Por Crístian Ramón Verduc
02/12/2014
También las lachiguanas han despertado en el verde tunal…

“También las lachiguanas han despertado en el verde tunal…” Ramón del Valle García, en la segunda parte de su zamba Mañanitas Loretanas, menciona a uno de los insectos típicos de nuestros montes. Marcelo Ferreyra nombra al animalito en la chacarera Corazón de Lechiguana. En estos dos ejemplos, podemos ver que esta avispa es conocida en nuestra provincia como lechiguana o lachiguana. 

El nombre científico de esta avispa es un poco complicado de encontrar pues, en muchos casos, después de una clasificación de animales con adjudicación de nombres, hubo una reforma con cambios en la denominación para el género o la especie. Así es como encontramos que, según dónde consultemos, encontraremos nombres como Brachigastra Lecheguana, Chatergus Brasilensis, Nectarina Lechiguana… Posiblemente esto se deba también a que hay especies muy parecidas entre sí en los hábitos y en el aspecto. 

En nuestros pagos lo que vemos habitualmente son dos tipos de avispas melíferas: Bala y lechiguana. Ambas son recolectoras de néctar y productoras de miel; la que almacenan, tanto para preparar la división de la colonia como para guardar una reserva con la cual pasar el Invierno. Ambas construyen colmenas de papel de color gris, formadas por panales de celdas pequeñas, los que son cubiertos por una capa del mismo material. 

No hay muchos datos concretos respecto a la vida de estos insectos. Se puede recoger la información de que cada colonia tiene más de una reina o ponedora de huevos, y las obreras; respecto a los machos o zánganos no hay datos. 

Cada especie biológica actúa como si pretendiese por sí misma apoderarse del mundo. De ese empuje de todas y cada una de las especies existentes, se da el necesario equilibrio vital en el planeta. Las avispas bala y lechiguana buscan su expansión en forma similar a las abejas: Aumentando la población de la colmena y después soltando enjambres que irán a construir nuevas colonias. La acción de predadores y acontecimientos naturales contienen en parte el avance de las avispas, manteniendo así el equilibrio. 

Los estudiosos indican que algunas mieles producidas por avispas pueden ser tóxicas para el ser humano, aunque en general son sabrosas y los pueblos originarios de nuestro continente solían recolectar miel de avispa para consumo. En distintos lugares del mundo se practica la cría racional de la avispa para aprovechar su miel. En el Litoral Argentino, llaman Camoatí a un grupo de especies muy parecidas a estas dos de nuestra región.
Se llama bala a la que cuelga su colmena en ramas altas o las adhiere en troncos. Se le llama lechiguana o lachiguana a la que cuelga su colmena a escasos centímetros del suelo. La avispa bala es de color negro con rayas amarillas en el abdomen, mientras que la lechiguana presenta una o dos rayas amarillas en el abdomen y también en el tórax. 

El nombre Bala puede deberse a la forma de la colmena, que tiene cierta similitud con los fardos apretados que se arman con lienzos, algodón, lana o algunas mercaderías, bulto que a su vez tomaría el nombre por su parecido con una pelota (ball en inglés). 

No deja de llamar la atención el nombre lechiguana o lachiguana. Nos dice el Profesor Domingo Bravo que deriva de la palabra lachihua, que significa “Miel de abeja”. Esta definición coincide con lo que vemos en otras publicaciones, las que indican que llachiwana es una palabra quechua que significa avispa melífera. Por ese lado, es todo lo que se ha podido avanzar para este artículo. Llama la atención que, en un idioma básicamente bisilábico, se diga Miel con una palabra de tres sílabas. En el quichua santiagueño, se entiende por Miel a la palabra Mishqui, la que signfica “dulce” o “cosa dulce”. 

Por otra parte, hay que tener muy en cuenta lo que relatan los pobladores de zonas rurales del Noroeste Argentino, especialmente en la provincia de Santiago del Estero: Dicen que la iguana, que seguramente sería la colorada (Tupinambis Rufescens) o la overa (Tupinambis Teguixin), gusta de la miel de esta avispa. Dicen que para saborear la miel de avispa, la iguana se acerca sigilosa, da un golpe con la cola en la colmena, la que se rompe y pierde un pedazo que cae al suelo; hecho esto, la iguana escapa velozmente antes de ser atacada por las avispas. 

Como la miel está en la periferia de la colmena y las crías en el centro de la misma, el pedazo que cae tiene miel. Las avispas sobrevuelan la colmena y sus alrededores, buscando al agresor para atacarlo con sus temibles aguijones. Enseguida vuelven a donde están las crías y las reinas. Es entonces cuando la iguana vuelve y, sin que las avispas lo perciban, lame la miel del pedazo caído. Esta audaz maniobra atribuida a la iguana, es posible contra las lechiguanas, que están muy cerca del suelo, y no contra la bala, que construye de menor tamaño a mayor altura. 

Quienes hemos visto las colmenas de lechiguana, de gran tamaño, forma no del todo regular y con la base a muy escasa distancia del suelo, vemos como posible que la iguana corte un pedazo si aplica un certero golpe con la cola. Entonces, según el relato de nuestros paisanos, la iguana estaría complementando con miel de avispa su dieta de pequeños frutos y animalitos. Esto puede llevarnos a pensar que lechiguana, lachiguana, lachihuana o llachiwana podría formarse uniendo las palabras castellanas leche e iguana. 

No está todo dicho; hay una gran cantidad de conjeturas volando alrededor de la colmena de grueso papel gris producido por las avispitas. Nos aguijonean las dudas y las ideas nos golpean como una gruesa cola de iguana. Debemos recordar que nuestros mayores nos dejaron como uno de sus legados el mandato de no tener pereza (ama ckella), para dedicarnos a observar la vida de la lechiguana y la del lagarto al que llamamos iguana. Si corroboramos lo afirmado por nuestros confiables coterráneos, veríamos como muy posible que el nombre lechiguana o lachiguana no tenga origen quichua, sino castellano. 

Mientras tanto, el reptil y las avispas seguirán haciendo lo que saben: Luchar cada día para sobrevivir y expandirse. 

Estamos en finales de la Primavera, tiempo en que los montes están verdes, con las avispas trabajando a pleno en la recolección de néctar, celulosa de los árboles e incluso algunos pequeños insectos. Mientras tanto, las iguanas caminan por el bosque, alimentándose de los frutos caídos, de ranitas, insectos y lo que esté a su alcance. Los nidos de las balas están altos, pero los de las lechiguanas sí están al alcance de un coletazo de iguana. 

Observemos la vida que bulle en los montes. Respetemos esa vida, la Vida en general. Serán actos de amor hacia el terruño querido y una gran satisfacción. 

02 de Diciembre de 2.014.

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