Por Crístian Ramón Verduc
12/07/2022
Es necesario llamar a las cosas por su nombre.

Es una forma de cumplir con el mandato que dice Ama llulla (No mentir, prohibida la mentira).  

Cuentan que unos viajeros habían entrado en un almacén de ramos generales que estaba a la vera del camino. Con urgencia por comer algo y seguir viaje, habían querido comprar pan y algún fiambre. El comerciante les había dicho que él no vendía esas cosas, pero que sí tenía pilas para las linternas, parches y pegamento para los neumáticos, combustible, etc. Uno de los viajeros se mostró indignado al retirarse, pero el otro le explicó que, si el comerciante ponía un cartel anunciando pocas cosas, muy pocos viajeros entrarían al local, mientras que entrando todos, algunos comprarían algo por el sólo hecho de haber parado. 

La mentalidad comercial es entendible solamente para quienes están en esa actividad, pero aun así hay quienes parecen aplicar una mentalidad comercial sin conocer bien sus mecanismos. En algunos casos, por querer aplicar la llamada “picardía criolla”, se puede caer en la mentira y en la deshonestidad. 

Hay quienes adhieren a un grupo dedicado a una tarea específica que no les interesa, pero el grupo humano les cae simpático, o tal vez no hallaron cabida en otros grupos, y acaban siendo nocivos para el grupo que infectan con su presencia negativa. 

Quien entra en un local o en un grupo, guiado por lo que está expuesto en la fachada, es alguien que obra de buena fe. Si entra aun sabiendo que no le interesa lo que se anuncia, es alguien que no tiene buenas intenciones para con el lugar donde ingresa. 

La sinceridad, la honestidad, la veracidad, son valores apreciados por una gran parte de nuestra sociedad. No es sano ni razonable pretender el reconocimiento de absolutamente todo el amplio espectro de gustos, preferencias e intereses que existen en una comunidad. 

El Alero Quichua Santiagueño ha sido creado como respuesta a la inquietud de llevar el quichua a la radio, para evitar su desaparición y lograr una mayor difusión del mismo. En el grupo inicial había algunas personas que no hablaban el quichua, pero que se identificaban con el objetivo y se mostraban dispuestas a obrar a favor del mismo. Surgió así la audición quichua que luego recibió el nombre con que la conocemos. 

La palabra Alero indica un espacio abierto por tres de sus lados, pero cubierto por un techo, por lo cual es una sombra cobijadora que además ofrece la posibilidad de entrar o salir sin esfuerzo. Las siguientes dos palabras indican la amplitud del techo cobijador. Esas dos palabras pueden ser interpretadas individualmente o como un conjunto. 

La palabra Quichua nos está diciendo que este movimiento se dedica a esta variante del ‘Runa Simi. La palabra Santiagueño puede interpretarse como la posibilidad de que existan Aleros Quichuas en otras provincias, o como la intención de promover también lo auténticamente santiagueño aunque no sea quichua. 

Si a las palabras Quichua Santiagueño las consideramos como una unidad, estamos diciendo que los límites de nuestro Alero están marcados por la variante santiagueña del ‘Runa Simi, que nos dedicamos específicamente al quichua santiagueño, dejando que las otras variantes sean cultivadas por la gente de sus lugares de origen. 

De hecho, en sus primeros tiempos, los protagonistas de las emisiones radiales del Alero Quichua Santiagueño fueron los hablantes quichuas, mientras que los no quichuistas participaban tocando algún instrumento musical, haciendo palmas y en actividades logísticas. 

Con el tiempo fue necesario agregar las expresiones castellanas en el habla y en el canto, manteniendo el rumbo tradicionalista santiagueño. Eso lo podemos verificar en el contenido del disco Volumen 4. Contaba Don Sixto que una vez, viéndose solos en la radio, Felipe Corpos y él se habían estrechado las manos y prometido sostener el Alero Quichua aunque estuviesen solamente ellos dos. 

Más de medio siglo de existencia es un tiempo en el que abundan los hechos auspiciosos y de otra índole. Los seres humanos somos muy diversos en cuanto a preferencias, tendencias y modos de ver la vida, y cada célula de la sociedad es una muestra de la diversidad que hay dentro de ella. Muchas veces, el Alero Quichua Santiagueño estuvo a punto de caer en una actitud parecida a la del comerciante de la anécdota, por el accionar de gente bien intencionada que aparentemente no entendía bien el objetivo con que nació nuestro Alero. 

No existe aún el “piloto automático” para las actividades humanas. Es necesario estar atentos en forma permanente para mantener el rumbo y corregirlo las veces que sea necesario. Es preciso darse la mano habitualmente con el compromiso de evitar la caída de un emprendimiento cultural que puede no ser multitudinario, pero sí es muy positivo para ayudar a sostener la identidad bilingüe de Santiago del Estero, contribuyendo con ello a mantener la diversidad cultural de nuestro país.     

Debemos dedicarnos permanentemente a mantener el rumbo indicado por los iniciadores. Para ello hemos decidido adherir al Alero Quichua Santiagueño.  

12 de Julio de 2022.
 

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