Por Crístian Ramón Verduc
20/12/2022
"Salavina ha reclamado, diciendo que allí nació"

Dice Julio Argentino Jerez en su Apología de la chacarera. No está determinado el momento y el lugar preciso donde nació la chacarera. Es muy posible que sea producto de un proceso evolutivo que comenzó naturalmente entre los cantores de tiempos ñaupas (antiguos). Podemos decir que todo el país ha comenzado a conocer la chacarera y demás manifestaciones del canto nativo a partir de la obra de Don Andrés Chazarreta. Antes, el arte nativo se trasmitía en forma oral, pues no había grabaciones y, posiblemente, tampoco había arte musical nativo escrito en partituras. 

La obra de difusión por parte de Don Andrés Chazarreta comenzó con el Siglo XX. No se sabe a ciencia cierta cuánto tiempo antes ya existían las manifestaciones musicales del arte nativo y se iban arraigando en el sentimiento del pueblo como parte de su cultura. Este fenómeno se da en forma similar prácticamente en todo el mundo; cada región con su cultura. 

Don Andrés Chazarreta recuperó principalmente piezas musicales del Noroeste Argentino, pero también están las polcas correntinas El cieguito del bandoneón, Linda entrerriana y Cuñataí porá. 

Cuando los trabajadores golondrinas van a otras provincias, entre su equipaje suelen llevar el instrumento que tocan, para alegrar los días en que no se puede trabajar. En esos encuentros interprovinciales, la música de una provincia fue llevada a otra, como ocurrió con el chamamé, que ingresó con mucha fuerza en Santiago del Estero. No podemos decir lo mismo de la chacarera en el Litoral, pero sí en todas las otras regiones argentinas. 

En nuestra provincia, el arte nativo santiagueño se mantuvo casi siempre segundo o tercero en el gusto popular, en una lista encabezada siempre por la canción impuesta como moda. El chamamé suele superar muchas veces a lo nuestro en la preferencia de una parte de nuestra propia gente. 

En los años 60, las radios y las pocas emisoras de televisión, difundían música de Colombia, llegada a nuestro país por muy buenos artistas como Los Wawancó, el Cuarteto Imperial, el Trío Rubí, Bovea y sus Vallenatos. Además, fueron surgiendo grupos locales que rápidamente adoptaron esta música que, al igual que el chamamé, tiene un baile de pareja enlazada y coreografía libre, diferente a la música santiagueña. 

Entre la música colombiana, la cumbia es de un ritmo más asentado, más tranquilo. El porro colombiano y el merengue colombiano son de ritmo más ágil, preferido por los bailarines. Bovea y sus Vallenatos hacían bailar y saltar multitudes con “La pata pelá”, “Hace un mes” y otros temas con muy lindo ritmo. Lo mismo que Los Wawancó cantando La Burrita y otros temas particularmente alegres y pegadizos. El Cuarteto Imperial aportaba su ritmo con La Secretaria y otros temas muy alegres. También el Trío Rubí movía multitudes con El Cascabel, Tierra Caliente o Piel Negra, por ejemplo. 

En Santiago del Estero gustó mucho la música colombiana y proliferaron los conjuntos locales que la adoptaron. En los años ’80, uno de los conjuntos que cultivaba la música colombiana “inventó” la guaracha santiagueña, un merengue colombiano ligeramente acelerado, con un nombre que nunca habíamos escuchado, salvo algunos amantes de la música cubana, quienes sabían que el nombre no tenía nada que ver con lo que estábamos escuchando. 

Una gran parte de nuestro público, ese sector que suele estar ávido por las novedades y que acepta lo que le dicen, comenzó a repetir lo que le iban dictando desde los medios de difusión: “La guaracha se origina en la chacarera y es bien santiagueña”; algo así como decir que la vaca nació de la llama, es originaria de Los Andes y la llamaremos jirafa porque es algo nuevo.  

Este “invento” deja muy buenas ganancias a la gente involucrada en la música como negocio y llena de saliva la boca de quienes ansían entrar en ese circuito. Algunos de ellos pretenden que sea incorporada al folclore santiagueño, o dicen que es folclore santiagueño. Es posible que ellos mismos no sepan que tales pretensiones tienen como fin último la sustitución del arte nativo nuestro por este “invento”. Ya hicieron algo parecido en la provincia de Córdoba. 

Cuando un imperio consigue confundir a un pueblo, puede dominarlo fácilmente. Una gran cantidad de gente confundida no tiene porqué influir en el razonamiento y sentimiento de quienes se sienten seguros de su formación cultural. El dinero y lo que él representa, son bienes volátiles, que pueden durar lo que vive un mosquito. No vale la pena mentir y mentirnos. Podemos disfrutar de cualquier ritmo musical, especialmente si estamos en un momento de diversión, pero ello no es motivo para que nos falten el respeto con mentiras. Santiago del Estero tiene su arte nativo criollo bien definido, bien arraigado y es el que auténticamente nos representa ante el mundo. 

20 de Diciembre de 2022.
 

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