Por Crístian Ramón Verduc
12/06/2019
"Ave de pico encorvao le tiene al robo afición"

Dice José Hernández por boca de Martín Fierro en 1879. El gaucho argentino habla del ladrón con desprecio, también en la descripción del aprovechador, representado por El Viejo Vizcacha.

Siete años antes, en la primera parte de su obra cumbre, Hernández ya hablaba del despojo, del robo directo y de las maniobras deshonestas.

Generalmente, a José Hernández lo identificamos únicamente por Martín Fierro. Cerca del Día de la Tradición, con apuro leemos que también fue militar, político, escritor, periodista. En el periodismo, no sólo trabajó como redactor de diarios que ya existían, sino que también tuvo su propio periódico: El Río de la Plata.

Los ciclos de interés o desinterés argentino por la causa Malvinas se suceden desde el comienzo de la ocupación británica de esa parte de nuestro territorio. José Hernández, desde su diario procuró avivar el interés por lo nuestro. Por ejemplo, en una publicación de El Río de la Plata en 1.869, dice: “Los pueblos necesitan del territorio con que han nacido a la vida política, como se necesita del aire para libre expansión de nuestros pulmones. Absorberle un pedazo de su territorio es arrebatarle un derecho, y esa injusticia envuelve un doble atentado, porque no sólo es el despojo de una propiedad, sino que es también la amenaza de una nueva usurpación.”

“Dicho y hecho”, suelen afirmar nuestros mayores cuando ocurre algo que había sido anunciado, especialmente cuando no se prestó atención al anuncio. Las invasiones inglesas de 1806 y 1807 fueron rechazadas por el pueblo de Buenos Aires y fuerzas armadas criollas. Fueron acciones victoriosas, dignas de encomio y cada tanto son recordadas como triunfos nuestros; ancha súmaj (muy lindo). La invasión inglesa de 1833 fue una derrota y como tal, debía ser olvidada o por lo menos tomada con cierta indiferencia, abriendo las puertas a la invasión cultural y económica en todo el territorio argentino.

José Hernández hace notar la importancia que tienen para nosotros Las Malvinas, desde todo punto de vista. De hecho, para un imperio, toda posesión es muy importante, por eso cualquier territorio ajeno es bueno para ocupar, eufemismo del verbo robar. El imperio inglés tomó por asalto a nuestras islas, a punta de armas de fuego. A partir de entonces, las sucesivas autoridades argentinas, además de preocuparse por su propia permanencia en el cargo y hacer algunas cosas que pudiesen agradar a los votantes, hicieron algunos tibios reclamos ante nuestros queridos usurpadores.

La educación es un pilar fundamental para un pueblo fuerte. La propaganda nos dice, desde hace mucho tiempo, que los pobladores de las grandes potencias saben poco y nada respecto a su territorio, y mucho menos de la vida ajena. Entonces nosotros, pícaramente deducimos que la ignorancia y el desinterés son la clave para lograr el bienestar. Si lo dice la televisión, con certeza que es así.

José Hernández decía en una de sus publicaciones, que Las Malvinas eran poco o nada conocidas por la mayoría de sus legítimos dueños, al tiempo que deploraba la negligencia de los gobiernos nacionales, renuentes a reclamar por el robo sufrido por nuestro país. Otra advertencia de José Hernández respecto a los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas dice: “Esos derechos no se prescriben jamás.”

Los consejos de Martín Fierro a sus hijos son valiosos. Entre otras cosas, les advierte que deben vivir con precaución, pues nadie sabe dónde se oculta el enemigo. Los insta a vivir del trabajo, pues sangra mucho el corazón del que tiene que pedir. Nos indica que el amigo más fiel es una conducta honrada, que no es vergüenza ser pobre y sí es vergüenza ser ladrón.

El Viejo Vizcacha ha sido puesto a propósito por José Hernández en La Vuelta de Martín Fierro, para mostrarnos cómo es el ciudadano de poca valía moral. El Viejo Vizcacha aconseja hacerse amigo del poderoso para pasarla bien, sugiere no afligirse aunque el mundo se desplome, le enseña a un hijo de Martín Fierro a vivir del robo.

Como una contribución a nuestra propia educación y a la de nuestros hijos, es bueno leer Martín Fierro cada tanto, tratando de ver qué estamos haciendo cada uno: Si seguimos los consejos de Fierro o los de Don Vizcacha. Si uno hace una lectura atenta y un honesto análisis de cuál es la tendencia que nos domina, puede sufrir un ataque de tristeza, pero debe sobreponerse, ver qué parte le corresponde en este “nudo de pluma” y comenzar a corregir lo corregible.

El 10 de Junio, algunos argentinos han conmemorado el Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas, Islas y Sector Antártico. Como suele ser, no hubo “mucha bulla”, pues no es conveniente irritar a los jefes de afuera (“hacete amigo del juez”) y los jefes de adentro están con otras prioridades, como la permanencia en el poder o el desplazamiento del otro.

Nosotros, los paisanos de a caballo o de a pie, tenemos que usar nuestros ratos libres para seguir siendo formados culturalmente mediante una pantalla de televisor, de computadora o de teléfono móvil. Los grandes especialistas en cualquier cosa nos mandan sustituir palabras castellanas por palabras inglesas, nos mandan escuchar música en inglés o con modos de ejecución aprobada por los imperios, nos enseñan a decir “este país” para que dejemos la mala costumbre de creer que nuestro país es nuestro, y nos enseñan que la rendición del 14 de Junio de 1.982, que marcó el final de la Guerra de Las Malvinas, debe lamentarse especialmente el día 2 de Abril, pues así vamos olvidando que en esa fecha el imperio británico fue derrotado por tropas criollas, al igual que ocurriría en semanas posteriores, antes de que el poderío económico y militar de la triple alianza que nuestro país enfrentó, lograra imponerse.

Cada 2 de Abril y cada 14 de Junio, son días en que cumplimos con la orden de insultar al enemigo interno, son días para recordar que por más que nos roben “no hay que hacerse matar por eso”, como si el soldado fuese en busca de la muerte y no de una victoria para la Patria, y como si hacerse “amigo” del poderoso fuese el camino correcto.

En cada ocasión que se presenta, declamamos Ama súa, ama llulla, ama ckella. Sería bueno ponerlo en práctica y dejar de tolerar que nos roben y que nos mientan. Pongámonos firmes, sin pereza.

12 de Junio de 2.019.

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