Por Crístian Ramón Verduc
13/06/2017
“Cuscas quichuaraycu” (Juntos por el quichua)

ha sido el lema de este año en el Sexto Encuentro con la Cultura y el Arte Ancestral. Es una invitación ancha súmaj (muy linda) para quienes se interesen por el quichua. La idea de unirnos para hacer algo por el quichua es superadora de individualismos, que tanto atraso provocan en cualquier tarea grande.

El fin de semana pasado, la Escuela 804 “Fermín Sabalza”, ubicada en Barrancas, departamento Salavina, ha sido el lugar para reunirnos, juntarnos, y juntos dar más impulso a la constante brega por el quichua, para que el quichua siga vivo, para que crezca y se expanda.

El Viernes por la noche hubo un fogón compartido con visitantes llegados desde Córdoba. Las actividades principales se desarrollaron el Sábado 10, a partir de un acto formal, con la presencia de toda la comunidad educativa, los visitantes que ya estaban y los recién llegados desde distintos puntos de la provincia. Por la tarde hubo disertaciones y números artísticos. Por la noche, temprano ha comenzado la peña folclórica bailable, con el canto sachero de vecinos talentosos. Hubo una delegación del Alero Quichua Santiagueño que hizo su presentación en la peña, previo a números artísticos de trayectoria importante. Luego la peña fue tornándose cada vez más bailable. El Domingo ha sido el día de despedir visitantes y acondicionar la escuela para las clases del día siguiente.

Este ha sido el sexto encuentro organizado por la escuela de Barrancas. Barrancas es una de las más antiguas poblaciones de nuestra provincia. Cuenta Don Mario Garnica, ex Director de la escuela de su pago, que hay documentación probatoria de que este poblado tiene varios siglos de antigüedad; por ejemplo: Hay una presentación del Cacique Juan Iman al Gobernador del Tucumán, fechada en 1.634. En 1.644 hay una denuncia del Cacique Sologo por la invasión de españoles en sus tierras. En esos tiempos, el poblado se llamaba Chalugasta o Challuagasta. Si fuese Challuagasta, se traduce como Pueblo del Pescado, pues challua significa pescado y gasta sería en diaguita el equivalente a llajta (pago, pueblo, comarca). Se explicaría este nombre por que en aquellos tiempos, Challuagasta (o Chalugasta) estaba a orillas del Río Dulce (Mishqui Mayu). Seguramente era un lugar de pesca abundante.

Con el tiempo y posiblemente por algún evento geológico, el río comenzó a desplazarse hacia el Este, dejando en el lugar únicamente sus barrancas, de las que quedan apenas vestigios poco significativos. A partir de 1.745, habrían cambiado su nombre por Barrancas, tal como se llama hasta ahora. Barrancas tuvo hijos músicos muy conocidos en una vasta región de esa parte de nuestra provincia: Tomás Avendaño, Conrado Pérez, Feliciano Montes, Pedro Cáceres, José Mercedes Rodríguez, Esteban Bravo, Agimiro Bravo y el mayor difusor del quichua de nuestro país: Don Sixto Palavecino.

“Barrancas, tierra querida, te dejo mi chacarera”, dice Atahualpa Yupanqui en La Olvidada, como una ofrenda de amor al pueblo que tantas veces visitó y en el cual tantas veces se unió en guitarreadas con los paisanos músicos, abundantes bajo el amplio y estrellado cielo barranqueño. ¿O será “barranquero”, como dice en la chacarera La Barranquera, de Juan de Dios Gallo y Carlos Carabajal? En un escrito, la comunidad educativa de la escuela Fermín Sabalza dicen “barranqueño”, igual que en la letra de Yupanqui sobre música de Los Hermanos Díaz.

Fermín Sabalza fue un notable maestro de la escuela que hoy lleva su nombre, e inspiró en Julián Díaz el gato instrumental llamado Don Fermín, al que Oscar Valles le pusiera letra, para ser cantado y tocado por una gran cantidad de intérpretes folclóricos argentinos.

En aquellos tiempos pioneros, no debe de haber sido fácil llegar hasta Barrancas. Hoy podemos ir desde la ciudad de Santiago del Estero hasta Barrancas en poco más de dos horas en vehículo automotor. Los poco más de 110 kilómetros hasta Villa Atamishqui están bien pavimentados. Desde la Villa hasta Barrancas hay menos de cuarenta kilómetros de camino de tierra consolidado, por el que se puede transitar a buena velocidad.

La gente de esta señera población se traslada de a caballo, en sulky, en vehículo automotor o en motocicleta.

El progreso y la tecnología llegan a todas partes, en algunos lugares más que en otros. En Barrancas se conservan aún algunos entretenimientos típicos, como el juego de la taba y la corrida de sortija. La radio, la televisión y los teléfonos celulares están en todos o casi todos los hogares, pero hay una evidente conservación de los valores criollos tradicionales.

En cuanto al quichua, Barrancas está en un departamento quichuista, con muchos pobladores que hablan la lengua ancestral. Los niños en edad escolar, en su gran mayoría, por no decir todos, hablan castellano y aprenden cantares y recitados en quichua apelando a la memoria, en muchos casos sin tener bien claro qué dicen en cada palabra quichua.

Es evidente que en la sociedad sigue instalada la idea de que aprender quichua es algo con poco sentido. Esta idea se muestra en los hechos, aunque no aparezca en las manifestaciones de la gran mayoría de la población de nuesra provincia. El bombardeo cotidiano con palabras inglesas, del lunfardo porteño y del lenguaje carcelario, que llega por televisión, por redes sociales y en boca de adultos, hace estragos en la cultura en general y en el habla regional en particular; posiblemente esta situación lamentable se repite en los distintos pagos.

En la escuela Fermín Sabalza, los alumnos han cantado y hablado en quichua. Al comienzo de las actividades del Sábado 10, un numeroso grupo de niños ha cantado el Himno Nacional Argentino, en este caso la traducción al quichua de Don Sixto Palavecino.

Durante toda la jornada, comenzando por el viaje de ida y culminando con el de regreso, el quichua ha sido el tema central en las conversaciones y en las ideas que han ido surgiendo.

Podemos afirmar que en el Encuentro con la Cultura y el Arte Ancestral, se ha concluido en que nuestra tarea consiste en promover el habla quichua, incluso (o especialmente) en los niños. De una vez por todas, hay que desterrar la idea de que el quichua es signo de atraso. Es necesario entender que el quichua forma parte de nuestra identidad y no vamos a caer bien ante nadie si nos presentamos como una caricatura de quien no somos.

Desde el lugar de cada uno y en la medida de nuestras posibilidades, vamos a hacer lo necesario, todos por el quichua.

13 de Junio de 2.017

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