Por Crístian Ramón Verduc
09/08/2016
Hay lugares que tienen el nombre Reconquista

como una ciudad de la provincia de Santa Fe o un barrio de la ciudad de Santiago del Estero, por ejemplo. Sabemos que conquista es la obtención de algo con esfuerzo, y que también se dice conquista cuando un país sojuzga a otro por la fuerza. Entonces, deducimos que reconquista significa volver a conquistar, obtener nuevamente, con esfuerzo, algo que se tenía pero se había perdido a manos de alguien.

Si observamos la historia de vida de distintas comunidades o personas, veremos aparecer varias conquistas, pérdidas y reconquistas. Pero hoy vamos a considerar un hecho histórico muy importante para nuestro país: La reconquista de la ciudad de Buenos Aires luego de haberla perdido temporariamente a manos de tropas invasoras de Inglaterra, acontecimiento que data del año 1806.

Para esa época, lo que ahora es Argentina formaba parte del Virreinato del Río de la Plata; el Virrey era designado por el Rey de España para obrar en representación de la Corona desde la ciudad de Buenos Aires. Desde el año 1804, ese cargo era ejercido por el Marqués de Sobremonte, que fuera designado por el Rey Carlos IV.

En Europa había conflictos entre los principales países de la época; entre tales conflictos, recordamos que España estaba en plena disputa con Gran Bretaña. Inglaterra estaba en plena Revolución Industrial y necesitaba mercados donde colocar sus productos, para financiar su modo de vida. La mejor salida, el “bocado” deseado, eran las colonias en América. Lo que ahora conocemos como los Estados Unidos se habían independizado de Gran Bretaña, así que los ingleses apetecían las colonias españolas.

Apropiarse del puerto de Buenos Aires significaba dominar la vasta extensión del Virreinato del Río de la Plata y controlar la entrada y salida de barcos procedentes del Paraguay, región mesopotámica y parte del Sur del Brasil. En los finales de 1805, Rafael de Sobremonte tenía información de que podría producirse una invasión inglesa. Escaso de tropas por la reciente rebelión de Túpac Amaru, pidió refuerzos a España, pero de allá le enviaron solamente material bélico y la sugerencia de armar a los vecinos, idea que al Marqués no le pareció buena, pues también sabía que ya había en parte de la población deseos de independencia.

Sobremonte envió sus tropas a reforzar las defensas del importante puerto de Montevideo, y encomendó la formación de una flota que asegurase la navegación del Río de la Plata, a Santiago de Liniers, que era en Buenos Aires el Capitán de Puerto, equivalente al actual Jefe de la Prefectura Naval.

El 25 de Junio de 1806, unos 1.600 británicos desembarcaron en Quilmes, provincia de Buenos Aires. Al día siguiente, fueron atacados por tropas que avanzaran desde Buenos Aires, pero esos defensores de nuestro suelo fueron rechazados por el gran poder de fuego de los invasores. Entonces, Sobremonte mandó armar a los pobladores, pero los que llegaron a formar milicias no consiguieron frenar el avance inglés en el Riachuelo. Los invasores entraron a la ciudad el 27 de Junio y enarbolaron la bandera británica en la Plaza Mayor (actual Plaza de Mayo).

El Virrey español se instaló en Córdoba para organizar la reconquista de Buenos Aires, tarea que no le resultó nada fácil. Mientras tanto, en la ciudad ocupada, pobladores protagonizaban hechos bélicos de rechazo al invasor, sin mayores consecuencias. Por otra parte, Santiago de Liniers cruzó el Río de la Plata hacia Montevideo a fin de unirse con las fuerzas del Gobernador Ruiz Huidobro, con las que esperó la oportunidad para encarar la reconquista de Buenos Aires.

Aprovechando una tormenta que mantendría en puerto a los ingleses, Liniers cruzó con sus fuerzas hasta Tigre y avanzó hacia la ciudad, mientras se le unían pobladores en forma espontánea. El 12 de Agosto, Liniers entró a la ciudad, donde se le unieron los numerosos voluntarios que fueran organizados y entrenados por Martín de Álzaga. Acorralados en el fuerte de la ciudad, los ingleses fueron derrotados por completo.

Esta recuperación de la ciudad de Buenos Aires por parte de tropas de línea y milicias que contenían españoles, criollos, indios y negros, es recordada como la Reconquista. Al año siguiente, otra intentona invasiva inglesa fue rechazada por la gente de Buenos Aires, lo que se recuerda como la Defensa. En 1833, los anglos volverían a invadir físicamente territorio argentino al usurpar las Islas Malvinas, delito que fue interrumpido por poco más de dos meses en 1982. En los tiempos actuales, la invasión física de nuestras islas por parte de los británicos, continúa.

La expresión “invasión física” nos sirve para diferenciar esos hechos históricos de los otros modos como somos invadidos por los anglos. Ya en la época colonial, muchos productos de la industria inglesa entraba en nuestro territorio en forma de contrabando, constituyendo un gran negocio para unos pocos, especialmente para los ingleses. Desvinculadas de España las Provincias Unidas del Sur, fue liberado el comercio, permitiendo la entrada de grandes cantidades de productos británicos, en desmedro de las manufacturas argentinas, las que sufrieron el impacto de la desigual competencia. Con el paso del tiempo, hubo progresos técnicos en todo el mundo y nuestro país se industrializó parcialmente, pero generalmente en desventaja ante lo importado, no sólo por los adelantos técnicos del oferente extranjero para producir en grandes cantidades y relativamente barato, sino especialmente por la preferencia de nuestra gente por lo que “viene de afuera”.

El comercio se maneja con números. A un vendedor le interesa convencer a un gran número de posibles clientes y para eso invierte en publicidad. Los expertos en publicidad son capaces de lograr que sus avisos comerciales no parezcan tales, sino otra cosa; es así como surgen las modas.

Las modas son dirigidas por pequeños grupos de pícaros publicistas pagados por los imperios económicos; ellos son quienes imponen las modas, incluso a humanos útiles que tienen la posibilidad de difundir las modas en forma gratuita, solamente por no quedar fuera de la corriente que les indican los publicistas disfrazados de animadores y comentaristas.

Todos estamos expuestos a las invasiones extranjerizantes; ya se llevan bienes materiales a granel en forma cotidiana; sería bueno que no les permitamos llevarse también nuestra conciencia. Es necesario leer, conversar sobre temas importantes, descubrir y dar a conocer cada día el valor que tiene lo auténticamente nuestro, lo que aún nos queda gracias a que no consiguen sustituirlo por productos invasores. Tenemos que ser firmes y sólidos en nuestra cultura criolla, en nuestro modo de ser y en nuestro vocabulario.

Debemos mantenernos firmes ante las invasiones inglesas y de cualquier lugar del mundo que busque despojarnos. Estemos atentos. No tengamos pereza para rechazar las mentiras del invasor, que pretende convencernos para robarnos. Cuidado con las "fusiones" y "modernizaciones"; es necesario analizar qué y cuánto entregamos y lo que recibimos. Ama súa, ama llulla, ama ckella.

09 de Agosto de 2016.

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