"Mi abuelo es quebracho puca, mi abuela es quebracho blanco..." dice Don Sixto Palavecino en su chacarera Tacko Yúraj (Algarrobo blanco). 

El santiagueño migrante, que vuelve al pago en el mes de Julio, al llegar encuentra cambios edilicios, pero con solo respirar siente en el aire santiagueño las presencias de los antecesores, que como árboles siguen firmemente plantados están en el paisaje sentimental santiagueño. 

El visitante que se "entrevera" con la gente y sentimientos de nuestra provincia, acaba sintiendo añoranzas santiagueñas cuando vuelve a su lugar en el mundo, mantiene el contacto con sus amigos de nuestro pago y hace planes para el próximo viaje. Los que no conocen Santiago y su modo de ser, quedan extrañados al ver que conocidos suyos que podrían optar por destinos turísticos cuyas atracciones son ampliamente promovidas, optan por volver y volver a Santiago, año tras año. De esta particularidad viene el dicho popular: "Santiago no tiene riendas, pero sujeta", que en algunos cantares, por razones de métrica, ha sido acortado a: "No tiene riendas pero ata". 

Este mes de Julio se muestra en parte distinto a los últimos anteriores. Los lapachos aún no han florecido; otros árboles aún no han desnudado sus ramas para echar brotes a fin de mes; en el aire hay más música folclórica que los años anteriores. Ya estamos disfrutando de fiestas criollas públicas y privadas para conmemorar el aniversario de Santiago, pero desde la Presidencia de cada casa, el televisor insiste en atarnos al Campeonato Mundial de Fútbol, cuando no a noticias menores producidas en Buenos Aires. 

Los medios de comunicación locales luchan contra su propia tendencia a seguir las directivas porteñas y, poco a poco, van incorporando a su repertorio verbal las novedades referidas a la fiesta santiagueña. 

El clima festivo está en crecimiento. Por las mañanas, cada día nos deleitamos con algún buen espectáculo artístico en la Plaza Libertad. El Mercado Armonía recibe como todo el año a sus coterráneos, pero cada día son más los visitantes de otras provincias que llegan en busca del Santiago tradicional en pleno centro de la ciudad. El Centro Cultural del Bicentenario es visitado por miles de personas cada día, al igual que la Feria Artesanal en el parque. 

El Viernes por la noche, en el Patio del Indio Froilán, amantes del folclore locales, junto con los muchos venidos desde otras provincias, harán vigilia esperando la mañana del Sábado, para marchar al son de miles de bombos hacia la Plaza Libertad. La Marcha de los Bombos tiene una mística especial, por que el sonido de un bombo entusiasma y alegra el alma. Ese mismo sonido, cuando se multiplica en una comunión de sentimientos, nos eleva hacia espacios fantásticos. 

El Sábdo y Domingo, en Villa Atamishqui habrá una reunión festiva multitudinaria: La fiesta de la Sachaguitarra Atamishqueña, con participación de cultores folclóricos de la zona, nacionales e internacionales. 

El Domingo, la audición del Alero Quichua Santiagueño estará dedicada principalmente al aniversario de Santiago del Estero. La semana tiene un clima que irá creciendo en intensidad durante estos días, para culminar en los grandes festejos del 24 y el 25, cuando se conmemora la fundación de nuestra ciudad por Francisco de Aguirre.
Hay quienes con razones válidas cuestionan el festejo conmemorativo del 25 de Julio de 1.553. Ellos argumentan que, en realidad, el fundador de la ciudad fue Núñez de Prado, el que en Junio de 1.550 emplazó la Ciudad del Barco a poca distancia del lugar actual. Lo que hizo Francisco de Aguirre es trasladarla y cambiarle el nombre.
Podríamos decir que, en ese caso, Aguirre no es el fundador y sí lo es Núñez de Prado, y estaríamos acertados, pero por otra parte asumimos que celebramos a Santiago del Estero y no a la ciudad del Barco, por lo cual festejamos cada 25 de Julio y para ello nos reunimos santiagueños y no santiagueños en un fuerte abrazo de amistad. 

La ciudad de Santiago del Estero desciende de la Ciudad del Barco. Hay quienes afirman desde el puerto de Buenos Aires que los argentinos descendemos de los barcos. Los santiagueños y muchos otros provincianos, gente de la tierra interior del país, nos sentimos orgullosamente descendientes de gente originaria de estas regiones, en muchos casos mixturados con europeos, por lo que nos sabemos criollos, mestizos. 

Nuestros ascendientes no son barcos. Son quebrachos, son algarrobos, son gente que murió de pie haciendo honor a este terruño, dejando sus raíces firmes para que en ellas nos apoyemos en nuestro afán por alcanzar el cielo. 

A ellos nos parecemos tanto, gracias a Tata Yaya. 

15 de Julio de 2.014.