Por Crístian Ramón Verduc
05/11/2013
José Hernández nació en la provincia de Buenos Aires, el 10 de Noviembre de 1.834.

José Hernández nació en la provincia de Buenos Aires, el 10 de Noviembre de 1.834.
Su vida se podría sintetizar como una serie de aventuras, entre heroicas y trágicas. A temprana edad, por razones de salud, su familia lo llevó a vivir en un campo de su abuelo paterno, en el Sur de la provincia. A la muerte de su madre, fue a ayudar a su padre en tareas rurales en zona de frontera. Era la frontera con el territorio dominado por los pampas. 

Mientras estaba de cabalgata por el campo La Tordilla, supo por su hermano que Don Pedro Pascual Rafael Hernández, su padre, había fallecido fulminado por un rayo. A partir de ese momento, Rafael pasó a ser como un hijo para el joven José. 

Cuando Martín Fierro dice: “Yo he conocido esta tierra”, lo dice por que José Hernández pasó gran parte de su vida en zonas rurales, compartiendo con los gauchos, primero en los campos de su abuelo y de su padre, después en las largas campañas militares por las luchas entre unitarios y federales. Su vida también fue urbana, en la ciudad de Buenos Aires, o en las capitales provinciales donde anduvo, por el Litoral Argentino, en Uruguay e incluso en el Noroeste de nuestro país. 

Hubo un período en que estuvo refugiado en el Sur del Brasil, en la frontera con Uruguay. El inmueble que es conocido como “A casa de José Hernández”, en la esquina de Rivadavia Correa y Uruguay, en Santana do Livramento, Río Grande do Sul, ostenta un cartel indicando que el escritor gauchesco vivió ahí. En esa casa, a poca distancia de Rivera, ciudad uruguaya, Hernández recibía la visita de compatriotas, compañeros de la causa federal. Según los tradicionalistas brasileños, El Gaucho Martín Fierro fue escrito por Hernández en esa casa y también en la plaza cercana. 

Compenetrados con el sentimiento hernandiano, los “gaúchos” declaran que la tierra del gaucho heredero de Martín Fierro no tiene fronteras; por lo tanto, para ellos un gaucho puede ser del Sur de Brasil, de Uruguay o de las pampas argentinas, e igualmente ha de ser su hermano. Esto es una prueba de lo hondo que caló la obra de José Hernández en el sentimiento del hombre campero. También entendemos que, si la gente de la tierra conoció a Hernández, es por que Martín Fierro decía la verdad al afirmar que había conocido esta tierra, donde el paisano vivía. 

Usando el vocabulario del gaucho de las planicies bonaerenses, cargado de arcaísmos castellanos y regionalismos, Martín Fierro se puso a cantar al compás de la vigüela y no paró hasta hoy, pues cuando un criollo interpreta el canto de nuestra tierra, los sentimientos hernandianos afloran de un modo u otro. 

La lucha de José Hernández fue una lucha patriótica, en la que buscó lo que consideraba mejor para nuestro país aún en formación y asolado por situaciones injustas, que aquejaban sobre todo a los gauchos, los “guachos” que no tenían quién los ampare. 

El Gaucho Martín Fierro fue publicado por primera vez en 1.872. Su estilo y contenido hizo que una vez terminada esa primera parte, que termina en la marcha al exilio del gaucho matrero junto con su amigo Cruz, el público de las ciudades y del campo pidiese más poesía con noticias de Martín Fierro y Cruz. Querían saber de ellos algo cierto; querían saber qué más tenía para decir. 

Siete años después de haberse adentrado en el desierto, se produjo La Vuelta de Martín Fierro. Volvía de las tolderías pidiendo atención al silencio y silencio a la atención, pues a su relato le faltaba lo mejor. Y esta vuelta, que marca una excepción respecto a la calidad o éxito de las segundas partes, está cargada de enseñanzas sin que falte la denuncia. 

José Hernández les da voz a distintos personajes de los campos bonaerenses, para enseñarnos por medio de cada uno de ellos que en esa época las cosas no estaban bien y debían corregirse. Nos muestra cómo hablaban los paisanos, qué deberíamos aprender de cada uno de ellos, qué deberíamos tomar al pie de la letra y qué deberíamos conocer para no imitar. 

Un gran protagonista de la segunda parte de “El Martín Fierro”, es el desvergonzado Viejo Vizcacha, que da malos ejemplos y consejos egoístas al segundo hijo de Fierro. En general, los consejos del Viejo Vizcacha muestran lo que no debe hacerse, o lo que debemos esperar de los deshonestos. Podemos decir que casi todos los consejos de Don Vizcacha están ahí para quien decida ser un criollo pícaro y aprovechador, para ejercer la famosa “viveza criolla” causante de tantos males a la comunidad. 

Maduro y calmado, Martín Fierro procura inculcar a sus hijos una actitud solidaria y reflexiva, evitando caer en vicios y en la desgracia de matar a alguien por cualquier motivo. “Tienen en la desgracia mía un espejo en qué mirarse”, les dice… o nos dice. 

Los consejos de Martín Fierro tienen estrofas que sintetizan su modo de pensar, como cuando dice que el amigo más fiel es una conducta honrada. También, cuando recuerda que debe trabajar el hombre para ganarse su pan y evitar la miseria, agregando más adelante que sangra mucho el corazón del que tiene que pedir. 

Sería de gran ayuda para todos si tuviésemos un sentimiento fraterno como el que enseña Martín Fierro cuando dice: “Los hermanos sean unidos/ por que ésa es la ley primera./ Tengan unión verdadera/ en cualquier tiempo que sea,/ por que si entre ellos pelean/ los devoran los de ajuera.” 
También el hijo del Sargento Cruz es sentencioso: “Y he de decir ansí mismo/ por que de adentro me brota:/ Que no tiene patriotismo/ quien no cuida al compatriota.” 

Posiblemente Hernández habría continuado su lucha con la ayuda de Martín Fierro, pero la muerte a una edad en que aún se puede seguir bregando, se lo impidió. Por las dudas, sobre el final de La Vuelta de Martín Fierro había anunciado: “Y guarden estas palabras/ que les digo al terminar:/ En mi obra he de continuar/ hasta dárselas concluida,/ si el ingenio o la vida/ no me llegan a faltar.” 

Está en nosotros tomar el legado de José Hernández y de todos los grandes criollos, para sustentar los valores tradicionales, para enriquecer esos valores con nuevas ideas y acciones concretas, evitando la confrontación que no sea necesaria, siendo solidarios y comedidos, pensando primero en nuestra Patria y nuestros compatriotas.
Cada 10 de Noviembre es una buena ocasión para sentirnos hijos de Fierro, patriotas como Fierro, cultivando valores morales de Fierro, para bien de todos. 

05 de Noviembre de 2.013.

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