En las provincias del Litoral dicen Pilincho.

En Brasil, la rubiala, machilo, pirincho o pilincho, se conoce como Anú Branco, para diferenciar del Anú Preto, ave bastante parecida a la que en nuestros pagos del Noroeste Argentino es conocida como Urraca Negra. En las provincias de Salta, Chaco y más hacia el Litoral, incluso en casi todo el continente sudamericano, es común la urraca, que se parece a la rubiala, al crespín y a la urraca negra por su cola larga y sus vuelos cortos. La urraca es de cuerpo amarillo, lomo y cabeza de color azul oscuro, casi negro, con cejas amarillas. Es posible que tengamos urracas también en nuestros montes santiagueños especialmente hacia el Norte.

Esta época del año, con flores y frutos nuevos, es tiempo de especial algarabía para los pájaros del monte, pues es tiempo de reproducción, de preparar nidos, de criar pichones y celebrar la vida.

El canto de los pájaros es una alegre melodía para todos nosotros. El mejor canto de los pájaros se escucha cuando ellos están libres; es un canto a la libertad que nos contagia. Podemos adentrarnos en el monte en busca de esos cantos naturales o podemos atraerlos hacia nosotros formando un ambiente acogedor para la Naturaleza en donde nos toque vivir. Los pájaros encerrados en vez de cantar están clamando por su libertad; han nacido para volar y no para ser sepultados vivos en pequeñas celdas donde se castiga a los inocentes.

La creación y mantenimiento de plazas y parques en las ciudades es una buena medida para hacer algo por la vida. También se puede hacer algo en la casa de cada uno, manteniendo un ambiente de tolerancia y tranquilidad para los pájaros que nos visiten.

Si uno quiere tener el canto de un pájaro cerca de su cama, puede encerrar uno en una jaula y escuchar sus gemidos tristes, pero si quiere escuchar el alegre canto de muchos pájaros, lo mejor que se puede hacer es plantar o cuidar un árbol y los cantorcitos vendrán solos.

17 de Octubre de 2.012.

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