Por Crístian Ramón Verduc
07/05/2013
Tucuy amigusniyta/ nocka mañayquish:/ Así como yo canto,/ a ver, cantaychis.

“Tucuy amigusniyta/ nocka mañayquish:/ Así como yo canto,/ a ver, cantaychis.” (A todos mis amigos/ aquí les pido:/ Así como yo canto,/ canten conmigo.” Don Sixto Palavecino canta así el comienzo del triunfo de su autoría, Quíchuap Huaan (Hijo de un Quichua), en el primer disco que grabara el Alero Quichua Santiagueño.
El triunfo es un género folclórico que se canta y baila especialmente en la región pampeana de nuestro país, pero ha sido también parte importante en nuestra provincia. Parece que el triunfo, como canto y baile festivos ante el triunfo de los pueblos hispanoamericanos en su lucha por la independencia, ha sido cantado y bailado en casi todos los países que surgían luego de la derrota militar de las tropas españolas de ocupación hasta 1.829.
 
Las letras de los primeros triunfos se referían a la retirada de los realistas y al triunfo de los patriotas. El toque de guitarras y el canto daban lugar a una danza de pareja suelta, con vueltas, medias vueltas, zapateos, zarandeos y coronación. Seguramente había en esa época cantores, guitarreros y bailarines “de toda laya”, pero lo importante era festejar el triunfo criollo. 

Contaba Don Sixto que en su infancia, su abuelo tocaba la guitarra y cantaba temas antiguos. Al abuelo lo llamaban Tata Martin (con acento grave) y vivió hasta los 120 años de edad, según recordaba Don Sixto.
Canta Don Sixto en su chacarera Pa’ Tata Martin: “Cuando yo tuve diez años,/ Tata Martin, mi abuelito,/ costumbres muy lindas de antes/ me contaba, mi viejito.” “Yo cebaba sus amargos/ en tanto él armaba un chala./ Le decía: Tata Viejo,/ a ver, toque la guitarra.” “Ya pulsaba el instrumento,/ ya se largaba a rasguear,/ ya los aires de sus tiempos/ me los hacía escuchar.” 

Haciendo un cálculo con estos datos, deducimos que el abuelo de Don Sixto escuchó y en una de ésas interpretó y bailó esas músicas triunfales en los años posteriores a la Guerra de la Independencia.
Siendo adulto, Don Sixto quiso hacer un homenaje a esos recuerdos y a sus mayores en la forma de un triunfo. Ya eran otros tiempos, eran los años en que decidía llevar el quichua a la mayor cantidad de gente posible, al tiempo que exhortaba a los quichuistas a no callar, a no avergonzarse de su idioma. 

“Ahora ya me he largado,/ mana penckacus…” (Ahora ya sin recelo/ puedo largarme…) es un canto de alegría, un canto triunfal, donde Don Sixto canta al mundo el cambio que se estaba operando en el quichuista. Cuando el Alero Quichua graba su primer disco documental, se incluye Quíchuap Huaan, no solo por mostrar el idioma ancestral cantado en diferentes ritmos, sino también para dar rienda suelta a esa idea de triunfo del quichua.
Decíamos que el nombre Triunfo es recibido por esta danza en razón de ser una expresión triunfal ante la victoria criolla en su lucha por la independencia. Triunfo es sinónimo de éxito, victoria, logro alcanzado. Dicen que los triunfos y fracasos van jalonando la vida de una persona, moldeando su modo de ser y brindando la posibilidad de aprovechar las experiencias positivas y negativas. 

Se considera fracaso al hecho de no alcanzar las metas que se han fijado. En algunos casos, tales metas son impuestas por la sociedad o imaginadas por terceras personas, razones por las cuales alguien puede ser considerado un fracasado y no estar enterado de ello. Por el contrario, alquien que es considerado exitoso por los demás, podría sentir que no ha alcanzado el triunfo. 

En la sociedad existen ideas establecidas para determinar triunfos y fracasos. En una cultura con tendencia a ver para creer, el triunfo debe ser material, debe ser tangible y comprensible para la mayoría. Se considera que una persona o grupo ha triunfado cuando ha logrado una victoria o una serie determinada de victorias. Esa victoria puede ser deportiva, más entendible si por tal victoria recibe un trofeo, una medalla o un premio en dinero. También puede tratarse de una victoria militar, en la que el grupo triunfante se apodera de un territorio en disputa, y es mejor si sale bien a la hora de contar y comparar la cantidad de muertos y heridos. También el éxito puede ser determinado por la cantidad de dinero o bienes obtenidos en un emprendimiento o a lo largo de la vida. “Dime cuánto has acumulado y te diré si has triunfado.” 

En el caso de un emprendimiento artístico, cuando es puramente artístico, definir el éxito se torna más difuso, o depende más de cuáles sean las aspiraciones del artista. Por ejemplo, para un cantor puede ser un éxito actuar ante un determinado público, mientras que para otro, el éxito dependa de la cantidad de oyentes que consiguió reunir. Si es un artista profesional, su éxito consistirá en una cierta cantidad de dinero recaudado, ya sea por venta de discos o de entradas para una presentación o por derechos de autor o regalías por grabaciones. 

En el caso de nuestro Alero Quichua Santiagueño, emprendimiento cultural creado específicamente para rescatar, revalorizar y difundir el quichua y los auténticos valores tradicionales de Santiago del Estero, el éxito no depende de ventas de discos o libros, tampoco de los premios obtenidos; incluso no depende de la cantidad de oyentes o participantes en la audición radial. Lo que merece el canto de un triunfo bilingüe, que con su música y letra nos diga que somos exitosos, es el triunfo de la lengua quichua. Este éxito consiste en que se logre lo que canta Don Sixto en Quichuizar al Mundo: “Yo no pretendo que el quichua/ sobrepase a los demás./ Pero tampoco sea menos,/ debe estar de igual a igual.” 

El éxito de nuestro emprendimiento consiste en no perder el rumbo, en aprovechar las oportunidades que los medios de difusión y la gente voluntariosa nos brindan, para difundir la lengua quichua y las manifestaciones culturales auténticamente santiagueñas. Si logramos cantidad de audiencia, distribución de discos y de libros e incluso premios sin desviarnos del rumbo, el emprendimiento cultural será aún más exitoso. 

En estos tiempos, el Alero Quichua Santiagueño está haciendo su audición radial unas cuarenta veces por año y es repetida por una cantidad creciente de emisoras, tiene su séptimo disco en plena distribución y difusión, la traducción al quichua de Martín Fierro por Don Sixto Palavecino está por imprimirse nuevamente, gente del Alero actúa en festivales auténticamente criollos, la página de Internet está creciendo en contenido y en visitas… es como para pensar que estamos bien y vamos bien rumbeados. 

“Los invito a seguir la huella”, decía Don Sixto, recordándonos que hay un camino marcado para evitar extravíos. El éxito de nuestro emprendimiento cultural consiste en seguir esa huella. Sacrificar el rumbo en aras de un aumento cuantitativo de oyentes, participantes o lectores, sería una dura derrota para el quichua y para la memoria de nuestros mayores. 

Estamos bien encaminados, poniendo especial énfasis en el quichua conversado, recitado y cantado. Cada Domingo de Alero es una fiesta, una fiesta tan alegre y exitosa cuanto mayor sea la difusión del quichua y las tradiciones de Santiago del Estero. 

Cuando así ocurre, dan ganas de repetir el triunfo de Don Sixto: “Idioma de mi tierra, nocka ‘rimani, nocka cantani.” (Idioma de mi tierra,/ quichua les hablo,/ quichua les canto.” 

07 de Mayo de 2.013.

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