Por Crístian Ramón Verduc
01/12/2015
“El perro es el mejor amigo del hombre”.

Esta afirmación, que ya tiene sus años, es un concepto a veces discutible pero en general muy aceptado. También puede oírse decir: “Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro”. Hoy podemos ver perros de distinto aspecto y que pueden acompañar al ser humano en diferentes ámbitos.

También hay perros salvajes, a pesar de los posibles 100.000 años de domesticación. Podemos ver perros muy pequeños, unos de pelo corto, otros lanudos como corderitos, que suelen andar en brazos de personajes famosos. También vemos perros de combate que sirven en fuerzas militares o de seguridad, perros pastores o que hacen trabajos esforzados. Hay perros que vagan por las calles de las ciudades o pueblos, con aspecto de “sin raza”... hay todo tipo de perros. Ahora, podríamos decir que hay un tipo de perro para cada tipo de cinófilo, pero hace mucho tiempo era muy distinto.

El origen del perro se remonta a muchísimo tiempo. Podríamos considerar como antecesores del perro a ciertos mamíferos que existieron en los bosques tropicales hace decenas de millones de años. Eran animales mas bien pequeños y de hábitos arborícolas. De ellos podrían derivar los cánidos como el chacal, el coyote, el zorro, el lobo y el perro. El lobo ha sido objeto de observación y creación de mitos a lo largo de la Historia. Antiguos pueblos tienen relatos referidos a crueles lobos que atacan al ganado y al ser humano.

El lobo es un animal tan combativo que no hesita en matar a sus semejantes por cuestiones de territorios o reproducción. Hay distintos tipos de lobos, dependiendo el tamaño de la región en que habita. El perro desciende del lobo gris, según afirman estudiosos. Al ser domesticado, el perro fue modificándose en cuanto a sus hábitos, especialmente en lo que hace a la alimentación.

Dejó de cazar para comer y acepta lo que el humano le provee. También se acostumbró a escuchar el habla humana, reconociendo tonos de voz y algunas palabras. Los antiguos egipcios tenían entre sus dioses a Anubis, con cuerpo humano y cabeza de perro. Los aztecas también tenían una deidad en forma de perro y aparentemente en el actual territorio del Perú también hubo un culto a un dios perro. En el catolicismo, San Roque está muy ligado a los perros.

Cuenta una tradición que su perro lo había salvado cuando sufrió un accidente. Entre nuestra gente tradicional, hay aún quienes se encomiendan al santo si son atacados por un perro. Suelen decir: “San Roque, atá tu perro”. Dicen que da resultado; que ante la invocación al santo, los perros atacantes desisten y se calman. En los relatos típicos gauchescos también encontramos al perro.

En el poema de José Hernández, Martín Fierro no los menciona demasiado. Uno de sus hijos sí, cuenta que el Viejo Vizcacha tenía muchos perros y que cuando se emborrachaba se quedaba dormido entre los perros; también menciona al perro cimarrón (salvaje). Entre los canes domésticos, debemos mencionar a una hembra que llegó muy alto: Laika, perrita callejera rusa que fuera entrenada y lanzada al espacio en Noviembre de 1.957. Ha sido el primer ser vivo que viajó al espacio exterior.

Un perro entrenado y estimulado convenientemente puede desarrollar distintas habilidades, como lo hacían hasta hace poco en los circos, o como lo demuestran en las exposiciones caninas. Se llama cinofilia a la afición por los perros. Son cinófilos los criadores de perros, manteniendo una línea en cuanto a raza que se va a criar. Los perros que viven atados suelen ser muy agresivos, tristes y sin más habilidades que lo básico para su supervivencia, aunque siempre ávidos de cariño.

Los perros callejeros, abandonados, poco a poco vuelven a sus antiguos hábitos salvajes similares a los del lobo. En las pampas, jaurías de cimarrones solían atacar al ganado, pues esos perros vivían acuciados por el hambre. Nuestro criollo campesino tiene estrecha relación con el perro, al que en quichua llama ashcko. El perro cuida la casa, acompaña a las cabras y ovejas en sus salidas a pastar y las trae de regreso, generalmente ayudando a los pastorcitos de la familia.

Ese perro es llamado “cabrero”. Hay perros entrenados para cazar pichis o iguanas. También están los perros preparados para la caza de la perdiz, otros para los pumas o para los sachacuchis (chanchos del monte). Popularmente, suele tomarse al perro como referencia para graficar o ironizar situaciones humanas. Por ejemplo, suele decirse que alguien es “tonto como perro chico”, en alusión a la torpeza de los cachorritos. Cuando alguien se empecina en algo, similar a ciertos perros de pelea que no sueltan la presa pase lo que pase, suele decirse que está “emperrado”.

Cuando alguien está inquieto, eufórico, hiperactivo, se dice que parece perro desatado o perro que ha cortado la soga, pues el perro que escapa de estar amarrado se muestra eufórico, como todo liberto. Cuando detecta una perra en celo, el perro escapa de la casa donde vive y sigue a la hembra durante unos días, sin comer, sin beber y protagonizando peleas por el derecho a la reproducción; pasados unos días, vuelve a la casa, cansado, herido, con sueño y mucha sed. En algunos casos, suele decirse con ironía a ciertas personas: “Pareces perro salido” (escapado por estar en celo).

También, cuando algo debe hacerse con firmeza, sin detenerse a mirar las consecuencias negativas que puede traer la acción, se dice que se va a obrar “a cara de perro”. En quichua, ashcko ina significa “igual que perro”, para significar que alguien está obrando de manera tozuda o con mucha persistencia. Básicamente, el perro es un lobo domesticado. Pese a que son muy cariñosos con sus amos y su mirada es muy tierna, en caso de disputas por reproducción o por alimento pueden llegar a matarse entre ellos, similar a los lobos. También hay casos aislados de perros que mataron personas, incluso a su propietario, aunque este último caso suele tener el antecedente de reiterados malos tratos del humano hacia el animal. Se dice que el hombre es lobo del hombre.

Es una forma de hacer notar que una especie poderosa, como lo son el ser humano y el lobo, pueden darse con que su peor enemigo es un congénere. Debemos tratar de ir saliendo de ese hábito que no es nada bueno y está causando gran destrucción en nuestro campo de batalla que es el lugar que estemos disputando. A gran escala, las disputas entre humanos se llaman guerra y la destrucción que causan afectan a la casa de todos, que es el planeta Tierra.

Pacificando las relaciones entre nosotros los humanos, daremos un gran paso hacia la conservación del ambiente natural. La fidelidad que demuestra el perro doméstico hacia su amo, es la que llevó a decir que el perro es el mejor amigo del hombre. Aún falta determinar si el hombre es el mejor amigo del perro.

01 de Diciembre de 2.015

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