Por Crístian Ramón Verduc
20/11/2018
"Me dirijo a Usted con el mayor de los respetos"

“Tengo el agrado de dirigirme a usted con mi mayor consideración y respeto”, son algunas de las fórmulas que se utilizan o, mejor dicho, que aún se utilizan, para comenzar una nota, la que generalmente continuará con un: “a fin de solicitarle…” o “con el propósito de solicitarle…” Por las dudas, en ocasiones se intercala un: “… y por su digno intermedio a quien corresponda…”

Este modo de expresarse por escrito es habitual e incluso necesario cuando se pide algo. No basta con solicitar en forma verbal, pues las partes deben documentarse en cuanto a lo solicitado y al resultado de la gestión.

En las notas que se envían solicitando algo, el respeto expresado por escrito se parece a la sumisión y a la adulación. También se puede ser respetuoso en una solicitud sin ser explícito. Por ejemplo, podemos comenzar escribiendo: “Me dirijo a usted a fin de solicitarle…” e igualmente quedará documentado el pedido, pues lo realmente importante es saber quién pide, qué cosa pide, en qué cantidad, para cuándo y para usar en qué. Esa información servirá a la hora de resolver si se concede lo solicitado, con los debidos argumentos para justificar una eventual negativa. La palabra “respeto” no tendrá incidencia en la decisión del destinatario del pedido.

Hay gente que en un discurso también acude a expresiones respetuosas y afectuosas, aunque esté hablando para gente desconocida. Hay personas que son consideradas especialmente respetables por su modo de ser y por sus obras, pero se debe respetar a toda persona en general por el sólo hecho de ser persona. Ese respeto ha de ser extensivo a sus creencias y convicciones, sobre todo si las expresa con respeto.

Es muy bueno expresar el afecto que se siente por una persona querida. Decir “los quiero” a quienes no se conoce, puede ser malinterpretado, incluso puede entenderse como una falta de respeto al afirmar algo poco probable, aparentemente suponiendo que van a creerle, lo que sería una subestimación a los oyentes.

Respecto a la expresión “consideración y respeto”, no está de más recordar que la consideración es la idea que tenemos sobre las cualidades de una persona y sus acciones. Muchas veces consideramos que alguien está equivocado, pero igual respetamos su modo de proceder mientras intentamos convencer a esa persona de que nuestra sugerencia es buena. Es parte del respeto el obrar con tacto, evitando decir al prójimo que sus ideas son erróneas y mucho menos descalificarlo en presencia de otros, pues ello daría lugar a confrontaciones que suelen tener malas consecuencias. Lo mejor sería valorar e incluso elogiar la postura del interlocutor, para luego presentar la propia propuesta como una posible opción para procurar mejores resultados.

Hay una línea delgada o difusa entre la sinceridad y la falta de respeto, al igual que entre la amabilidad y la adulación. La educación y los buenos hábitos van a evitarnos caer en la adulación o en la falta de respeto. La falta de respeto, por más que se enarbole la bandera de la sinceridad, es una actitud agresiva que parece destinada a medir fuerzas para ver quién sobrevive a la confrontación. La adulación es también una falta de respeto, por que es una actitud engañosa, y quien procura engañar está subestimando a la otra persona, pues supone que esa otra persona no está preparada para diferenciar lo verdadero de lo falso.   

Es necesario entender que estamos en la vida para lograr una construcción en forma conjunta, cada uno desde su lugar y con sus posibilidades. Cada uno vamos a hacer lo que podemos y del modo que nos sale cada actividad, mientras procuramos capacitarnos para que cada vez brindemos mejores resultados, para bien de todos. En esa formación de cada individuo para mejor servir a la comunidad, actúa la comunidad toda al ir formando a cada persona dentro de un determinado modo de ser colectivo.

Una comunidad que tiene malos hábitos, va a ver esos malos hábitos reflejados en las acciones individuales de los distintos especialistas. Por eso no es erróneo afirmar que si en una comunidad la tendencia general apunta hacia la mediocridad, no se puede pretender que, por ejemplo, los plomeros sean excelentes, o los carniceros, o los bomberos, etc. Cada célula de un organismo lleva el ADN de todo el cuerpo, por eso en las comunidades, por grandes o pequeñas que sean, la tendencia general es la que marca el rumbo de todo el conjunto.

En toda comunidad existen las excepciones; así es como vemos algunos individuos excepcionalmente “buenos” y otros excepcionalmente “malos” en determinadas actividades o conductas; son los que están por encima o por debajo de la tendencia general. En vez de aferrarnos a los pies de los “buenos” para que nos libren de los “malos”, lo que tendríamos que hacer es trabajar para que todo el conjunto sea cada día mejor, así tendremos cada vez más gente “buena” y cada vez menos “malos”. Uno de los principales valores a cultivar para mejorar la comunidad es el respeto. No debemos olvidar la afirmación: “Respete si quiere ser respetado”.

Un insulto sincero puede aliviar la tensión interna de una persona atormentada por algo, pero va a causar un conflicto en el que ambas partes van a salir perdiendo algo, con el consecuente daño a la comunidad. No debemos olvidar que lo cortés no quita lo valiente; por lo tanto, el obrar con amabilidad ya no se considera una cobardía, sino que es una muestra de buena educación.

La educación de una persona comienza prácticamente con su vida. Primero ha de aprender a liberarse de la dependencia física, para luego poco a poco ir aprendiendo a convivir con el mundo que nos rodea. La educación de un ser humano depende de sus progenitores o los adultos que se hagan cargo de esa persona menor de edad en ausencia de los padres. A medida que aumenta la actividad social del individuo, sobre todo por la instrucción escolar, va a conocer e incorporar nuevos conocimientos y hábitos que moldearán su persona. Si proviene de un hogar rudo, donde se confundía sinceridad con atropello y cortesía con adulación, al convivir con determinados grupos sociales, podrá corregir lo que haya venido mal enseñado, o mal aprendido.

Hasta ahora no se ha podido encontrar a la persona perfecta, pero sí uno va encontrando por la vida personas con las que le resulta agradable compartir momentos, y personas a las que se procura evitar. Una característica importante de la persona agradable es el trato respetuoso sin solemnidades, también la sinceridad sin agresiones, y la consideración de lo que cada uno es y hace.  

Se puede y debe obrar con dignidad, sobre todo cuando se trata al prójimo con respeto. El respeto, al igual que otras virtudes humanas, no es para declamarlo, sino para practicarlo.            

20 de Noviembre de 2.018.

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