Por Crístian Ramón Verduc
13/09/2022
"La página del Alero Quichua es una biblioteca".

Así decía una persona que visitó esta página. Lo decía por la cantidad y variedad de textos encontrados, todos relacionados con la vida de este emprendimiento cultural dedicado al quichua y las tradiciones santiagueñas.  

La palabra biblioteca guarda en sí misma una historia interesante. En costas arenosas, húmedas y soleadas del Mar Mediterráneo, crece una planta llamada papiro. Esta planta tiene un tallo fibroso. Los antiguos egipcios utilizaban las fibras del papiro para tejer esteras, hacer pequeñas embarcaciones y también unas láminas en las que era posible escribir. Los livianos rollos de papiro reemplazaron a las tablillas de arcilla. El papiro se podía enrollar para su transporte.

Después de siglos en que la superficie donde escribir era el papiro, fueron ideados los pergaminos, elaborados con pieles. Los pergaminos duraban más, eran menos costosos, soportaban mejor la humedad y, además, podían enrollarse y también doblarse, dando nacimiento a los cuadernos y libros. Para entonces, la antigua palabra que había dado nacimiento a la palabra papiro había dado nacimiento a la palabra griega biblos, para definir un rollo de papiro donde escribir o leer lo ya escrito. Tiempo después, de la misma palabra nacería el término papel. 

El libro fue llamado biblion por los antiguos griegos. De ahí viene la palabra Biblia también. La palabra biblion fue unida a la palabra teca, del griego theke, que significa armario, para dar nombre al mueble en el que se guardan libros, con el fin de tenerlos ordenados y preservados. Después de su viaje por el latín y el castellano, la palabra biblioteca llegó a nuestro continente.  

Por extensión, la habitación donde hay muchos libros, generalmente guardados en bibliotecas, pasó a llamarse también biblioteca, y también recibió la misma denominación la casa destinada al resguardo de libros. Históricamente, las bibliotecas han sido (y siguen siendo) lugares donde está el saber guardado, preservado y a la vez disponible para quien quiera nutrirse de conocimientos, como si cada libro fuese una fruta apetecible y una biblioteca un campo de árboles frutales que no disminuyen por su uso. 

Si uno tiene una pequeña biblioteca en la casa, cada vez que necesite alguno de los libros acudirá a ella para buscarlo. Si la biblioteca es grande, con muchos libros, será necesario acomodarlos en forma ordenada para facilitar la búsqueda. También es necesario saber cuál es la condición en que se encuentra cada libro, para determinar el modo de utilizarlo y, de ser necesario, limitar el acceso al mismo, imponiendo procedimientos especiales para su manipulación.  

La persona encargada de una biblioteca está capacitada para manejar esos valiosos archivos, de tal modo que la búsqueda de cada libro sea directa, que los libros estén bien conservados y que cada uno de ellos, una vez utilizado, vuelva al lugar que le corresponde hasta ser requerido nuevamente. A esta persona especialista en bibliotecas se la llama bibliotecario, por el sufijo latino “ario” que indica pertenencia. Bibliotecario significaría “perteneciente a la biblioteca”.  

Una persona que va adquiriendo libros, llega a tener en determinado momento su propia biblioteca, pero también es habitual que las ciudades tengan sus bibliotecas públicas, donde uno puede ir a consultar los libros que no tiene en casa. En la biblioteca será atendido por un bibliotecario, quien asesorará para encontrar el libro, ya sea por el título, el autor o por el tema que trata. Muchas veces uno busca un libro sin tener la información concreta, llega en la biblioteca pública y dice, por ejemplo: “Busco un libro que comienza diciendo: Aquí me pongo a cantar”. 

El 13 de septiembre de 1810, por iniciativa de Mariano Moreno, la Junta de Gobierno dispuso crear la Biblioteca Pública de Buenos Aires, entre otras acciones tendientes a fortalecer nuestra Patria naciente; en este caso, para lograr en el pueblo la fortaleza cultural, que es imbatible. 

Con el correr del tiempo, en cada ciudad de nuestro país surgieron bibliotecas públicas, todas atendidas por bibliotecarios que intercambiaban conocimientos al reunirse cada tanto. En 1942, el Congreso de Bibliotecarios, celebrado en Santiago del Estero, decidió que cada 13 de Septiembre fuese día del bibliotecario. Esta celebración ha sido implementada oficialmente a nivel nacional a partir de 1954. 

Hoy es Día del Bibliotecario en la República Argentina. Vaya nuestro saludo y agradecimiento a quienes nos atienden y asesoran en las bibliotecas públicas y de distintas instituciones. ¡Cusi punchau, munasckas bibliotecarios! ¡Feliz día, queridos bibliotecarios!     

13 de Septiembre de 2022.
 

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