Por Crístian Ramón Verduc
13/12/2016
“Soy todo amor, brasita del querer. Adonde voy, quemo y me ven arder”

Así dice una parte del gato El Amoroso.

El poeta santiagueño Felipe Corpos, parecía venir anunciándonos o anunciándose a sí mismo que el final de su vida sería causado por el fuego. Cuentan quienes lo conocieron que ha sido un hombre muy inquieto y creativo, de esos que piensan, hacen y dicen, como si un fuego interior lo impulsase a mantener viva la llama de la cultura del pago, impulsando iniciativas pioneras, cantores y músicos nuevos, alentando a unos y a otros para dejar los temores de lado y comenzar a andar los caminos que para cada uno estaban reservados.

Dicen que cuando un cantor dudaba entre enfrentar al público por primera vez o dejar pasar la ocasión, Corpos le decía que nadie estaba obligado a hacer más que lo posible y que con eso estaría bien. Si alguien criticaba algún error, solía responder: “Y bueno, algo tiene que tener...” Lo importante era hacer poniendo el corazón y prepararse para que la próxima salga mejor.

El fuego interior se manifestaba en su poesía, como en el comienzo de Mi Primera Hebra Blanca: “Hoy hallé en mis bigotes mi primera hebra blanca. La primera ceniza de mi sangre quemada, de sueños chamuscados en la hoguera del alma.”

El fuego aparece también en la letra del gato Me has de querer ¿Quenó?, cuando dice: “Para el fuego de tu boca tengo leñitas de amor…”

En dos letras compartidas con Don Sixto Palavecino también aparece el fuego. En la chacarera Mi Tata Sabía Cantar dicen: “Sepan que en cosas de amores siempre estoy listo pal quiero, como rescoldo que espera que alguien le arrime un ushpero”. Ushpero es algo que se cocina bajo la ceniza (ushpa) caliente. En la chacarera Sacha Sachanmanta hacen alusión al humo del asado envolviendo a los paisanos que están formando rueda alrededor del fogón, guitarreando y cantando: “Siempre estarán mis paisanos, nina muyulla esperando, cancap ckosnin tutayajta, meta guitarrias cantando”.

Don Sixto, Felipe Corpos y otra gente del Alero Quichua Santiagueño estaban así, como cuentan en esa chacarera bilingüe, rodeando fuegos para mitigar el frío de una noche de Junio en Puesto del Medio (departamento Capital), cuando unos jóvenes cantores les pidieron que pusieran nombre a su trío, que se presentaría por primera vez en la peña escolar de esa noche invernal. Inspirado por la manera en que estaban esperando el momento de subir al escenario, Don Sixto le sugirió a su compadre Felipe el nombre Conjunto El Fogoncito, a lo que Corpos respondió que los bautizaría Los Fogoneros. El fuego cancionero de esos jóvenes se conoció en todo el país y nunca dejaron de agradecer a Felipe Corpos y a Don Sixto por el nombre y por el aliento para seguir y seguir cantando fogosamente.

En otros casos, el fuego se mostraba o insinuaba en el título de una de sus creaciones, como el gato Atizando mis Amores. Se entiende que atizar significa avivar un fuego.

El fuego aparece también en Zamba Para el Tiempo sin Amor, cuando dice: “El día enciende la brisa y en las hogueras del Sol amanece”.

El fuego aparece frecuentemente en la poesía de Felipe Corpos, pero también hizo letras en los que no lo nombra ni sugiere. Por ejemplo: Como el Sachamishi, La Atamishqueña, La Ronquera, Coplitas Para tu Llanto, Me Hago el Champi, El Sacherito, Atamishqui, Mishqui Mishqui.

Era un Diciembre de fuego, en pleno Verano santiagueño, cuando Felipe Corpos cometió un grave error al entrar en su lugar de trabajo. Como era el primero en llegar a la gran casa de comercio en que era Gerente de Ventas, le correspondía abrir la puerta y encender las luces. Hizo ambas cosas como una rutina, sin percibir el olor de un escape de gas. La chispa del interruptor eléctrico encendió el gas, causando una terrible explosión que lanzó al poeta hacia la calle, con todo su cuerpo quemado.

Después de una cuidadosa atención en Santiago del Estero para estabilizarlo, fue enviado al Instituto del Quemado de Buenos Aires. Estaba lúcido y parecía recuperarse, pero el 13 de Diciembre de 1974 falleció. Su sepelio en Santiago del Estero ha sido muy triste, acompañado por una multitud que tocaba instrumentos, cantaba y lloraba.

Hay cantores y poetas que no han dejado de recordar a Felipe Corpos y ser gratos con su memoria, creando poesía en su homenaje, cantando y difundiendo de un modo u otro la obra de Corpos. Hay quienes, vaya uno a saber por qué, no dan a conocer parte de la obra de este prócer cultural santiagueño que está en su poder poco menos que oculta.

Hay también quienes cantan creaciones de Corpos sin saber quién es el autor. Lo más importante es que se lo recuerde por medio de su obra, tal como anunciara Felipe en su chacarera La Ñaupa Ñaupa: “Ya me voy con mi guitarra, total caminos me sobran. Cuando quieras encontrarme, buscame junto a tu sombra”. Cada vez que cantamos, recitamos o de algún modo difundimos algo de Felipe Corpos, estamos reafirmando su presencia a nuestro lado, junto a nuestra sombra.

En los primeros meses posteriores a su muerte, el poeta fue recordado con mucha intensidad y sus creaciones fueron interpretadas asiduamente. Con el paso del tiempo, fue cayendo un manto de olvido sobre su nombre, en parte por la aparición de nuevos poetas y cantores, los que se ocuparon de lo que tenemos como natural, que es la continuación de la vida. Lo que no deja de llamar la atención es una aparente falta de memoria por parte de gente que fuera apoyada y favorecida por Felipe Corpos. Lo que no llama la atención y es gratificante es el ver cómo hay muchos de los favorecidos por Corpos que aún hoy, a cuarenta y dos años de su muerte, lo recuerdan con gratitud y siguen dando a conocer los méritos y obra del poeta quichuista.

Pese a ciertos intentos por silenciar las coplas de Felipe Corpos, todos los días, en algunos lugares de nuestro extenso país, se escuchan algunas de las muchas creaciones suyas. Felipe Benicio Corpos ha sido premonitorio en La Ñaupa Ñaupa: “Me han de quemar los engaños y han de chamuscar mi vida, pero yo reviento en coplas como flor de maíz pishinga”.

 

13 de Diciembre de 2016.

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